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“Si falta implicación de los padres, hay un discurso contradictorio familia-escuela”

Desde la privilegiada perspectiva de quien ha recorrido todos los ámbitos de la Educación, desde Magisterio hasta la responsabilidad de la Educación gallega, Celso Currás reflexiona sobre los retos de la enseñanza actual y su futuro.

Ruth LodeiroMartes, 15 de febrero de 2011
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Consejero de Educación durante nueve años en los gobiernos del PP de Manuel Fraga, revisa desde la distancia aquellos años de duro y fructífero trabajo. Celso Currás es, ante todo, un maestro e hijo de maestro. Un hombre vocacional que se inició en las aulas y escaló poco a poco todos los peldaños de la enseñanza. Se doctoró en Ciencias de la Educación y administró sabiamente la Educación gallega, no sin dificultades. Ahora ha vuelto a su puesto en la Inspección educativa y desde esa visión privilegiada analiza la situación actual y aporta algunas soluciones para volver a la sensatez en Educación.

Después de más de nueve años como titular de la Consellería de Educación, ¿cómo valora esa etapa política?
Ese tiempo lo considero un auténtico récord, no tanto por haber sido conselleiro, sino por haber estado con el presidente con el que estuve [en alusión a Manuel Fraga]. Es una persona muy exigente y para mí fue un honor muy grande trabajar con él.Comencé mi andadura en al año 1996 y me acabé convirtiendo en uno de los conselleiros más veteranos. Fue una etapa de mucho trabajo, de mucha ilusión y de mucho respaldo a los proyectos que planteábamos. Tuve además la suerte de haber sido también director general de Formación y Empleo y diputado del Parlamento de Galicia por la provincia de Lugo.

Le da la sensación de que le quedaron cosas por hacer…
En todo ese tiempo pude acometer muchas reformas y sacar adelante numerosos planes, pero evidentemente quedaron cosas pendientes. Cada ejercicio hacíamos una serie de proyectos para el año siguiente. También tuve la sensación de haber terminado muchas cosas. Unas de iniciativa propia y, otras, desgraciadamente, porque no quedó más remedio, como por ejemplo la aplicación de la Logse en Galicia con los problemas, entre otros, de los centros de la ESO. La implantación en Galicia con la consiguiente construcción de centros y dotación de equipamientos y nuevos profesores, necesitó de una inversión de más de 70.000 millones de las antiguas pesetas. Fue una ley impuesta por Madrid y que muchas comunidades autónomas implantamos en buenas condiciones pero con mucho desgaste político.

De todos los proyectos que impulsó en ese período, ¿cuáles destacaría como pioneros en la comunidad?
Alguno de los muchos proyectos autonómicos que destacaría serían el de implantación de las nuevas tecnologías (Siega), el Plan de Normalización Lingüística o el de Orientación educativa y profesional. La comunidad gallega fue la primera, en 1998, en implantar los departamentos de Orientación en Primaria, lo que posteriormente sirvió de modelo para otras comunidades. Es más, hoy en día aún lo está copiando alguna autonomía. Otro hito importante fue el plan de financiación universitario 2005-2010 y también hicimos un esfuerzo muy grande en la Formación Profesional, especialmente con el Plan integral de los tres subsistemas. Y se inició la gratuidad total de los libros de texto. Otra gran ilusión de nuestro mandato fue la construcción de los conservatorios musicales gallegos de las siete grandes ciudades y la construcción de muchos edificios universitarios, entre los que destaca el campus universitario de Vigo. El proyecto en el que más primó el corazón fue el Museo Pedagógico de Galicia (Mupega), que también fue un referente para otras autonomías

¿Echa de menos esa etapa?
Fue una etapa larga en la que nos habituamos a un ritmo de trabajo y de tensión muy duros. Cuando salí del Gobierno noté un gran bajón. Hoy estoy plena y exclusivamente dedicado a mi profesión de inspector de Educación.

Esta legislatura está siendo algo polémica en el ámbito educativo. ¿Le parecen acertadas las políticas impulsadas por el Gobierno de la Xunta?
Creo que es un acierto apostar por las nuevas tecnologías y por el plurilingüismo, como ya habíamos hecho anteriormente. En el primer caso, ha de cuidarse mucho la formación y motivación de los docentes.

¿Pero no cree que hay una parte del sector docente que le cuesta más asumir esta nueva era digital?
Hay gente con bastante edad pero con mentalidad abierta para actualizarse, pero es verdad que hay otra que no es partidaria de las nuevas tecnologías y sigue impartiendo clase con un sistema tradicional. La clave está en conseguir que el sistema de enseñanza tradicional y el nuevo sean capaces de ensamblarse perfectamente para evitar una ruptura. Además, la gente más joven puede ayudar a aquellos que por su edad puedan tener más problemas a la hora de adaptarse a las nuevas tecnologías, y así hasta acabarán gustándoles.

El último Informe PISA refleja una mejoría de los alumnos gallegos en competencia lectora, pero aún sigue por debajo de la media. ¿Cómo se podría reconducir la situación para obtener mejores resultados?
Estos informes son muy generales, reflejan tendencias, es decir, puede deducirse que en España hay problemas de comprensión lectora, que se puede notar cierta mejoría en el ámbito científico… Pero, de eso, a constatar claramente diferencias muy concretas entre comunidades o países es ya más complejo. Hay variables y aspectos cualitativos muy difíciles de cuantificar. En cualquier caso, como el mal de la competencia lectora está ahí, no hace falta que venga PISA a decirlo.

