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“Tienes que creer que todo el mundo tiene el potencial para aprender”

Es difícil decirle a alguien que vive en una utopía cuando siendo un niño la Educación le cambió la vida y ahora, que es adulto, se sirve de esa misma arma para cambiar la vida de los demás. Sir William es un ejemplo vivo de que sí se puede.

Estrella MartínezViernes, 7 de diciembre de 2012
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El “Phoenix” High School está en uno de los peores barrios de Londres. En los 90 era un centro famoso y no por su buen hacer, sino por todo lo contrario. Alumnos y profesores se iban. Entonces surgió la figura de Sir William Atkinson como si de un héroe de película se tratara. La buena noticia es que su historia tiene poco de ficción, por eso se ha convertido en un ejemplo real y en inspiración para el mundo educativo.
Nadie quería estar allí, pero usted aceptó dirigir el Instituto “Phoenix” en 1995. ¿Qué te llevó a tomar esta decisión?
Al principio no quería porque era director en una escuela muy buena. Allí estuve siete años y las cosas empezaban a funcionar de la manera que yo quería que lo hicieran. No quería dejar eso, habíamos trabajado muy duro para crear un equipo de gente y teníamos planes para seguir mejorando. Por otro lado, cuando fui al “Phoenix” me quedé impactado con lo que vi: muchísimos niños comportándose mal, aburridos e indiferentes, muchos profesores a los que parecía que no les importaba, vi vandalismo en los edificios de la escuela, etc. Lo que yo vi era un lío y el lío fue confirmado por los informes gubernamentales que dijeron que era un fracaso de escuela. Pero, al final, decidí que sí. Me decidí porque la Educación ha sido una parte fundamental de mi propio viaje personal. Si no hubiera sido por la Educación y el apoyo de los profesores, no creo que hubiera progresado. Tenía una deuda con el sistema. Así que decidí aceptarlo.
¿Cómo se enfrentó a ese “lío”?
Cuando llegué muchos de los profesores se iban. Cuando les dije lo que había que hacer y lo que era necesario para lograrlo muchos dijeron que era imposible con los niños que teníamos porque eran poco inteligentes, venían de hogares donde no les importaba, eran vagos. Yo les dije que eso era basura, que todos los niños pueden lograrlo. Nuestros alumnos no están en el mejor punto para conseguirlo, pero no importa, y yo soy ejemplo de esa constancia. Como yo era muy fuerte e inquebrantable en esta creencia no había posibilidad de negociación, así que muchos de los profesores se fueron.
¿Cómo consiguió atraer a los docentes?
Como el instituto tenía una reputación de fracaso, los profesores no querían venir. Así que reclutarlos fue difícil y si venían era difícil que se quedaran. Nosotros queríamos profesores que fueran muy buenos y que se quedaran cuatro o cinco años como mínimo, porque los cambios constantes minan la confianza de los jóvenes alumnos, su compromiso de aprendizaje. Los primeros cuatro años fueron muy mal, nos faltaba el ingrediente principal: buenos docentes. Entonces decidí pagar un bonus. En Inglaterra nosotros administramos todo el dinero que pertenece a la escuela. Cogimos parte de ese presupuesto para pagar el extra de los profesores, con la finalidad de reclutarlos y retenerlos. Con este aliciente decidieron quedarse, lo que le dio estabilidad al instituto. Podíamos empezar a trabajar con los profesores para intentar conseguir que fueran más eficaces. Gracias a esto los alumnos empezaron a mejorar, lo que hizo que los profesores se animaran porque vieron que su trabajo estaba marcando la diferencia. La consecuencia es que ellos se sentían mejor y empezaron a actuar como si se tratara de una escuela normal, donde los niños vienen a clase, la mayoría quiere aprender, se portan bien, etc. Así que los padres empezaron a apoyarnos y a decir al resto de la gente de la comunidad que las cosas estaban cambiando, que los chicos estaban felices, que se sentían seguros. En este proceso fue fundamental que los profesores entendieran que cada uno de ellos es un líder. Empezaron a creérselo y a asumir responsabilidades. Cuando un estudiante suspendía, el profesor se preguntaba qué podría haber hecho de manera diferente para obtener un resultado mejor.
Justo lo opuesto a la tónica dominante que te lleva a culpar a las familias, la sociedad, la crisis, etc.
Si vas a culpar a los niños porque son pobres, porque no hablan inglés –hay muchos inmigrantes en el centro–, porque sus padres no están adecuadamente formados… debes recoger tus cosas y marcharte a casa. Educar quiere decir hacer crecer a la gente, hacer a la gente más grande. La ruta del éxito es sobre aspiraciones, es coger a la gente en el lugar donde los has encontrado y hacer que avancen hacia el siguiente nivel, y luego hacia el siguiente.
Usted es un ejemplo de liderazgo educativo, pero, ¿qué es un líder para usted?
Un líder es alguien que origina ideas, tienes que ser inteligente, un buen pensador. Es necesario que puedas construir una visión de futuro, entender cómo esta visión puede hacerse realidad, qué necesitas para hacerla realidad. Necesitas una gran cantidad de energía, de optimismo, ser positivo, tener la mentalidad de que todo el mundo tiene el potencial de ser mejor en lo que hace. Al mismo tiempo, el líder es alguien que sabe escuchar, tienes que entender lo pequeño que tú eres en el gran conjunto.
Hay gente trabajando en esta línea, pero otros tantos están perdidos, ¿cuál es el mensaje para ellos?
Los únicos educadores que están preparados para hacer avanzar a sus alumnos son los que asumen la responsabilidad de marcar la diferencia en la vida de los niños. Es verdad que los profesores no trabajan fuera de la sociedad, tienen muchas presiones externas que están fuera de su control, pero lo que no está fuera de su control es que tienes a 30 niños delante de ti dispuestos a aprender. Ése es tu trabajo, coger a esos niños y llevarlos tan lejos como sea posible. La diferencia se puede marcar en la medida en que se dan oportunidades de vivir a esos niños. Claro que es más fácil para los docentes si tienen muchos recursos, no todos valen para un sitio como el “Phoenix”. Así que parte de lo que el sistema necesita hacer es identificar a esta gente para que puedan trabajar en sitios como este instituto, aquí necesitas a los mejores.
Con esta actitud ha probado que es posibe una Educación de calidad para todos.
Tienes que partir de la base de que todo el mundo tiene derecho a recibir una buena Educación, además tienes que creer que todo el mundo tiene el potencial, la habilidad para aprender y mejorar. Al final del día no todos, incluso si has dado lo mejor de ti, van a tener éxito, pero tienes que empezar con la premisa de que todos pueden.
Ha hablado de la capacidad de gestión económica que tenéis, también sois autonónomos a nivel educativo. ¿Por qué la autonomía es tan importante para usted?
La autonomía da a las escuelas las herramientas necesarias. Si la autonomía no se usa bien te encuentras con escuelas que son vagas, que están malgastando sus oportunidades, así que es importante que las escuelas sean responsables ante alguien más. La gente que está en las aulas es la que tiene el poder para decir: esto va a funcionar en esta clase y esto no. Lo que tenemos que hacer es desarrollar un currículum que haga que esta escuela llegue a lo máximo. Sólo puedes hacer esto con una gestión autónoma. En una gestión centralizada se trata a todo el mundo igual y eso es una tontería. Tenemos que considerar que las escuelas son distintas. Por otro lado, los centros tienen fondos públicos, por lo que tienen que ser responsables del uso que le dan a ese dinero. Automáticamente, el Estado es responsable de sus ciudadanos, así que tiene que tener interés en comprobar cómo las escuelas mejoran a los ciudadanos. Esto es responsabilidad inteligente en un sistema de autonomía.

