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La fobia matemática bloquea a sus víctimas ante problemas cotidianos

Los adultos españoles somos los últimos de la fila en matemáticas según el Informe Piaac de OCDE. Afrontar la fobia a los números desde la infancia y enseñarlas de forma más aplicada es la clave.
Laura ChaparroMartes, 22 de octubre de 2013
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(Foto: wally gobetz /sinc)

Para algunas personas, el simple hecho de ver la portada de un libro de matemáticas puede ser tan doloroso como poner la mano en una estufa ardiendo. Sufren ansiedad matemática, una fobia que desencadena en el cerebro una respuesta similar al dolor físico, tal y como revela un estudio publicado en 2012.

Lo sorprendente es que esta experiencia dolorosa no ocurre en el momento de resolver un problema, sino antes de enfrentarse a él. Es decir, que recorrer el pasillo antes de llegar a una clase de Matemáticas o esperar a que el profesor coloque el examen sobre la mesa serían experiencias traumáticas, pero no el test en sí.
“Esa ansiedad en la infancia puede afectar a la Educación posterior y a la elección de una carrera universitaria u otra”, advierte Amy Devine, investigadora del Centro para la Neurociencia en Educación de la Universidad de Cambridge.

Sea por la ansiedad o debido a otros factores, el nivel de Educación matemática en los adultos españoles acaba de dar la voz de alarma. Así se desprende del Programa Internacional para la Evaluación de la Competencia de los Adultos (Piaac por sus siglas en inglés), que lleva a cabo la OCDE.

Comprar sin calcular
El estudio, realizado en 23 países europeos a una muestra de 157.000 adultos entre 16 y 65 años, deja a España en último lugar en cuanto a destrezas matemáticas. Nos cuesta de-sarrollar sencillos cálculos, interpretar los gráficos del recibo de la luz o sumar precios de la compra, y aquí también juega un papel importante la ansiedad.
“Los consumidores a veces toman sus decisiones en función de sus emociones, y la ansiedad matemática es una de las fuentes potenciales”, explica William J. Jones, investigador de la Escuela de Negocios Beacom de la Universidad de Dakota del Sur. Sin embargo, en opinión de Jones, dominar las matemáticas no implica ser un as haciendo la compra, y él se pone como ejemplo. “Se me conoce por haber comprado varios pares de zapatos que no necesito porque se vendían con un gran descuento”, confiesa.

Para evitar esta situación en la edad adulta, los científicos llevan el último lustro estudiando qué papel tiene la fobia matemática entre los más pequeños. En un estudio realizado a 433 escolares británicos de 7, 8 y 10 años, se analizó si la ansiedad era diferente entre niños y niñas, y si estaba relacionada con el rendimiento en la asignatura.

Aunque la investigación no reveló diferencias en cuanto a resultados académicos, las niñas sí presentaron niveles mayores de ansiedad general y matemática. Además, “los estudiantes con más ansiedad presentaron resultados peores”, sintetiza Amy Devine, una de las autoras del trabajo. Es decir, que las chicas podrían tener un potencial mayor para las matemáticas, pero su habilidad se ve mermada.

Ansiedad y rendimiento
En otro trabajo de la Universidad de Chicago sobre niños de primer y segundo grado, los investigadores confirmaron que la ansiedad matemática les afectaba en el rendimiento, aunque no a todos por igual. Los alumnos brillantes, con mayores niveles en memoria operativa, se veían más afectados por la ansiedad matemática, tanto que los situaba casi medio curso escolar por detrás de sus compañeros menos destacados.

Los 154 estudiantes (69 niños y 85 niñas) tuvieron que completar una prueba que medía su memoria operativa, ejercicios matemáticos y semánticos y una escala de ansiedad matemática. Los niños con niveles altos de memoria operativa son más propensos a contar mentalmente que a utilizar los dedos, y en esta habilidad mental para recuperar los datos interfiere la ansiedad.
“Es importante abordar la ansiedad matemática lo antes posible porque podría producir un efecto bola de nieve, en el sentido de aumentar el disgusto y la evasión”, señalan los autores.

Aunque no resulta sencillo saber qué porcentaje de la población sufre esta fobia, un estudio de la Universidad de Granada sobre 885 estudiantes de 23 titulaciones estima que seis de cada diez universitarios la padecen. Como ocurre con las niñas, las mujeres más que los hombres –un 60% de ellas, frente a un 40% de ellos–, y los principales síntomas son tensión, nervios, preocupación, inquietud, impaciencia, confusión, miedo y bloqueo mental.

Llegada la edad adulta, resulta complicado eliminarla y por eso los expertos recomiendan tratarla o prevenirla en la infancia. “Los padres, profesores y la cultura pueden ‘infectar’ a los niños con esta ansiedad”, apunta Ann Dowker, del departamento de Psicología Experimental de la Universidad de Oxford.

La forma en que se enseñan las matemáticas

  • Algunos expertos aconsejan que la ansiedad matemática se trate como cualquier otra fobia: que el alumno escriba las sensaciones que experimenta ante un problema matemático justo antes de resolverlo.

La forma en que se enseñan matemáticas en el sistema educativo español, que otorga mucha atención a los procedimientos técnicos, podría ser responsable de las malas habilidades de los adultos.

Conocimientos más prácticos, útiles y aplicados podrían ayudar a los ciudadanos a comprender un gráfico de la luz o a calcular descuentos en la compra. “Si se quiere mejorar la posición de España, habría que convertir el planteamiento de los problemas aplicados en la razón básica para aprender matemáticas, dejando a las rutinas y cálculos un rol fundamental, pero secundario”, recomienda José Manuel Rey Simó, matemático de la Universidad Complutense de Madrid.

  • El informe Piaac arroja otro dato preocupante: los españoles somos los penúltimos de la lista en cuanto a comprensión lectora, superando solo a los italianos. Para Rey Simó no es casualidad que los países que lideran ambos rankings sean los mismos: Japón, Finlandia y Países Bajos. Y lo mismo ocurre en los puestos más bajos, con España, Italia y Francia cerrando ambas listas.
  • “Las matemáticas son un lenguaje que aporta un punto de vista complementario y único para investigar y comprender el mundo que nos rodea, y la comprensión lectora hace la traducción de ida y vuelta de ese lenguaje. Si la traducción no funciona, tampoco el lenguaje técnico se puede usar bien”, concluye el profesor José Manuel Rey Simó.
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