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“Se gana autoridad dando espacio a los alumnos para que piensen por sí solos”

Las autoras del libro Coaching educativo proponen a los docentes un nuevo modelo de gestionar su clase, dando protagonismo a los alumnos y dejándoles que expresen sus emociones en el aula para que de esta forma se involucren en el proceso educativo y generen espíritu crítico.

Adrián ArcosMartes, 29 de octubre de 2013
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(Foto: Jorge Zorrilla)

Con los cambios tan rápidos que se producen en la sociedad actual, el profesor necesita un nuevo lugar desde donde liderar más acorde a los nuevos tiempos. Esas herramientas las recogen la profesora Carmen Valls y la psicóloga Coral López en su libro Coaching educativo, de la editorial SM. Las autoras proponen una nueva metodología en la que se potencia el trabajo del grupo a través de todo un proceso emocional que facilita el aprendizaje y genera autonomía y pensamiento crítico en los alumnos.

En vuestro trabajo en los centros ¿qué inquietudes notasteis en los profesores que os llevaran a escribir el libro?
Carmen Valls. Lo que vimos es que nuestra propuesta de cambiar el rol del profesor dentro de aula y la manera de afrontar la Educación encaja muy bien con el enfoque del coaching de ocupar otro sitio, de que el profesor ya no sea el que tradicionalmente conocemos, encima de un estrado y con todos los alumnos escuchando, sino que cambiamos ese paradigma y eso es lo que está buscando el mundo educativo.

¿Qué tipo de deficiencias habéis visto que tiene el sistema educativo actual?
Coral López. Uno de los temas que más nos transmiten los profesores es la falta de motivación. Los niños cuando son pequeños aprenden de una forma apasionada, se empapan del mundo. La pregunta es qué pasa cuando entran en la Educación reglada en la que un porcentaje alto de niños equipara aprendizaje con aburrimiento. Esto nos hace pensar que no es cuestión de contenidos, que pueden estar trabajándose adecuadamente en los colegios, sino que directamente es un tema emocional en el que probablemente los profesores no estén formados. Y es ahí donde nosotras ponemos el foco ofreciendo herramientas a los profesores para que puedan gestionar el aula de una forma diferente, dando protagonismo a los alumnos y revisando cuáles son las emociones que surgen en el aula, abriendo espacios para que los niños comenten cómo lo están viviendo y sintiendo. Nuestra experiencia con el coaching nos demuestra que trabajando en equipo, se gana en creatividad y en cohesión.

¿Creéis entonces que existen deficiencias en la formación inicial del profesorado?
C. V. Hay que tener en cuenta que cuando una metodología o técnicas muy innovadoras se aplican sin que el propio profesor experimente un cambio de actitud de cómo presentarse frente al aula o cómo entender el aprendizaje, al final no vale de nada, ya que va a seguir aplicando esquemas de hace 50 años donde la autoridad tiene una forma de entenderse y donde él sigue siendo el referente del conocimiento, aunque los alumnos cuenten con herramientas muy modernas. Muchas veces los profesores nos piden recetas y esto no va de recetas. Va de que el profesorado cambie realmente de posicionamiento y de actitud.
C. L. Hay que pensar que el futuro va a estar caracterizado por la incertidumbre y por los grandes cambios que estamos viviendo. Con lo cual, ya no vale que los niños salgan solo bien formados académicamente, porque lo que se demanda es que estén bien preparados en competencias emocionales que les ayuden a desarrollar flexibilidad, a adaptarse a todos esos cambios, a aprender a comunicarse y a formar equipos, toda una serie de capacidades que no están en los contenidos.

Si tuvierais aquí enfrente a un profesor, ¿cómo le aconsejaríais que impartiera su clase?
C. V. Nosotras siempre decimos que es un cambio grande pero que no hay que asustarse porque lo hemos estructurado en pasos sencillos. En principio hay que situarse frente al aula dando espacio a los alumnos, dándoles voz para que puedan expresar su experiencia con respecto a la asignatura, al momento en que están en el curso, al propio grupo o al profesor, y así se enganchen y se involucren. Nosotras proponemos algo tan sencillo como preguntar al principio de la clase cómo vienen, qué ha sido lo mejor y lo peor de la clase del día anterior, recoger su experiencia y abrir espacio para ellos, permitir que discrepen incluso de lo que dice el profesor para que generen espíritu crítico. Es importante que el profesor no se ponga en el centro ni que sea el que recoja todo el trabajo de los alumnos, sino que intente generar un aprendizaje cooperativo. Y es muy importante que los profesores sepan situarse en ese sitio, ya que no es fácil y temen perder autoridad. No hay que preocuparse, hay que ganarse autoridad desde otro sitio, dando espacio a los alumnos y ayudando a que piensen por sí solos.
C. L. La idea fundamental es potenciar el liderazgo en cada uno de los niños. La Educación tradicional lo que ha desarrollado mucho es la dependencia del grupo en relación al profesor. Hay que romper con eso y manejar al grupo de otra forma para potenciar el liderazgo individual.

¿Se da así más importancia a lo emocional que a lo puramente académico?
C. V. No estamos dejando fuera lo académico, sino que decimos cómo hay que acompañarlo para que los niños se enganchen y se motiven.
C. L. La idea consiste en poder transformar ese aprendizaje en principio teórico en un aprendizaje experiencial. Y eso significa que el alumno aprende en contacto con sus emociones, expresando lo que siente, cómo ha vivido esta clase, cómo ha sido ese rato de trabajo con sus compañeros, qué le ha parecido la forma de explicar…

Sin embargo, a nivel político, en alguna ocasión sí que se ha puesto en entredicho el nivel de conocimientos de los docentes.
C. V. Que de repente pongan “verdes” a los profesores por su nivel cultural, creo que no es donde más nos tenemos que fijar, sino en cómo lideran sus clases, cómo ofrecen a los chavales un lugar seguro y estructurado, cómo les ayudan a manejar conflictos o situaciones difíciles dentro del proceso de aprendizaje. Si el profesor va del que lo sabe todo, ahí no puede basar su autoridad, y más ahora cuando toda la información está a un clic.

¿Cómo se siente el alumno con este tipo de enseñanza?
C. V. Una de las respuestas que nos dan los profesores es que cuando ofrecen ese espacio a los chavales, es alucinante la respuesta que dan. Recuerdo de profesores que hablaban del típico grupo malo, y nosotros les propusimos que preguntaran a esos alumnos cómo se sentían, qué les estaba pasando, como creían que les veía el resto de la clase. Cuando empezaron a trabajar desde ese punto de vista y no desde el castigo, empezaron a ver que había muchas cosas que no habían escuchado de ellos, y empezaron a saber qué podían hacer para cambiar esa situación.
C. L. Incorporando la dimensión emocional y el coaching de equipos a un grupo de clase, el resultado es que se rompe esa separación que se da tantas veces en un aula entre los buenos y los malos alumnos, entre los trabajadores y los vagos. Cuando aprendes a llevar a un grupo y trabajas todo el proceso emocional, se rompe con esa separación y ayudas al grupo a que se integre.

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