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Sólo accederá al MIR docente un cupo de los mejores candidatos

El sistema de selección de Docente Interno Residente (DIR), al igual que el MIR sanitario, prevé una selección previa de los mejores, ya que su lógica se basa en la existencia de un cupo máximo.

Diego FranceschMartes, 21 de febrero de 2012
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Hace escasos días, Innovación Educativa Siglo XXI (Ined21) presentó a la comunidad educativa un informe que parte de diagnóstico educativo desde el “realismo educativo”,con la finalidad de ofrecer a la sociedad un nuevo modelo de selección del profesor y un cambio metodológico de la escuela. Sus autores, los profesores José Luis Coronado y Víctor González, resumen su propuesta en la idea de ofrecer “un nuevo proceso de selección, formación y renovación del docente y, como consecuencia de lo anterior, una nueva cultura evaluativa que dinamice todo el sistema educativo”.

El nuevo modelo de selección del profesor que proponen se denomina DIR, a ejemplo del MIR sanitario que proponen actualmente partidos políticos como el PP o el PSOE. Para Ined21, en el sistema actual “cualquier licenciado con cualquier media universitaria puede ser profesor” y, además, “falta formación metodológica y pedagógica ya que el currrículum universitario no está conectado con la docencia directa”.

Por otro lado, los autores del informe creen que ni el CAP ni el Máster cumplen la función que la docencia demanda y, junto a ello, “falta experiencia y adecuación profesional por parte de los docentes en práctica en el comienzo de su carrera profesional”.

Por todo ello, Ined21 propone la creación de la figura del DIR (Docente Interno Residente). Para acceder a esta figura existirían cupos de plazas limitados. “El cupo de docentes internos residentes no puede ser igual al cupo necesario –añaden estos autores– pues volvería rígido e ineficaz al propio proceso selectivo”. Un cupo que seleccione a los mejores implicaría que si, por ejemplo, son necesarios 500 docentes, sólo se admitirían 750 plazas (dos tercios). De igual modo, sólo se podrían presentar el 30% de los mejores expedientes académicos. Finalmente, una entrevista personal valoraría el perfil psicológico idóneo para ejercer la docencia.

Superada esta fase de selección, se iniciaría una segunda fase de formación. Compuesta de un año de formación teórica y dos años de prácticas.

El nuevo modelo que propone Ined21 se basa en la cultura de la evaluación realizada desde el propio centro educativo y una evaluación externa realizada por las administraciones cada tres años y que establezca unos criterios de excelencia educativa. Además, la evaluación debe llegar al alumno, a través de pruebas externas al final de cada etapa que mida la adquisición de competencias básicas. Para los autores, “la autonomía del centro educativo, para adaptar y adquirir esos objetivos de excelencia, tiene una contrapartida: la responsabilidad de los resultados de esas evaluaciones periódicas, que el centro y los docentes deben asumir”. El informe añade a todo esto la publicidad de las evaluaciones, lo que implica “una mayor corresponsabilidad”.

¿Cómo se educa?
Pero la propuesta de Ined21 no se limita a preguntarse sobre quién educa sino también cómo, es decir, qué ocurre dentro del aula. La falta de formación pedagógica es una de las primeras conclusiones de este informe. Formación para hacer frente a “complejidad del alumnado, sus intereses contradictorios frente a la enseñanza formal, la percepción de falta de disciplina que muchos docentes señalan o silencian como obstáculo para su labor, la aceleración del conocimiento del siglo XXI que deja obsoleto un currículum basado en una sociedad industrial que ya no es la nuestra”.

Frente a todo lo anterior los docentes siguen reafirmándose en un objetivo: ¿cómo puedo educar mejor? Los autores del informe defienden una propuesta denominada “equilibrio metodológico”, que consiste en integrar, dentro de la formación docente, las diversas estrategias pedagógicas que el siglo XXI demanda: estrategias tradicionales, de transmisión directa; estrategias constructivistas, implicando activamente al alumno; y las estrategias horizontales para la integración progresiva de las TIC en el proceso de enseñanza aprendizaje. Para los autores, equilibrio metodológico significa que, según el tipo de conocimiento, el nivel y complejidad del alumnado, y los recursos del aula, un docente debe poder adaptar las diversas estrategias en el contexto educativo. La hipótesis de los autores es que la persistencia en una enseñanza tradicional se debe a un doble motivo: la falta de una cultura evaluativa que señale sus insuficiencias, y la falta de una renovación metodológica y pedagógica como consecuencia de lo anterior.

Junto a la falta de formación pedagógica, el informe subraya la falta de formación tecnológica del docente, con dos vertientes: el uso de las TIC por parte de generaciones de docentes no nativos digitales, y la adaptación metodológica y pedagógica que las nuevas tecnologías implican en el proceso de enseñanza aprendizaje.

Creen los autores que todo ello contrarrestaría la falta de motivación en el docente; la falta de disciplina en el aula; una burocracia administrativa que ahoga su esfuerzo pedagógico; falta de claridad y adecuación de su trabajo o la sensación de que su trabajo y opinión no han sido tenidos en cuenta.

Evaluación

  • “En una serie de países, la evaluación de los profesores y el retorno de información de la misma se reflejan en la convicción de las propias habilidades docentes, es decir, cuando los profesores perciben que su trabajo obtiene respuesta, mayor es su confianza en su capacidad para enfrentarse a los retos de la enseñanza . Sin embargo, esta relación no siempre es visible cuando se consideran otros factores, lo que indica que estos terceros elementos intervienen también en su rendimiento. En algunos países, los profesores comunicaron niveles más altos de autoeficacia después de haber recibido el reconocimiento público como resultado de la evaluación ” (Informe Talis. OCDE 2009).
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