La Conselleria afronta el 28-N tras una legislatura marcada por las protestas
“Nos preocupa el estado anímico que está dejando el tripartito entre maestros y profesores; éste ha sido el período en el cual los docentes están más estresados y desanimados”. La declaración de la portavoz educativa de CiU, Irene Rigau, no es desacertada. Si algo ha marcado la última legislatura educativa ha sido la dura batalla que los docentes han protagonizado contra la Consejería de Educación liderada por Ernest Maragall. ¿El motivo? Por un lado, la aprobación y despliegue de la Ley de Educación de Cataluña (LEC), la primera norma de este carácter –se aprobó en julio de 2009–, y, por otro, los duros recortes que ha sufrido el sector.
Hasta seis manifestaciones y cuatro huelgas generales –una quinta acabó adscrita a la huelga general– se convocaron en sólo dos años para tratar de frenar algunos aspectos controvertidos de la norma, que relega el castellano de las aulas catalanas.
A los docentes tampoco se los escapaban los recortes: en 2010, el departamento educativo ha sido el que menos ha crecido de todos los que forman la Generalitat y el gasto por alumno se ha estancado, aumentando sólo 24 euros. Un frenazo presupuestario que no da respuestas a la alta concentración de inmigrantes en la red pública –hay más de un 85%–, el repunte de los barracones escolares –este curso empezó con 1.057, más del doble que en la época de CiU–, y el alto índice de fracaso escolar.
El reto del éxito
El panorama de los próximos cuatro años no es esperanzador: uno de cada cuatro alumnos de Primaria no estará capacitado para pasar a Educación Secundaria Obligatoria, tres de cada diez no superarán la ESO y cuatro de cada diez jóvenes estarán en paro por falta de formación.
Unas cifras que delatan las carencias del sistema educativo catalán. Además, el auge de la denostada “generación Ni-Ni”, adolescentes que ni estudian ni trabajan, –que ya suma los 125.000 individuos–, los ha convertido en una porción apetitosa del pastel electoral de cara al 28-N. A ninguna formación se le escapa su poder en las urnas y ya forman parte de los programas políticos. Una situación impensable en 2006.
La lengua
Una de las polémicas más encendidas que ha protagonizado la LEC ha sido la batalla por la lengua. El Partido Popular no dudó al llevar al Tribunal Constitucional la norma, que ignora el real decreto ministerial sobre la tercera hora de castellano a la semana. Con la LEC éste se anula porque a partir de ahora los centros, gracias al decreto de autonomía, pueden escoger libremente el currículum a impartir.
Durante esta campaña electoral sobre el modelo lingüístico de las escuelas, el PSC, –olvidando la presión de ERC– asegura que castellano y catalán son complementarios y asume una actitud neutral entre ERC, CiU e ICV, a un lado; y PP y Ciutadans, al otro.
ERC quiere extender la inmersión lingüística a toda la enseñanza, mientras CiU defiende que el catalán sea la lengua vehicular.