¿Será verdad eso de que las palabras cambian?

¿Es importante el lenguaje que usamos?¿Tienen poder nuestras palabras?¿Pueden estas cambiar el mundo? ¿Y transformar la realidad de nuestro alrededor?¿Pueden cambiar nuestra actitud ante la vida?

Martes, 14 de enero de 2014
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Estas son las preguntas que los alumnos de 4º de Educación Secundaria Obligatoria del Colegio “Corazón de María” de Gijón se hicieron en la materia de Educación Ético-Cívica a principios del curso 2012-13. De este modo se planificó el desarrollo de una secuencia didáctica a través de tres proyectos que se llevaron a cabo durante los tres trimestres correspondientes al año académico.
El primero de ellos pretendía averiguar si las palabras positivas modificaban nuestra actitud ante la vida, si eligiendo bien nuestro vocabulario podíamos también lanzar un mensaje positivo, de ánimo, de alegría, para valorar lo que tenemos y compartir el amor por la vida.
Emulando al movimiento SomosThePosit (somostheposit.wordpress.com/) en cuyo manifiesto apuestan “por la alegría porque es un bien que no admite división ni disfrute solitario; porque su distribución solidaria enriquece tanto al que la ofrece como al que la recibe; una palabra afortunada que nos ofrece una sonrisa inesperada y sin porqué”, y cuya misión consiste básicamente en llenar las ciudades del mundo con post-it que incluyan mensajes ‘posit-ivos’ que ayuden a potenciar el optimismo, a nuestro proyecto lo titulamos Un buen día lo tiene cualquiera.
Un viernes, a última hora después de las clases, todos los alumnos de 4º de ESO llenaron el colegio de optimismo. Miles de post-it de colores inundaron pasillos, aulas, puertas, mesas, sillas, pizarras, patios… con mensajes positivos. Nadie sabía nada y así, el lunes por la mañana, el factor sorpresa influyó para que todos se contagiaran, se admiraran, se preguntaran, e incluso, se apropiaran de frases que llevaron consigo todo el año pegadas a sus libros, sus libretas y su corazón.
El segundo proyecto quiso ir un paso más allá, y averiguar si las palabras podían cambiar, no sólo nuestra propia actitud, sino también cambiar nuestro mundo más próximo. Saber ponernos en el lugar de los demás y transformar su realidad.
Lo titulamos Cambia tus palabras, cambia el mundo y partimos de un vídeo, en el que podemos ver que un ciego pide en la calle pero nadie parece darse cuenta. Apenas unas personas se percatan de su existencia hasta que pasa una chica que cambia las palabras del cartel en el que se dice que es ciego. Inmediatamente la gente reacciona. ¿Qué es lo que hace ahora que todos se paren y quieran transformar la situación? ¿Tienen poder las palabras para variar la realidad?
De nuevo los alumnos se pusieron manos a la obra y elaboraron carteles que renovasen la visión que tenemos de los elementos cotidianos. Volvieron a contagiar el optimismo otorgando a la realidad una nueva perspectiva. Así el extintor de incendios pasa a ser ‘extintor de malos días’, las escaleras nos indican la dire-
cción ‘a la felicidad’, el cañón de la pizarra digital ‘proyecta sonrisas’, los interruptores ‘apagan las tristezas y encienden las emociones’, los armarios ‘encierran las penas’, las papeleras ‘reciclan los malos días’, los calendarios nos recuerdan que ‘no cuentan los días sino que debemos hacer que los días cuenten’… Una nueva oportunidad para convencernos de que depende de nosotros el transformar el mundo que nos rodea con nuestras palabras.
Una vez que nos hicimos conscientes del poder de las palabras en nuestro interior y en nuestro mundo más cercano, faltaba saber si también tienen repercusión mundial, si pasan a la historia, si pueden, incluso, cambiarla.
El tercer y último proyecto consistió en hacer una exposición de carteles con personajes cuyas palabras tuvieron el poder de cambiar el mundo. De este modo, los alumnos investigaron frases que han pasado a la historia en distintos contextos, estudiaron las biografías de los personajes y las circunstancias que los llevaron a afirmar y sentenciar pensamientos que, por su importancia, forman parte de nuestro saber universal. Así estudiaron a Gandhi y su “no hay camino para la paz, la paz es el camino”; M. Luther King con “tengo un sueño”; Nelson Mandela; Neil Amstrong y su famosa frase “un pequeño paso para el hombre, un gran paso para la humanidad”…
Se convirtió en un proyecto interdisciplinar, tanto en el eje horizontal, dentro de materias de 4º como Ciencias Sociales y Educación Plástica y Visual, como en el eje vertical, puesto que hicieron de guías en la visita que alumnos de cursos inferiores realizaron en materias como Conocimiento del Medio. Pudieron explicar a sus compañeros el trabajo realizado y también hacerlos reflexionar después a través de un cuestionario que ellos mismos elaboraron.
Una vez terminada la secuencia didáctica de los tres proyectos, después de la planificación, ejecución y socialización de la idea, teníamos pendiente la evaluación. ¿Realmente les habría servido? La autoevaluación fue altamente positiva, ya que se habían involucrado personalmente en cada uno de los proyectos, habían visto su utilidad, habían hecho partícipes al resto de compañeros del colegio, y se habían sentido transmisores de unos valores sobre los que ellos mismos habían reflexionado e interiorizado. El aprendizaje había sido significativo, con una gran motivación, tomando conciencia de la interrelación que, como individuos, tenemos con los que nos rodean, dinamizando las relaciones interpersonales y habilidades sociales con base en el trabajo cooperativo, con carácter participativo y de interiorización de valores.
Quizá el reconocimiento, la satisfacción del trabajo bien hecho, no venga sólo determinada por cuestionarios o rúbricas de evaluación, sino porque un alumno escriba al final “cuenta conmigo, cambiemos el mundo”. ¿Será verdad eso de que las palabras cambian?

Susana Alonso
Colegio “Corazón de María” de Gijón

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