Y, como está ahí, ¿cuál es el origen de ese mal?
El problema de la comprensión lectora viene motivado por querer abarcar mucho. Ya desde que el niño entra en la enseñanza básica, a los tres años, se ve inmerso en un sistema de enseñanza con muchas materias, horarios rígidos, obsesión por los libros de texto y de ejercicios del alumno, sin darse cuenta de que el alumno necesita primero dominar las técnicas instrumentales básicas, la comprensión lectora, la capacidad de síntesis y de relación, etc. Es esencial construir el edificio formativo del alumno con sólidos cimientos, si no se derrumbará en algún momento.

¿Qué soluciones existen para encarar este problema?
Lo primero, disminuir la obsesión por los libros de texto, los horarios y las materias y pensar mucho más en los primeros cursos en lectura, escritura, cálculo, comprensión lectora y expresión escrita y oral. Lo segundo, fomentar de cara al alumno una atención lo más individualizada posible. En Galicia es algo que cada vez se podrá hacer mejor porque tenemos un número por aula relativamente bajo en comparación con España. Y tercero, exigir un nivel alto en la primeras edades en cuestiones trascendentales de formación básica, como ya hemos dicho. Los conocimientos, los conceptos, no deben preocupar hasta que se dominen las competencias y técnicas instrumentales básicas y las capacidades de comprensión y razonamiento.

¿También es posible que la disminución de la calidad docente tenga algo que ver en todo esto?
Más que a calidad docente, nos referiremos a calidad educativa, concepto muy complejo y ambiguo, pues está constituido por múltiples factores, entre los cuales están los recursos, práctica educativa, funcionamiento de los centros docentes… Evidentemente, las carencias en la formación básica tienen mucho que ver con todo esto. La enseñanza tradicional tuvo grandes errores pero también importantes aciertos. Creo que no se están sabiendo aprovechar estos.

Entonces, ¿ha empeorado la calidad?
Sí, y una de las principales causas es que la familia no está colaborando con el centro docente. No hace muchos años había mucha más implicación de los padres. Hoy no es así y esto da lugar a un discurso contradictorio entre la escuela y la casa . Lo que no se fomenta en el hogar no se le puede exigir a la escuela. Los progenitores quieren que su hijo haga una carrera, apruebe unas oposiciones, tenga una buena profesión… Pero no se dan cuenta de que si no se fomenta en casa el sacrifico, el esfuerzo y el orden, evidentemente no se va a conseguir.

¿Y si la calidad se vincula al conocimiento?
Hoy existe menos preparación, y de hecho una de las mayores críticas es la falta de base y de formación de los alumnos cuando van ascendiendo en el sistema educativo. En la enseñanza de no hace muchos años el alumno salía con dominio de una base instrumental y de los conceptos fundamentales de las diferentes materias. Hoy en día los alumnos llevan consigo unas deficiencias grandísimas y muchos problemas para poder practicar un aprendizaje autónomo.

Otro de los escollos actuales en la Educación es la falta de autoridad docente. ¿Cree que es necesario impulsar una ley para reforzar el estatus del profesorado, tal y como plantea la Administración gallega?
El problema de la autoridad sí lo hay, pero no sólo en el ámbito educativo, sino en general a nivel social. En estos momentos existe mucha agresividad que se refleja en una constante violencia. Se está confundiendo autoridad con autoritarismo. Nuestro país ha sido pendular, de una dictadura se ha pasado al extremo contrario. Cerca de un 50 por ciento de las familias practica un sistema de absoluta permisividad, según un reciente estudio. Estoy convencido de que estas leyes que se están implantando a nivel autonómico para darle la autoridad que le corresponde al maestro están bien enfocadas, pero no van a solucionar el problema a corto plazo. En cualquier caso, no puede dejarse a un docente desamparado, sin ningún tipo de protección por parte de la Administración.

El actual Gobierno de la Xunta está siendo criticado por su actuación con el gallego, ¿qué le parece su política lingüística?
Las protestas están muriendo. Lo que me preocuparía es que hubiese un abandono de nuestra lengua propia, cosa que no está ocurriendo. Se está fomentando la libertad pero sin restar importancia a ninguna de las lenguas del sistema educativo. Nosotros llevamos a cabo una potenciación y una normativa muy importante del gallego. El Gobierno bipartito del PSOE y el BNG aprobó un decreto claramente radical y extremista. El nuestro fue un bilingüismo limpio y armónico. Potenciamos el gallego pero nunca practicamos la imposición. Fui responsable de Política Lingüística de la Xunta durante nueve años y no tuvimos conflictos. Ahora, el actual Ejecutivo relajó la tensión creada por el citado Gobierno bipartito, dio más libertad, más posibilidades de que la comunidad educativa decida; y yo creo que el gallego no está amenazado.

¿No le parece un poco idealista incluir el inglés cuando los docentes no están preparados para impartir determinadas asignaturas en esa lengua?
Es que no le queda más remedio al sistema educativo que subirse al carro del inglés. España es uno de los países peor situados en dominio de idiomas. El inglés es absolutamente imprescindible y el profesorado tendrá que ir, poco a poco, consiguiendo su utilización en la enseñanza.

Para que se asiente tal y como se prevé en el decreto, ¿tendrán que pasar muchos años?
Yo no sé si muchos, pero desde luego no va a ser un proceso rápido. Hay que crear la conciencia en el ámbito educativo de que el inglés es imprescindible y que tiene que ser potenciado de la manera más urgente posible. Evidentemente va a costar trabajo y un esfuerzo económico muy grande si se introducen en el sistema profesores nativos. Por ahí vamos por buen camino y el tema de las lenguas no puede ser nunca de enfrentamiento y de conflicto.

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