Con la Educación de la mujer africana sí se puede

Este premio tiene como finalidad “dar visibilidad y prestar ayuda a aquellas personas o instituciones que consideran a la mujer como el verdadero motor con el que África puede salir del subdesarrollo y trabaja para que pueda disfrutar con igualdad y dignidad del acceso la Educación y al trabajo”, explican desde la organización.
Estrella MartínezMartes, 23 de octubre de 2012
0

Ezinne Ukagwu es economista por la Universidad de Nsukka (Nigeria). Completó sus estudios en el campo de la hostelería en Italia, pero ella fue una de esas mujeres africanas que decidió volver a su país para echar una mano. Confiesa que siempre le encantó la vida rural y que cree profundamente en las palabras que le dijo su madre: “Si puedes darte a los demás, estarás más contenta”. Así que en 1992 promovió junto con otras mujeres el Centro Rural de Desarrollo de Iroto –al Oeste del país, una zona muy pobre–, lugar que dirige desde 2002. “Llegamos allí y preguntamos a las mujeres qué podíamos hacer, en qué podíamos ayudar, qué querían aprender para mejorar. Nos dijeron que lo primero es la Educación”, explica Ukagwu. Así que empezaron alfabetizando a las madres y enseñándoles inglés, para que pudieran tener posibilidades más allá de sus comunidades. “Ellas tienen mucha capacidad, pero no sabían qué hacer. Cuesta mucho cuando eres mayor, pero están dispuestas a todo. La mujer nigeriana es muy valiente y no tiene miedo de las dificultades, está acostumbrada a trabajar en el campo, por lo que tiene paciencia y fortaleza”, añade Ukagwu. En la escuela también reciben cursos de cocina y nutrición para saber utilizar la multitud de productos básicos que existen la alimentación nigeriana. “Las muejeres suelen tener prejuicios culturales y rechazan alimentos imprescindibles en la dieta”, apunta la nigeriana, de ahí la importancia de estas clases. “Las estudiantes han aprendido a mejorar la alimentación de su familia”, añade. Con la misma idea, reciben clases de agricultura “para mejorar su trabajo en el campo”.

Poco a poco empezaron a verse cambios en las familias, los maridos estaban contentos y las niñas “nos dijeron que ellas también querían aprender”, apunta la nigeriana. Así fue como nació el centro de Primaria, en un lugar donde se da prioridad absoluta a los niños para ir a la escuela, “las niñas se quedaban en casa trabajando”, dice Ukagwu.

Es interesante ver cómo han conseguido que se implique la sociedad nigeriana, que colabora con la financiación. Esto, y la ayuda de organizaciones como Manos Unidas y de particulares europeos, facilitó la apertura en 1996 del centro de atención Primaria de salud Abidagba Clinic, algo que era una necesidad básica en la zona, donde existía un altísimo nivel de mortalidad infantil –han conseguido reducirla de un 60% a un 25 en la zona–. En la clínica, que llega a los 33 pueblos de la zona, también imparten cursos de higiene, primeros auxilios, cuidados de bebés, prevención de dolencias menores, etc. Aquí también era importante cambiar la mentalidad del lugar. “Al principio nadie quería venir a la clínica”, dice Ukagwu, todas se fiaban más de lo tradicional, pero después de ver que “venían y se curaban, decicieron volver”. Es precisamente para esa clínica para la que piden un Land Rover. Porque “vamos andando y en bici a ver a los enfermos que no pueden desplazarse a la clínica”, explica Ukagwu.

Como complemento de todas estas actividades, en 2005 se inauguró una Escuela de Hostelería y Turismo cuyo objetivo primordial es proporcionar a las estudiantes una carrera en un campo de gran proyección en el país. La mayoría de las graduadas han obtenido empleo en el sector y las que no, han emprendido sus propios negocios. Para conseguirlo “les damos microcréditos, que luego ellas siempre deevuelven para que puedan servir de ayuda a otras mujeres que pasen por su misma situación”, confirma orgullosa Ukagwu. Para ellas no existe el paro, sino todo lo contrario. Demandan muchas más trabajadoras de las que pueden ofrecer porque no tienen dinero suficiente para becar a muchas alumnas, de ahí que trabajan para que crezca la implicación de las administraciones nigerianas y que
así más chicas puedan estudiar –una beca anual cuesta 250 euros–. “Saben que nuestras alumnas tienen ética, que se puede confiar en ellas, han sido educadas en la paz y la solidaridad”, y por eso son muy demandadas.
“Ahora hay más igualdad entre mujeres y hombres. La Educación de la mujer africana es el motor que cambiará África”, defiende Ukagwu, como otras de sus compatriotas.

0
Comentarios