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“Si te crees el dueño de la verdad es que estás faltando el respeto a tu alumno”

Defiende el “holismo” en el aula y asegura que la labor del maestro no es enseñar, sino facilitar el aprendizaje. ¿Sus tres actitudes básicas para un buen desarrollo?: “La aceptación incondicional, la empatía y la congruencia”.   

Noelia RamírezMartes, 6 de noviembre de 2012
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Ana María González Garza es doctora en Desarrollo Humano por la Universidad Iberoamericana de México. Ha sido pionera en el enfoque transpersonal en el mundo hispanoparlante. Es autora, entre otras obras, de Colisión de paradigmas (publicado en Kairós), Enfoque centrado en la persona: Aplicaciones a la Educación; El niño y su mundo, y El niño y la Educación. Visita Barcelona para presentar su último libro, Educación Holística (Kairós) y para participar en la conferencia “Educación Holística. La pedagogía del siglo XXI”, organizada por el Instituto Abierto de Educación Holística.

¿Qué es la Educación holística?
Es una Educación integral que va dirigida al desarrollo psicológico, social y espiritual a la persona desde que es un bebé hasta que es un adulto. Entiendo la espiritualidad como esta capacidad que tenemos todos los seres humanos de trascender, no necesariamente dentro de una religión o ideología. Es ir más allá.

Su libro está ligado a su experiencia personal. ¿Qué le ha llevado a escribirlo?
Mi experiencia en la Educación. Siempre he estado metida en este mundo. En Primaria, por ejemplo, mi Educación fue pavorosa. Era un número de lista y me hacían sufrir muchísimo. Luego tuve la oportunidad de estar en una escuela muy abierta y después pasé a la maestría. Todo esto me llevó a decir que si no hay una Educación en la que te involucres con las personas, no hay Educación. Otro punto importante fue mi propia Educación, darme cuenta de que mientras yo vaya desarrollando mi propia conciencia yo voy a poder educar. Por último, en la medida en la que interactuamos con otro ser humano, nos estamos educando mutuamente. Llegué a la tesis de que todos estamos siendo educados y a la vez somos educadores, pero que no lo hacemos con conciencia. En la medida en que cobremos conciencia, educaremos mejor.

¿Qué fallos ve en la figura del maestro hoy en día y qué se puede mejorar?
Básicamente, la falta de interacción humana con el alumno e incluso los padres. Yo siempre hablo de tres actitudes básicas : la aceptación incondicional de la persona (no de sus acciones), la empatía (ponerme en los zapatos del otro para ver cómo está viviendo) y la congruencia (si yo a alguien le digo que “tienes que ser un ser humano” pero estoy siendo un infame con la persona, realmente no funciona). Esas tres actitudes son la base para todo maestro. En la medida en la que el maestro crece, en esa medida promueve el desarrollo.

¿Qué falla en el sistema?
Te hablo de México que es lo que más conozco. Allí el maestro se cree el dueño de la verdad. Dice “hay que pensar”, pero no dice “hay que sentir”. No quiero generalizar, pero los fallos que veo es la falta de respeto al alumno. La falta de congruencia. Están casados con el programa. Piensan que lo tienen que acabar aunque maten a los chicos, lo anteponen a las personas. Su evaluación está demasiado centrada en ellos y en el currículo, no en el chico.

En sus páginas dice que la disciplina le hizo ser “mediocre, tímida e insegura”. ¿Qué enfoque propone en las relaciones entre profesor y alumno?
De pequeña viví una disciplina muy rígida, casi “hitleriana”, que de alguna manera no te deja ser persona. Eres lo que la maestra y el profesor dicen que seas. ¿Cómo se cambian estos patrones con una relación interpersonal? Normalmente el maestro tiene pavor a la relación interpersonal porque creen que van a perder el respeto. Que un alumno pueda retroalimentar al maestro no está bien visto. El respeto siempre debe estar en el aula, pero que no tiene nada que ver con la autoridad del profesor. Debe ser recíproco entre ambos. Una disciplina férrea, va a crear robots. Una disciplina con una relación humana, la puedes manejar perfectamente. No se trata de que el profesor plantee las normas, sino de que todo el grupo las plantee, las trabaje en conjunto. Esto para mí es una autoridad compartida, una autoridad de servicio. No una autoridad que traigo marchando a los jóvenes. En casa sucede lo mismo. Los padres dicen demasiado “porque yo lo digo”, cuando en realidad deberían proponer “vamos a hablarlo”. Se trata de sentirse parte de un grupo, no de sentir que “yo domino al grupo”. Siempre me peleo cuando colocan estrados para que al maestro se le vea por encima.

A nivel educativo, puede chocar con las doctrinas que se están tratando de imponer en los centros, apostando por volver a la autoridad en el aula. ¿Cómo ve este proceso de regresión?
En México está pasando al revés. Cada vez hay una Educación más abierta, y la Educación pública, aunque no se ha abierto a la espiritualidad, se ha abierto a las relaciones humanas, a una atención más personalizada. ¿Qué pasa cuando vamos para atrás? Debemos decir que hay otra forma de educar. Se trata de romper un paradigma, aunque no es fácil. Decirle al maestro que puede tener una disciplina y los chicos pueden aprender disciplinariamente sin necesidad de imponer castigos no es fácil.

Afirma en su libro que “ser maestro es ser uno mismo”. ¿Cómo se consigue?
Ser maestro es ser uno mismo significa que en la medida que voy creciendo como persona, soy capaz de educar mejor. En lugar de restringir, voy a ayudar a expandir la conciencia. Lo que yo soy es lo que doy. Esto tiene que ver con mi propio desarrollo. Si tengo de-sarrillo pobre tanto en lo social como en lo afectivo, lógicamente voy a tener limitaciones. Yo digo mucho que nadie puede dar lo que no tiene y nadie puede compartir lo que no ha experimentado y nadie puede enseñar lo que no sabe.

También introduce el concepto de la agenda oculta…
La agenda oculta del maestro es traer cosas de tu vida que se han quedado atoradas. Cuando pretendo que los alumnos hagan aquello que nunca pude realizar. Cuando lo que quiero es manipular a los alumnos y lo hago de una forma muy discreta, esa es la agenda oculta. Cuando quiero lograr a través de los alumnos resolver mi problemática personal. La agenda oculta puede ser ese afán competitivo entre compañeros para tratar que mi clase sea la mejor y medio mato a mis alumnos para conseguirlo .

¿Cómo podemos acabar con esa competencia entre profesores ahora que los ránkings entre centros están tan de moda?
En México están de moda las competencias y la secretaria de Educación Pública me invitó a impartir unos cursos sobre competencias, pero yo aposté por decir que debíamos competir contra nosotros mismos, no contra el resto. Se trata de intentar hacerlo mejor que ayer, en lugar de pisar al otro para conseguirlo. Esto se puede aplicar al concepto de las inteligencias múltiples, profundizar en lo que mejor se nos da. Ya sea pintar, o bailar. Hay que ayudar a desarrollarlo, pero sin olvidar al resto.

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