fbpx

“Una escuela que selecciona a los alumnos no es buena, aunque tenga mucho nivel”

Rascón considera que la escuela pública es la única que no realiza ninguna selección encubierta del alumnado, y pide a la Concertada que reconozca que cobra cuotas obligatorias a los padres, “quizá no lo haga de palabra, pero en la práctica sí”.
Adrián ArcosMartes, 29 de junio de 2010
0

Pedro Rascón inicia su segundo mandato como presidente de la Ceapa. Deja atrás dos años con muchas polémicas en el mundo de la Educación, pero –a su juicio– con un balance muy bueno en cuanto a participación y visibilidad de la Ceapa. Rascón nos da su opinión sobre algunos temas de actualidad, como la libertad de elección de centros o la Educación afectivo-sexual.

¿Por qué cree que finalmente no se ha llegado a un acuerdo con el Pacto?
Nosotros planteamos que el Pacto tenía que ser primero social, en el que las entidades y personas que intervenimos en el día a día de la Educación de nuestros hijos nos pusiéramos de acuerdo. Y a partir de ahí la parte política. Se planteó al revés, ya que había que introducir modificaciones legislativas y, para materiarizarlas cómodamente, era necesario ese acuerdo político. Y finalmente la batalla política ha ido por otros derroteros.

¿Los padres estaban bien reflejados en el documento?
Parece que con los primeros que hay que contar cuando hablamos de comunidad educativa es con los sindicatos de profesores. A partir de ellos venimos los demás. Se olvida que el sector de padres es el más amplio, el que tiene mayor presencia en el sistema educativo, el que puede mover a un mayor número de personas… Y yo creo que al final el Ministerio lo entendió y acabó recogiendo la participación, que para nosotros es muy importante.

Ha dicho que primero se tienen en cuenta a los sindicatos de profesores. ¿Qué piensa sobre el reconocimiento de la autoridad docente que recogía el documento?

Mi experiencia dice que hay profesores muy buenos, muy válidos, capaces de mantener la atención en su aula sin que ocurra nada, y además, que cuando están explicando se escuche el vuelo de las moscas. Y otros profesionales que no son tan buenos y que les falta quizá un punto de formación, de estrategia y habilidad para conseguir eso. Y que en esa misma clase hace una hora estaban todos los chicos atentos, callados y respetuosos, y en la hora siguiente, el profesor que está en ese momento no consigue hacerlo. En este caso da igual que haya un decreto. Lo único que se consigue es que se castigue el incumplimiento, pero no que sea eficaz.

¿Qué le parecen los informes sindicales que inciden en que la violencia sigue en las aulas, y que muchas veces procede más de los padres que de los propios alumnos?
Los informes que parten de los sindicatos, con todo respeto, creo que son muy sesgados y parciales. Si tenemos que analizar la situación de la violencia en las aulas, yo me remito al informe que presentó el Observatorio Estatal de la Convivencia, en el cual, con un horizonte muy amplio de investigación, se plantea que realmente el grado de incidencia no supera el 3% en ninguno de los casos, frente a ese 25% que llegan a decir algunos de esos informes sindicales. Yo creo que la incidencia real es mínima en un colectivo tan amplio como el que frecuentamos la escuela. Estamos hablando de un millón de profesores, más de 7 millones de alumnos, y saquemos la cuenta de padres y madres. Es un tercio de la población de nuestro país implicado en temas educativos; pues es lógico que haya roces.

Un tema polémico en el Pacto ha sido la libertad de elección de centros.

La Constitución española establece que los padres somos libres a la hora de elegir la manera en la que educamos a nuestros hijos dentro de la ordenación jurídica. Yo puedo elegir el tipo de Educación y el centro que quiero para mis hijos, lo cual no quiere decir que yo tenga derecho a que el Estado me pague a mí cualquier cosa que yo quiera. Lo que sí tengo derecho es a que mis hijos dispongan de una plaza escolar en el lugar más próximo a su domicilio y que puedan ir con todas las garantías de calidad que sean necesarias para ese puesto.

Pero en algunos territorios, como en Madrid, son muchos los padres que prefieren la escuela concertada. ¿No debería el Estado atender esta demanda?
¿Pero por qué se producen este tipo de situaciones? Si los recursos de los que dispone el Estado se destinan a incentivar la existencia de centros privados, que es el caso de la política educativa que subyace en la Comunidad de Madrid, pues es obvio que esos centros tengan más calidad porque se les inyecta más dinero. ¿Y qué pasa con la escuela pública? Que está abocada a morir en estas circunstancias. La obligación de la administración pública debería ser potenciar y fomentar lo suyo, y hacer que lo suyo sea lo de más calidad y nivel.

