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Día de la Mujer: fin de la primera parte

José Mª de MoyaMartes, 11 de marzo de 2014
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Llevamos aproximadamente medio siglo estrujando un discurso en torno a los derechos de la mujer que me parece agotado. Si no agotado, desde luego poco novedoso, repetitivo, rancio… Centrado casi exclusivamente en la reivindicación de derechos, igualdad de género, lucha contra el sexismo… Todo ello, con sus matices y acentos, desde la atalaya del feminismo clásico.

A pesar de los avances más o menos discutibles, lo que parece incuestionable es que medio siglo después la batalla no se da por ganada, más aún, se evidencian retrocesos en algunos frentes. Estos días han proliferado datos alarmantes sobre el incremento de los casos de violencia de género entre parejas de jóvenes y adolescentes. Otro estudio ha revelado que parece renacer la figura del “padre de fin de semana” como consecuencia del miedo a perder el empleo que lleva a muchos padres de familia a centrarse casi exclusivamente en sus obligaciones laborales, desatendiendo las familiares. Por citar un último ejemplo, una reciente encuesta de la Fundación Konecta revelaba que el 94% de las amas de casa piensa que las empresas no apoyan la conciliación.

Sin embargo, la información que mejor revela lo que trato de decir es el decálogo que ha presentado la Comisión Nacional para la Racionalización de los Horarios Españoles. En él se enumeran diez situaciones en las que la mujer, según los autores, debe decir “no”: no asumas sola la educación de los hijos, no aceptes el concepto “mi marido ayuda en casa”, etc. etc. Después de suscribir todas y cada una, sólo me resta esperar que alguien me diga a qué debe decir “sí” la mujer.

En mi opinión, nos hemos quedado a medio desarrollo si realizamos un simple análisis DAFO de la cuestión. Nos hemos centrado en identificar las debilidades y prevenir las amenazas, desde un enfoque puramente negativista, necesario pero insuficiente. Hemos denunciado abusos, injusticias y agravios. Hemos exigido igualdad, equiparación… Mucho se ha conseguido en denunciar las amenazas. Medio siglo después, deberíamos dar por concluida esta primera parte de la estrategia para pasar a identificar las fortalezas y aprovechar las oportunidades que brinda el hecho de ser mujer en este siglo.

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