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Francia crea el primer internado público para objetores escolares

Antes de diciembre se habrán inaugurado 20 ‘establecimientos de reinserción escolar’ destinados a alumnos adolescentes con fuerte desfase educativo y graves problemas de conducta.

Rodrigo SantodomingoMartes, 5 de octubre de 2010
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Poco amigo de los eufemismos políticamente correctos, el presidente de la República francesa, Nicolas Sarkozy, dejó claro –en un discurso pronunciado la pasada primavera– quiénes serían candidatos a ingresar en alguno de los 20 colegios internos públicos cuya inauguración está prevista para el primer trimestre de este nuevo curso.

Los “establecimientos especializados”, dijo el presidente al dar a conocer la polémica medida, se dirigirían a “jóvenes que hacen la vida imposible” en sus centros educativos y “aterrorizan a los otros, incluidos los padres e incluidos los profesores”.

Se trata de los temidos objetores escolares en su versión más extrema, adolescentes que combinan un retraso escolar kilométrico con graves problemas de conducta. Alumnos “perturbadores” (según la expresión utilizada por las autoridades educativas) para los que, opina el Gobierno francés, ya no proceden ni los programas de diversificación ni los castigos disciplinarios que los centros aplican en casos relativamente leves. Ante la ausencia de delitos propiamente dichos, tampoco se contempla recurrir a la justicia para que pasen una temporada en un centro de menores. “Entre ambas opciones no hay nada”, aseguró Sarkozy. De ahí que se haya ideado un formato escolar híbrido entre el reformatorio y el aula de compensatoria.

Entorno ideal
El primer internado abrió sus puertas el 2 de septiembre en una antigua residencia de ancianos en Saint-Dalmas-de-Tende, localidad ubicada en las estribaciones de los Alpes y a pocos kilómetros de la Costa Azul. Un entorno ideal para reintegrar en el sistema educativo a sus ovejas más descarriadas.

Varias condiciones regulan el acceso y funcionamiento en los ahora renombrados “establecimientos de reinserción escolar” (ERS). Sólo irán a alguno de ellos alumnos entre 13 y 16 años que hayan sido expulsados de su instituto al menos en una ocasión. Cada centro sólo puede acoger a un máximo de 30 alumnos, y el número de adultos (profesores y personal de apoyo) tiene que ser sustancialmente superior al de cualquier otro recinto educativo. El tiempo de permanencia oscila entre un mes y un año, pasado el cual se evalúan los progresos del alumno y se decide sobre su vuelta o no al centro de origen, al que en cualquier caso siempre permance adscrito.

Formación y empleo
El enfoque pedagógico presupone que los chavales sienten una profunda aversión hacia el aprendizaje más académico, por lo que la revelación de vocaciones profesionales latentes se antoja como objetivo prioritario. Eso sí, siempre poniendo “el acento en el aprendizaje de la regla, el respeto a la autoridad y el gusto por el esfuerzo”, tal y como anunció Sarkozy en otro discurso del 5 de mayo.

Más original resulta el fuerte peso horario otorgado a las actividades deportivas que los alumnos deberán realizar todas las tardes. Una especie de mens sana in corpore sano para aplacar el ánimo incendiario de alumnos acostumbrados a meterse en problemas.

Asunto especialmente controvertido es la ambigüedad que rodea a la medida en cuanto a la autorización de los padres para que sus hijos pasen a hospedarse en un ERS. Según la normativa, el permiso paterno figura como condición indispensable, si bien la Administración educativa está buscando resortes para esquivar dicho requisito.

Una posibilidad que ha soliviantado a los principales sindicatos, quienes también dudan de que la segregación muestre el camino adecuado para la normalización escolar.

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