La vuelta al conocimiento y a la fuerte disciplina encuentran su sitio en Londres

Soplan vientos de cambio en la enseñanza británica: a la reforma legislativa de Michael Gove, dando más peso a los conocimientos, se suma la nueva ola de las ‘free schools’ y la apuesta clásica liberal de una de ellas en West London.
Paloma Díaz SoteroMartes, 18 de marzo de 2014
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El fundador de la West London Free School, Toby Young, departiendo con alumnos de una de las escuelas abiertas en Londres. (Foto: Eleanor Bentall)

Nadie esconde, en nuestro Gobierno, y en la mayoría de las administraciones autonómicas del PP, las simpatías hacia la política educatica del Ejecutivo conservador británico por su coraje a la hora de imprimir un polémico giro al currículum escolar dando más peso a los conocimientos. El secretario de Educación, Michael Gove, ha seguido las sólidas teorías que mantienen que, sin una Educación rica en conocimiento, no es posible desarrollar las capacidades y destrezas del aprendizaje, ni siquiera la competencia básica lectora; no digamos ya el pensamiento crítico.

Pero no toda la política educativa puesta en práctica por el señor Gove pasa por su reforma legislativa. Los sindicatos le han acusado de favorecer a la escuela privada. La huella dejada nada más llegar, en 2010, fue instaurar una modalidad de escuela que aquí en España nos resulta muy familiar: centros de iniciativa privada sostenidos con fondos públicos. Los llaman free schools y ya se han puesto en marcha 174.

La diferencia con nuestros concertados es que las free schools no son controladas por ninguna autoridad, ni estatal ni local, y tienen total libertad pedagógica y curricular. Eso sí, están sujetas, como todos, a la Inspección y a las evaluaciones nacionales. Tampoco pueden seleccionar al alumnado, como hacen las privadas.

Gove vendió aquello como una manera de infundir un poco de sana competencia al sistema educativo, asentado hasta entonces en una red polarizada de centros públicos (mayoritarios) y privados (minoritarios, muy selectivos e inaccesibles).

La nueva modalidad de colegio dio pie a numerosas iniciativas por parte de colectivos étnicos y religiosos, por parte de empresas, pero también por parte de padres preocupados por la Educación de sus hijos.

El ejemplo más sonado de esto último es la West London Free School. En principio, dio mucho que hablar porque su fundador, Toby Young, es un conocido escritor y periodista en el país sajón, asiduo a algunos programas e televisión [ver página 3].

Pero superado este factor más superficial, la West London Free School se ha dado a conocer por su modelo pedagógico, que reivindica la enseñanza clásica liberal y, por tanto, la riqueza del conocimiento como base imprescindible del aprendizaje y el desarrollo de competencias.

Combina esta filosofía con una fuerte disciplina y una importante presencia del deporte y de la Educación musical.

Sí, la propuesta encaja en el patrón de las más selectas escuelas privadas, tipo Eton. Pero la West London Free School está sostenida con fondos públicos y no puede seleccionar al alumnado. De hecho, el objetivo fundacional de la WLFS es dar la oportunidad de llegar a la excelencia a cualquier niño, sea cual sea su origen social y cultural.

Con esos principios, las dos escuelas abiertas desde 2011 (una de Secundaria y otra de Primaria) se han convertido en las más solicitadas del distrito. El Latín como asignatura obligatoria, desde luego, no es un factor disuasorio para las familias, sino lo contrario.

Según nos cuenta el propio Toby Young en Madrid –estuvo en AULA, invitado por el Consejo Escolar de Madrid–, entre su alumnado, encontramos a un 25% de clase acomodada, un 35% procedente de minorías étnicas y clase modesta y un 40% de clase media.

Su escuela –la primera free school que obtuvo financiación estatal– recibe entre 6.000 y 7.000 libras por alumno al año, casi el doble de lo que percibe un concertado en el País Vasco (la comunidad española más generosa), y el triple de lo que percibe uno de Madrid, según la Encuesta de Financiación y Gastos de la Enseñanza Privada publicada por el Instituto Nacional de Estadística en 2012. Además, piden a los padres una cuota voluntaria de 35 libras mensuales para actividades extraescolares (que no condiciona su disfrute). La paga el 60%.

Presumen de clases de 24 alumnos como máximo (“Así es posible seguir la evolución de todos”, afirma una profesora de Lengua en la web); de tomarse la Música “en serio”; de imprimir afán de superación y ambición a todos los chavales, sin importar su origen social.

El lema de la escuela es Sapere Aude, el Atrévete a saber acuñado por Kant.

Su objetivo “no es formar a los alumnos para un trabajo o una carrera”, sino “transformar sus mentes de manera que sean capaces de hacer juicios informados y razonados, y participar fructíferamente en la conversación y el debate, no sólo sobre temas contemporáneos, sino también acerca de las preguntas universales que han preocupado a la Humanidad a lo largo de la Historia”.

El debate y la competición dialéctica por equipos son las herramientas clave del aprendizaje.
“Queremos que los niños salgan de nuestra escuela con la confianza que proporciona poseer un capital de conocimientos esenciales y las habilidades para usarlos. Creemos que la independencia intelectual, no el cumplimiento de las expectativas socioeconómicas, es la meta de una buena Educación”, señalan en el ideario colgado en su web.

Y “para pensar bien, hay que conocer los hechos”. Esta máxima bebe directamente de las filosofías del conocimiento y la “alfabetización cultural” impulsadas por el prestigioso profesor estadounidense E. D. Hirsch; las mismas que han inspirado la reforma educativa del Gobierno británico.

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