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El legado educativo de Benedicto XVI en cinco ideas

Martes, 5 de marzo de 2013
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Admito que el pensamiento del ya Papa emérito Benedicto XVI me seduce. Lo que dice y cómo lo dice, sugerente, inquietante y reconfortante a la vez. Mucha honestidad y mucho calado en medio tanta manipulación y tanta vaciedad. En página 8 hacemos un resumen de su legado educativo que recomiendo a todo amante de la profesión más hermosa del mundo y del que me gustaría destacar cinco conceptos:
1. “Emergencia educativa” ha sido tal vez la idea que más ha llegado a los educadores –tanto padres como docentes– porque ha sabido entender el sentimiento de desánimo generalizado ante la ardua tarea educativa. “Tanto los padres como los profesores sienten fácilmente la tentación de abdicar de sus tareas educativas y de no comprender ya ni siquiera cuál es su papel, o mejor, la misión que les ha sido encomendada”.

2. “Educación auténtica”. En varias ocasiones Ratzinger ha insistido en la necesidad de volver a la esencia de la tarea educativa y de contar con educadores que lo sean realmente. Más allá de una Educación reducida a una simple transmisión de conocimientos o de adquisición de competencias, muchos de sus textos apelan a la “cercanía y la confianza que nacen del amor” que debe demostrar todo buen maestro.

3.“Acompañamiento”. Abundando en la idea anterior, Benedicto XVI entiende que la “pasión educativa” no se reduce a una didáctica, ni a un conjunto de técnicas, ni tampoco a una mera transmisión de principios áridos, sino que es “acompañamiento”. En esa eterna disyuntiva entre maestro faro o guía parece que se inclinaría más por lo segundo.

4. “Lugares creíbles”. Para Ratzinger la Educación también está afectada por ese relativismo y ese escepticismo del que habló en tantas ocasiones. Como antídoto propone la necesidad de “lugares creíbles”, como la familia por su papel peculiar e irrenunciable, o como la escuela, a la que define como “horizonte común, más allá de las opiniones ideológicas”.

5. “Falsa autonomía”. Tampoco ahorró críticas a esa corriente pedagógica según la cual nuestros jóvenes deberían desarrollarse por sí mismos, sin imposiciones de los demás. Eso no es Educación, dirá, sino “renuncia a la Educación”.

Simple, brillante.

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