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Cómo mejorar el éxito escolar

Martes, 23 de noviembre de 2010
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Es un hecho constatable que el porcentaje de alumnos de la Educación Secundaria Obligatoria que no obtienen éxito escolar y abandonan prematuramente los estudios es elevado y preocupante, y que los programas de apoyo que se vienen aplicando para resolverlo no es la única ni mejor solución, al menos que se integren en el mismo proceso educativo como refuerzo, llevado a cabo por los mismos profesores. Se olvida que la naturaleza de la Educación consiste en la formación de hábitos (intelectuales, morales, destrezas, habilidades, ideales y valores) y que ésta precisa de unas determinadas condiciones y pautas a poner en práctica, en las distintas etapas de la Educación Secundaria Obligatoria, mediante el ejercicio y el esfuerzo reiterado, para conseguir lo que Aristóteles llamaba segunda naturaleza, un actuar natural, eficiente y metódico.

Asimismo no se tiene en cuenta que el mayor obstáculo para la formación de hábitos en la Educación escolar, lo constituye el excesivo tamaño de los centros, el elevado número de maestros y profesores que intervienen en el mismo grupo de alumnos a lo largo de su escolaridad, la organización interna de los mismos e incluso la duración del curso y la distribución de horas dentro de la jornada escolar. Sus efectos son negativos para centros, alumnos, profesores y padres de alumnos:
En los centros da lugar a que las relaciones que ligan entre sí a los profesores, a los alumnos, a los equipos directivos, dejen de ser personales, y se transformen, con frecuencia, en relaciones meramente formales; a que aparezcan grupos con intereses distintos que dificulten la comunicación, la participación, la toma de decisiones, la implicación en la elaboración y puesta en práctica del proyecto educativo, al desarrollo de una cultura organizativa común; a la rigidez y falta de flexibilidad para dar respuesta adecuada a las necesidades educativas de cada alumno, con el consiguiente peligro de masificación o de marginación, sin que pueda evitarse que surjan graves problemas de disciplina.

A los alumnos, además de privarles, por el tamaño de los centros, de un ambiente adecuado para la convivencia y la Educación cívica ciudadana, la excesiva especialización del profesorado, (cuatro o cinco maestros en Primaria y 11 en Secundaria) está dando lugar al fraccionamiento de la unidad del proceso educativo, muy difícil de lograr cuando son varios profesores los que intervienen en un mismo grupo de alumnos, ya que cada uno da lugar a una situación distinta en el aula; a que dificulta que los profesores, debido al poco tiempo que permanecen con ellos, puedan conocerlos mejor y reforzar los contenidos de las distintas materias, curso a curso, ampliándolos y profundizando en ellos, y que puedan establecerse lazos de afecto y empatía, esenciales para la motivación en el aprendizaje.

A los maestros y profesores, en su relación con su actividad en el aula, debido también al escaso tiempo que permanecen con cada grupo de alumnos, les está haciendo perder la visión total del alumno, la posibilidad de reforzar el aprendizaje de los que lo necesitan para su más completa educación, y el establecer lazos de afecto y empatía con los mismos, lo que les produce insatisfacción y frustración, al no tener en su mano las posibilidades de actuar ni de ver los resultados de su labor.

A los padres, la intervención de tanto profesor en el proceso educativo de su hijo y el frecuente cambio de tutores, dificulta el establecer una comunicación fluida e intercambiar puntos de vista sobre la educación de sus hijos, lo que puede estar influyendo en la consideración y el aprecio que la sociedad ha venido teniendo a sus maestros y profesores y a la institución escolar.

Por todo ello los programas de apoyo con distintos profesores no son la solución más adecuada, porque vienen a reforzar la misma causa que está dando lugar al fracaso escolar. La solución para mejorar el éxito escolar pasa por tener más en cuenta la naturaleza de la Educación y, por consiguiente, por reducir el tamaño de los centros educativos y el número de profesores que intervienen en un mismo grupo de alumnos, por crear un ambiente educativo que permita hacer realidad en los mismos las exigencias o notas de una Educación de calidad, esto es: que sea integral, que abarque las distintas potencialidades o capacidades de la naturaleza del alumno y dé respuesta a todas las exigencias de la vida; que sea armónica, que a cada potencialidad o capacidad se le dé la importancia y prioridad que le corresponde para su posterior formación escolar en cada etapa educativa y también para la vida, de modo que se establezca una jerarquía; que sea eficaz, que haya, por tanto, una relación adecuada entre objetivos, medios y resultados y que sea coherente. La coherencia se alcanza cuando el proceso educativo tiene unidad y todos los elementos que en él intervienen actúan ordenadamente en relación los unos con los otros, de forma que cada elemento educativo no obstaculice sino que refuerce la acción de los demás y cuya falta puede originar, no sólo la pérdida de calidad sino la desaparición de la Educación entre un cúmulo de elementos disgregados y sin sentido.

En relación con la armonía, Jean-Jacques Rousseau ya decía que “cada edad, cada etapa de la vida, tiene su percepción apropiada, la clase de madurez que le es propia”. Y Debesse añade que este éxito es el que el centro educativo debe favorecer, esta perfección la que debe alcanzar y es el conjunto de estos éxitos lo que define el éxito de la Educación entera. Si una etapa se descuida siempre le faltará algo al alumno, por mucho que se haga más tarde. Que la formación se detenga en su curso, antes del crecimiento, el fracaso será aun más grave.

Al actual tamaño de los centros se ha ido llegando a partir de los años 60 imitando a otros países que hoy están rectificando. Con la Logse, en muchas comunidades se unieron los centros de Preescolar y Primaria en un solo recinto. Se hace preciso desdoblar los centros así constituidos con dos o más líneas. Más necesario aun es desglosar de los centros de Secundaria la ESO, que al implantarse dio lugar, en muchos casos, a la masificación de estos, cuando los alumnos de esta etapa, en una edad crítica, que además tienen que convivir con otros de 18 o más años. La excesiva especialización del profesorado se inició con la Logse, y la LOE establece bases para que se corrija. Asimismo sería necesario reformar los Estatutos de los centros, y los horarios, sobre todo los de Educación Secundaria Obligatoria y rectificar la confusión entre situaciones de convivencia y situaciones de aprendizaje escolar para mejor atender a los discapacitados intelectuales en aulas específicas abiertas. Estas medidas no supondrían aumento en gasto, sino más bien lo contrario.

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