“Viajar contribuye a convertirte en una persona más autónoma”

Diana Cabezudo nació en Valladolid en 1977. A los 16 años se marchó a Estados Unidos, donde estuvo un curso escolar. Desde entonces ha vivido en distintos países donde ha estudiadoy ejercido como profesional en el campo turístico. Ahora publica Estudiar en el extranjero. Una guía para aprender y disfrutar de la experiencia.

Estrella MartínezMartes, 22 de marzo de 2011
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¿El libro sirve de guía para cualquier destino del mundo?
Sí, eso es. Es una guía para todas aquellas personas que se plantean estudiar en el extranjero –sin importar la edad ni el destino–. En realidad lo que trato de resolver a lo largo de las páginas son las típicas dudas que a todos nos pueden surgir cuando decidimos emprender esta aventura de estudiar fuera y que suelen ser comunes para cualquier persona y país que se elija.

En el libro intento, sobre todo, dar algunas claves para facilitar el proceso de adaptación a un lugar extranjero y ayudar a integrarse en él de la mejor forma posible.


Tú tienes experiencia en vivir, estudiar y trabajar fuera de España, ¿fue esto lo que te animó a escribir?

Sí, por supuesto, todo ese bagaje ha sido determinante. Cuando tenía 16 años salí por primera vez para estudiar en un instituto de Arizona. A partir de ese momento no he dejado de viajar. Unos años más tarde estuve de Erasmus en Munich. Después de acabar mi carrera trabajé en varias ciudades de Alemania y he vivido dos años en Brasil. Asimismo, he viajado por los cinco continentes durante largas temporadas. A esto se une que en varias ocasiones he acompañado a jóvenes en sus viajes de estudio a EEUU.

Todo ello me animó a escribir este libro con la intención de ayudar a otras personas a perder los miedos que habitualmente se tienen y a facilitar su adaptación al nuevo entorno.

Es importante que los jóvenes y sus padres tengan claro no sólo la importancia de los idiomas, sino también que su estudio tanto fuera como dentro de España requiere tiempo y esfuerzo. ¿No te parece que nos engañamos pensando que con pasar un par de meses en el extranjero ya se puede dominar una lengua?
Sin duda, la total inmersión en un idioma es la forma más eficaz de aprenderlo y requiere, como bien señalas, esfuerzo y persistencia en su estudio. Pienso que para conseguir manejarse bien lo ideal es vivir como mínimo un año en el país que se elija. Salir temporadas cortas –de un mes, por ejemplo– durante varios años seguidos facilita soltarse, pero ello requiere además un estudio y seguimiento continuo durante el resto del año porque, como todo, si no se practica habitualmente, se olvida.

Tú eres un ejemplo de persona que ha aprendido varios idiomas, ¿cuáles son los beneficios?
Como comento ampliamente en el primer capítulo del libro, son muchos los beneficios que te ofrece estudiar en uno o varios países extranjeros. El principal motivo por el que solemos estudiar fuera es para mejorar un idioma diferente al nuestro, lo cual, sin duda, nos va a abrir muchas puertas en nuestro futuro académico y profesional. Sin embargo, no sólo se aprende una lengua. Incluso estudiando en un país donde se habla tu idioma, la experiencia es también muy enriquecedora. Al convivir en un país extranjero aprendes sobre otras culturas, formas de vida… flexibilizando y abriendo así tu mente. Esto ayudará a convertirte en una persona más tolerante y respetuosa hacia los demás y hacia lo diferente.

Por otro lado, al viajar, aparte de conocer nuevos lugares, haces nuevas amistades, ganas seguridad en ti mismo y adquieres una gran cantidad de destrezas para “manejarte” con soltura en entornos desconocidos.

En definitiva, todo ello contribuirá a convertirte en una persona más autónoma y madura y con un perfil internacional, característica muy demandada actualmente.

Lo de ‘irse fuera” es algo casi obligado hoy en día, ¿qué consejos darías a los jóvenes para que saquen el mayor partido a esta experiencia?

Precisamente en el capítulo octavo del libro me refiero a algunas sugerencias que dada mi experiencia resultan muy útiles. De hecho, considero que hay “cuatro claves” básicas para una integración exitosa. En el libro las comento detalladamente e ilustro con varias anécdotas reales. Para no alargarme tan sólo me voy a referir a lo importante, que es ir con una mente abierta, flexible, una actitud positiva, sin prejuicios, con disposición a integrarse en todas las oportunidades que surjan, incluidas actividades culturales, deportivas, de ocio… Todo ello ayudará a afrontar los posibles desafíos que se presenten.

¿Cómo transmitirías que la experiencia adquirida permanece durante toda la vida?
A lo largo del capítulo 10 comento detalladamente este aspecto que se suele pasar un poco por alto pero que, considero, es de gran importancia. Además de aprender un idioma que, si lo practicas a menudo, lo mantendrás sin duda a lo largo de los años, no hay que olvidar el impacto que esa experiencia tendrá en tu persona. Todas las situaciones por las que pasas durante una estancia en el extranjero –tanto positivas como negativas– son vivencias, experiencias personales de las que obtener aprendizajes.

La moda de irse fuera parece que sólo atañe a jóvenes aunque no debería haber límite de edad. ¿Cómo animarías a gente de otras edades a tener experiencias educativas o laborales?
Por supuesto pienso que no hay límites de edad a la hora de emprender esta fantástica aventura y animo a todos a pasar por ella por lo menos una vez en la vida. Actualmente existe una gran diversidad de programas adaptados a todas las edades, niveles y a los más diversos intereses y circunstancias personales. Por todo esto, ¡no hay excusa!

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