El ave fénix
Cuando Sir William Atkinson llegó al “Phoenix” éste se llamaba “Hammersmith”. Con los años el ave no sólo ha renacido de sus cenizas, sino que se ha convertido –desde 2010– en la Federación de Escuelas Phoenix Canberra, compuesta por el Instituto “Phoenix” y por la Escuela de Primaria “Canberra”. Los dos centros garantizan la Educación de alumnos desde los 3 a los 18 años, algo digno de alabanza, pues cuando Sir William llegó al “Phoenix” la tasa de abandono escolar era muy alta. Con el tiempo, los alumnos quisieron quedarse, del mismo modo que los padres querían enviar a sus hijos allí. Esta demanda posibilitó el nacimento de la federación, que incluye el nivel académico Post 16, que desarrolló el “Phoenix” para que sus alumnos pudieran continuar estudiando en el centro tras finalizar la Educación obligatoria.

Cuando Atkinson llegó era uno de los peores institutos ingleses. En 2008, sin embargo, los inspectores calificaron la escuela como “remarcable”. Este pequeño milagro hizo merecedor a Atkinson del título de Sir concedido por la reina de Inglaterra.

Simplificando podríamos decir que Sir William Atkinson se ha limitado a aplicar lo que con él hicieron cuando era sólo un chaval. Llegó al Reino Unido desde Jamaica cuando era un niño. Sus comienzos como estudiante fueron nefastos, pero consiguió cambiar este rumbo gracias al “apoyo de mis profesores y a mi tenacidad.”

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