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“La reválida en Primaria debería ser obligatoria para acceder a la ESO”

Jimeno apuesta por la cultura del esfuerzo con pruebas de superación obligatoria en Primaria y Secundaria. Defiende que la Educación Primaria vuelva al sistema anterior y los alumnos permanezcan en el centro hasta los 14 años.

Noelia RamírezMartes, 22 de mayo de 2012
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Antonio Jimeno (Barcelona, 1950), es doctor en Ciencias Biológicas e Ingeniero Técnico en Química Industrial. Catedrático en Secundaria desde 1978, conoce con profundidad los entresijos de los institutos y, por ello, se convirtió en el presidente del sindicato AMES (Acción para la Mejora de la Educación Secundaria). Tras publicar numerosos libros de texto de Biología y Geología, compagina las clases y el análisis de la realidad educativa con su otra gran pasión, la vida marina. Es investigador en Biología y está especializado en la sistemática y ecología de los crustáceos.

¿Apoyará la huelga del día 22?
Hay motivos de sobra para hacer una huelga, pero el problema es que aunque la huelga tuviera un gran éxito, no por ello llegará más dinero a los centros educativos y a las universidades. Por ello, nuestro sindicato no pedirá al profesorado que pierda un día de sueldo para hacer una huelga contra unos recortes que son inevitables. Si la huelga se hiciera para conseguir cambios en el sistema educativo que mejoraran su eficiencia seríamos los primeros en secundarla, porque eso sí se puede conseguir. Lamentablemente los grandes sindicatos no defienden estas cosas, siempre han estado en contra de todo aquello que supone esfuerzo académico.

¿Qué análisis hace del Real Decreto del Ministerio que plantea un recorte de 3.000 millones de euros, con el respectivo aumento de alumnos por clase?
Evidentemente lo encuentro mal, nadie puede estar de acuerdo con reducir recursos en la Educación. Otra cosa es que lo considero inevitable. Algunas comunidades están pidiendo préstamos a altos intereses para pagar las nóminas y eso es lo primero. Donde más afectará el aumento de alumnos por clase es en la Secundaria, porque es donde hay una diversidad más alta de capacidades e intereses. No se puede tener en la misma clase a alumnos de 15 y de 16 años, que unos no quieren seguir estudiando y otros quieren estudiar, por ejemplo, una ingeniería. Esto se podría evitar si se establecieran vías diferentes a partir de los 14 años. Es un modelo más económico que el actual ya que si el alumnado tiene unas capacidades y unos intereses más parecidos, sí se pueden tener más alumnos por clase sin ningún problema.

¿Qué problemas presenta la LOE?
Los tres principales problemas son, en primer lugar, que desde la Primaria acceden a la ESO muchos alumnos que todavía no están preparados para aprovechar esta etapa. También nos encontramos con que la ESO obliga a todos los alumnos a estar en la misma aula hasta los 16 años, o hasta los 18 en el caso de los repetidores, y una parte de los alumnos tienen dificultades para seguir el ritmo y acaban creando conflictos, mientras que otros se aburren, desaprovechan estos años de formación y no adquieren los necesarios hábitos de estudio. Por último, los centros están regalando muchos títulos de ESO para tener suficientes alumnos con los que llenar las aulas de Bachillerato. Si no lo hicieran, los alumnos de ESO suspendidos se irían a otros centros más permisivos. Esto lo saben los alumnos y, por ello, muchos no se esfuerzan. Además, los alumnos saben que sacando un 5 en la ESO ya es suficiente para entrar en la FP y que para entrar en la universidad las únicas notas que cuentan son las de Bachillerato.

¿Qué soluciones plantea?
Establecer una prueba externa oficial al final de la Primaria, cuya superación sea obligatoria para acceder a la ESO y otra al final de la ESO, cuya superación sea imprescindible para poder seguir estudiando, ya sea el Bachillerato o la FP. Para evitar un aumento innecesario de alumnos que no obtienen el Graduado en ESO, la reválida de ESO que proponemos debería tener tres modalidades: la que da acceso al Bachillerato y a la FP, la que sólo da acceso a la FP y la que sólo da acceso al mundo laboral. Con este sistema se reduciría el fracaso escolar al final de la ESO ya que la reválida que sólo da acceso al mundo laboral sería muy básica.

¿Por qué se debe aplicar esta reválida?
Porque es ahí donde empieza el problema. Actualmente acceden a la ESO el 98% de los alumnos de Primaria, cuando un 22% de ellos no están preparados para hacerlo, como han demostrado las pruebas externas que se han hecho en 6º de Primaria en Cataluña. Estos alumnos están abocados a fracasar en la ESO, perjudican sin querer a sus compañeros, dificultan la tarea del profesorado y generan un problema a sus padres, ya que requieren una gran dedicación de tiempo para intentar que aprueben. Todo esto se podría evitar si al final de la Primaria hubiera una reválida realizada por la Administración, no por el centro, y los alumnos que no aprobaran tuvieran que repetir el 6º curso de Primaria y volverse a presentar.

¿Qué debe cambiar en los institutos?
Nosotros pensamos que se debería volver al sistema anterior, en el que los alumnos estaban en los centros de Primaria dos años más, es decir hasta los 14 años. Los motivos para ello son que los alumnos de 12 y 13 años no necesitan un profesor especialista de cada materia sino unos pocos maestros bien preparados que les impartan varias materias, tienen dificultades para estar mucho rato seguido escuchando y su capacidad de reflexión y abstracción es todavía baja. Además, si se hiciera así, todos los alumnos de pueblos pequeños podrían estar escolarizados en su propio pueblo y eso eliminaría todo el gasto que actualmente comportan los comedores y los autocares. A partir de los 14 años los alumnos que han superado la reválida de Primaria podrían iniciar un Bachillerato de cuatro años o una FP de primer grado de dos años y luego, a los 16 años, quienes quisieran podrían continuar con FP.

¿Qué le pide al Gobierno?
Que tenga el valor de cumplir con su obligación de poder asegurar a la sociedad que los títulos oficiales garantizan unos determinados conocimientos y habilidades. Para ello es imprescindible establecer pruebas externas, como hacen casi todos los países europeos.

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