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Marco Común de Competencias Digitales evaluables

Hace apenas cinco años la tecnología en la escuela era coto del ‘informático’, una suerte de profesor joven que entendía de conexiones, cables, servidores... Era a quien había que llamar para hacer funcionar ese aparato regalado por una editorial llamado pizarra digital.
Paloma Díaz SoteroMartes, 4 de marzo de 2014
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Borrador del documento ministerial.

Quién nos iba a decir entonces que se iba a convertir en el nuevo tótem escolar. Que las clases iban a estar conectadas a internet. Que tendríamos dos aulas: la física y la virtual. Lo llaman innovación.

Pero ojo: “Mucha gente utiliza tecnología de una manera muy poco innovadora”, advierte la profesora Sonia Martínez, profesora del departamento de Educación y Desarrollo Profesional de la Universidad Europea de Madrid. “La pizarra digital, por ejemplo, no encierra ninguna pedagogía innovadora. Sigue el esquema tradicional de la de tiza: es el centro del que emana la información hacia los alumnos, pero no permite mucha interacción”.

La cosa cambia cuando los alumnos intervienen con su iPad. “Ahí está el futuro, en la suma de pizarra y tabletas”, sostiene Mariano del Castillo, director del Instituto de Tecnología Educativa de CECE.

Ojo de nuevo: “Hay muchos colegios que creen que tienen que apuntarse a esto de la tecnología y compran decenas de tabletas, pero luego rascas un poco y no hay nada, no hay un modelo pedagógico detrás”. Lo dijo Lola Chacón, gerente de Educación de Microsoft España, recientemente en AULA, en una mesa redonda organizada por MAGISTERIO. “La tecnología debe servir al modelo pedagógico. Esto último es lo que hay que preparar primero”.

El profesor Pere Marquès, de la Universidad Autónoma de Barcelona, lo deja bien claro en su investigación sobre el uso de tabletas: “No las compréis antes de formar al profesorado en su uso instrumental y didáctico”.

Los expertos coinciden en señalar que la tecnología ha llegado al aula antes que la formación del profesorado. Vamos a remolque e improvisando sobre la marcha. Por eso, se usa poco y no del todo bien.

El Ministerio es consciente de ello y de que cada centro –y, de manera más institucional, cada región– están haciendo las cosas a su libre albedrío, sin garantías de eficacia y de calidad, sin unos estándares metodológicos que nos aseguren el buen camino. Por ello ha elaborado un “Marco Común de Competencia Digital Docente”, que detalla los conocimientos y habilidades que debe tener un profesor para declararse competente en tecnología.

El borrador del documento, al que ha tenido acceso MAGISTERIO, establece una serie de “descriptores” de competencias por áreas y por niveles (de básico a avanzado). [Ver cuadro adjunto]
Su razón de ser, la constatación de que “la situación existente es bastante diversa en cuanto a planes de desarrollo de la competencia digital docente”. “Se manifiesta –añade el borrador– una clara carencia de un marco de referencia común con estándares e indicadores que faciliten su evaluación y acreditación. Todas las CCAA tienen planes de formación TIC, pero no siempre esa formación ha propiciado una mejor competencia digital de los profesionales docentes”.

Asimismo, ha constatado que “actualmente la universidad no forma suficientemente al futuro profesor en competencia digital” y que “en la Administración tampoco es requisito para el ejercicio docente”.

El Marco, elaborado con la participación de las CCAA y de diversos expertos, pretende “reforzar una de las áreas de la profesionalización docente peor atendidas en la formación inicial”estableciendo unos “indicadores evaluables” de competencia digital que “permitan su acreditación generalizada”.

Precisamente, una de las líneas de actuación que se propone la Administración es poner en marcha un “plan de evaluación y acreditación de profesores y de centros”.

Todo ello, enmarcado dentro del “Plan de Cultura Digital en la Escuela” y del “Marco Estratégico de Desarrollo Profesional Docente”.

Pero, de momento, el Ministerio no concreta cómo ni cuándo se producirían dichas evaluaciones. Según dice el propio borrador, la propuesta de marco común primero “debe alcanzar el mayor consenso posible”.

El profesor digital total
El Marco se basa, a su vez, en la propuesta más reciente que hay en la UE sobre competencia digital en general, elaborada por el Instituto de Prospectiva Tecnológica (IPTS) de la Comisión Europea.

El docente competente va más allá de la búsqueda de información y recursos en internet: “No confía en toda la información que localiza”, “sabe realizar una evaluación crítica de una web o recurso antes de utilizarlo en el aula, mediante el análisis del autor, origen, licencias y otros datos”, “evalúa la calidad de los recursos educativos disponibles en función de la precisión y alineamiento con el currículo” e “intermedia críticamente en comunidades de práctica remezclando, etiquetando y difundiendo información”.

También debe ser capaz de guardar información en diferentes formatos (vídeos, imágenes, texto y páginas web) de manera que pueda recuperarla; “saber utilizar espacios de almacenamiento externo”, y “organizar una estrategia social, conectado a expertos, compañeros y alumnos en medios digitales, con métodos adecuados para organizar, almacenar y recuperar información para su uso educativo”.

En el área de Comunicación, el profesor ha de aspirar a “gestionar grupos o comunidades virtuales de interés en red” y “organizar y moderar sesiones virtuales sobre asuntos de interés para su comunidad educativa”.

Por otro lado, el docente debe valorar y gestionar adecuadamente su “identidad digital”. Por ejemplo, “actualiza su perfil profesional docente reflejando las tareas educativas que desarrolla y los recursos que comparte en la red”.

Tal vez, el mayor reto del profesorado resida en la generación y publicación de recursos educativos propios, en diferentes formatos, con contenido multimedia y, por supuesto, adaptados a las necesidades y diferentes niveles de su alumnado. Sin duda, ése sería el profesor total.

Tendría que “saber usar un editor digital”, e “integrar, combinar y reelaborar contenidos digitales procedentes de diversas fuentes y convertirlos en contenido digital nuevo y creativo”. Por tanto, debería “conocer la regulación sobre derechos de autor de materiales educativos y cómo licenciar su propia producción”.

En este sentido, un dato alentador: en la plataforma tecnológica EducaMadrid, el profesorado de esta comunidad generó el curso pasado 180.000 recursos educativos nuevos.

Los docentes también deben “entender los principios de la programación y comprender qué hay detrás de un programa”, de modo que puedan modificar su configuración o el código fuente para adaptarlo a las necesidades de su clase.

En total, el documento describe 21 capacidades, pero obvia una cualidad y una circunstancia imprescindibles: el dinamismo (sin el cual no se pueden ni generar recursos ni tomar parte en comunidades virtuales) y el tiempo: según una investigación del profesor Marquès, a la mayoría de los docentes le falta tiempo para buscar y crear material nuevo.

El sindicato ANPE, por su parte, advierte de que cualquier iniciativa será un parche más si no se hace “con rigor, en el marco de un Estatuto que establezca una política del profesorado, y defina qué se quiere del docente y unos estándares de aprendizaje”, dice su presidente, Nicolás Fernández.

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