Y de forma general, ¿cree que la escuela pública se caracteriza por la calidad?

En muchas comunidades sí, y en líneas generales sí. La escuela pública tiene toda una serie de riquezas que nunca podrá tener la escuela privada: diversidad, interculturalidad, igualdad de oportunidades… La escuela pública no selecciona a su alumnado y eso la enriquece. Cuando la escuela selecciona al alumnado, mantiene un cierto estatus y genera una serie de estereotipos, esa escuela no es buena; podrá tener mucho nivel y alumnos que saquen buenas notas, pero eso no es el todo. Cuando un chaval con 15 años piensa que no hay inmigrantes, o que son cosas raras porque en su escuela no hay ninguno, se está cometiendo un error importante.

Pero la Concertada niega que seleccione al alumnado.
No hay más que ver el número de alumnos inmigrantes o con necesidades educativas especiales que hay en la escuela privada y, salvo honrosas excepciones, vemos que estos parámetros no se cumplen. Dirán que no ponen trabas, pero luego la práctica es distinta. Vemos que hay cuotas que se cobran a las familias, cuando debería de ser gratuita. Y luego todo tipo de selecciones encubiertas: “Mi centro es confesional y si tú no eres de esta creencia, no tienes cabida”. Que yo diga en este momento que los centros concertados en su inmensa mayoría cobran cuotas, creo que no le tiene que sorprender a nadie. Cuando lea esto la patronal de la Concertada, dirán que “qué barbaridad”. Pero todos sabemos, si somos honrados, que en determinados colegios es obligatorio pagar. Quizá de palabra no lo sea, pero en la práctica sí.

Un tema que empieza a generar polémica es el de la Educación afectivo-sexual, sobre todo por pertenecer a un ámbito bastante privado.
Casi todos hemos descubierto las cuestiones sexuales en el grupo de amigos. Ha sido muy raro que determinados temas se aborden en el seno de las familias, porque eran considerados tabús. Que ahora se me quiera vender que esto es cosa de la familia, pues admito que lo es, pero hay cuestiones que trascienden y en las que somos los propios padres los que precisamos de un profesional que nos oriente. No se trata ni de adoctrinar, ni de marcar criterio ni decir que los padres no tienen que intervenir. Algunos dicen que si se habla a los niños de homosexualidad, se van a convertir todos en homosexuales, y mira qué barbaridad. Pues ni eso tiene por qué ser así, ni tiene que ser una barbaridad que haya homosexuales. Las cosas hay que verlas con tolerancia y amplitud de miras. Si determinados temas se abordan en la escuela, a los padres nos facilitan el camino para hablar de ellos en casa, porque se les da un tratamiento de mayor normalidad. Lo que hay que conseguir es un clima de complicidad entre la escuela y la familia, y más con este tipo de temas.

 

OTRAS REFLEXIONES

  • El velo islámico

“Habría que marcar unos límites. Por ejemplo, un niño tiene que ser perfectamente identificable y tiene que quedar muy claro que es una opción de vestuario, una elección libre y no una imposición”.

  • Símbolos religiosos

“La escuela tiene que ser un espacio neutro, y lo razonable es que no haya símbolos religiosos ni elementos distintivos, ni símbolos de otra índole que puedan marcar en un signo u otro. Obviamente entendemos que puede haber escuela confesional, y allí pueda haber simbología, pero el debate está en si se debe pagar con los fondos públicos”.

  • Implicación de los padres

“Hay una especie de mensaje que pulula por ahí de que los padres hemos dejado en manos de la escuela la Educación de nuestros hijos. Y estos mensajes calan. Pero esto no es así. Si nos remontamos en el tiempo, el papel de la familia ha cambiado, y hoy por hoy los padres se implican. Quizá hace falta articular más esa participación, potenciarla y reconocerla”.

  • Autoridad docente

“Es cierto que el profesor tiene que tener una autoridad, no pública como unos se empeñan en decir, sino profesional. No sirven los decretos, porque pueden acatarse o no, y generalmente no se acatarán. La autoridad y el prestigio se los tiene uno que ganar con su trabajo día a día”.

0