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‘MIR’ docente, el salto definitivo que se desdibuja en el horizonte

Paloma Díaz SoteroMartes, 12 de febrero de 2013
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Hace tiempo que la OCDE puso las agendas políticas de los estados a trabajar en cómo atraer a la docencia a los mejores y en garantizar que llegan los mejores. A su informe Attracting, Developing and Retaining Effective Teachers de 2005 se sumó, contundente, un informe McKinsey de 2007.

Junto a la selección previa de vocaciones, conocimientos y aptitudes, a la que apuntan informes y expertos, se va imponiendo otra tendencia en la fase de acceso a la profesión: La cualificación en el lugar de trabajo como profesor residente, al estilo del MIR sanitario.

En la UE, 13 estados ya han adoptado sistemas en esa línea que duran de uno a dos años. En España, el Gobierno socialista estuvo a punto de aprobar un Real Decreto antes de dejar el poder que daba un vuelco al sistema de acceso con una propuesta de cualificación previa en centros educativos al más puro estilo de nuestro exitoso MIR hospitalario.

Según cuenta el socialista Miguel Soler, quien fuera director general de FP con Ángel Gabilondo, el anuncio de las elecciones fue el que dejó el borrador de la norma en el limbo de lo que pudo ser y no fue.

La modificación obedecía a la necesidad de seleccionar a los mejores para las aulas. Para ello, se concibió un periodo de dos años de prácticas en dos centros diferentes, al cual accedería sólo un cupo fijado anualmente, el que sacara las mejores calificaciones en un examen que valoraría no sólo los conocimientos, sino la capacidad para ponerlos en práctica en la realidad, además de tener en cuenta otras cuestiones baremadas como la experiencia previa, el conocimiento de idiomas, etc.
“Las prácticas actuales tras la oposición son una pantomima”, resuelve Soler. “Había que cambiar eso”. Por eso se concibió una residencia en la que el 50% del tiempo el aspirante da clase y el otro 50% asiste a clase, acompañando en su labor cotidiana a un tutor. Al finalizar los dos años, sometería su memoria de trabajo a un tribunal compuesto por los dos tutores que ha tenido y otros tres miembros por sorteo. Si suspendía, podía repetir sólo una vez. Si aprobaba, su plaza estaba garantizada y su capacidad para elegirla dependería de su nota.

Aquellos profesores con más de dos años de experiencia no tendrían que hacer la residencia, pero sí el examen final del que depende la nota definitiva de acceso.

Todo eso, a lo que se llegó con un alto nivel de consenso en la Mesa Sectorial y en la Conferencia Sectorial, es lo que hoy no tenemos.

En el Ministerio, la posibilidad de modificar el acceso a la función docente se desdibuja en un horizonte eclipsado, al menos un año más, por el trámite de la Lomce. Si el Gobierno cumple su compromiso de aprobar un Estatuto Docente, habría una puerta abierta, aunque las fuentes oficiales consultadas no se definen.

El presidente del Consejo Escolar del Estado, Francisco López Rupérez, tiene claro que “por lo que sabemos sobre el impacto de este tipo de variables sobre el éxito educativo, merecería la pena convertir ese reto en una realidad”.

El profesor Jesús Manso, autor de la tesis sobre el Máster de Secundaria referida en la página anterior, ha estudiado la formación del profesorado en la UE y avala las ventajas de un MIR docente:
“Sería un buen enganche entre la formación inicial y la formación permanente”. Por otro lado,“el salto de la Universidad a las aulas es tan abismal para los docentes noveles, que sería bueno acompañar esa transición con buenos mentores reconocidos oficialmente”. Además, ese tipo de formación“incide de manera determinante en dos aspectos clave: la identidad profesional del docente y sus competencias”.

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