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“Uno de nuestros problemas deriva de la pretensión de querer enseñarlo todo”

Como parte del grupo de pensamiento SI(e)TE, el profesor de profesores reclama un sistema transparente, con evaluación externa, que la escuela sea devuelta a la comunidad y que sólo los mejores puedan entrar en la carrera.

Paloma Díaz SoteroMartes, 29 de abril de 2014
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Habituados a los discursos ideologizados sobre el sistema educativo, se agradecen voces expertas en la materia, además de veteranas. Como la de Gonzalo Vázquez, catedrático emérito de Teoría de la Educación de las Universidades Complutense y San Pablo-CEU. Junto a otros seis colegas de diversas universidades, ha diseccionado el sistema educativo y los pilares en los que se asienta con exquisita meticulosidad y distancia. En Crítica y Desmitificación de la Educación Actual, y en esta entrevista, encontramos una limpia reflexión sobre los axiomas de nuestra enseñanza, también aquéllos que enfrentan a los agentes sociales y políticos. Un poco de luz sobre tanto fango interesado.

En el libro, dicen: “La cultura pedagógica se basa en gran parte en verdades que por ser modernas nos parecen inamovibles”. ¿Hay alguna práctica o principio rector actuales con los que no esté de acuerdo, y algo desterrado que habría que recuperar?
Debemos recuperar el sentido de la autoridad en el maestro, pero no tanto en el sentido de “autoridad pública”, sino en el de la autoridad moral y orientativa. Por el contrario, la pretendida ecuación profesor=alumno es falsa; la relación entre ambos es, de suyo, asimétrica respecto del conocimiento y de la experiencia vital. Dentro de la relación educativa, el igualitarismo no es mucho menos grave que el autoritarismo.

También afirman “que el aumento de cosas que se enseñan no ha ido unido a mejorar la comprensión; la mayoría de los alumnos ni las entienden, ni las recuerdan al cabo de un tiempo”. ¿Hay que aligerar la enseñanza de contenidos?
Es el viejo problema de qué conocimientos incluir en el programa escolar. Deben incluirse aquellos conocimientos más valiosos y útiles para hacer comprensible el mundo a los alumnos y para que puedan insertarse eficazmente en él. Desde luego, uno de los problemas de nuestros sistemas educativos deriva de la pretensión de “enseñarlo todo”, de sobrecargar los programas y los textos escolares. Aquí vale aquella recomendación que Montaigne reclamaba para un buen educador: tener, ante todo, la cabeza bien hecha antes que bien llena. Con vistas al futuro, este problema irá a más, por lo que será necesario profundizar en la pregunta de qué es lo básico, los conocimientos indispensables, y asegurarse de que los posean todos los alumnos.

Según PISA, nuestros alumnos no son resolutivos. ¿No sabemos enseñar?
El sistema educativo debe asegurar la relación entre conocimiento escolar y experiencia vital, y para ello es preciso reforzar mucho más la conexión entre la escuela y la vida de la comunidad. Este principio sirve lo mismo para la resolución de problemas de la vida cotidiana que para la de los problemas propios de la investigación científica. Pero con esta misma determinación afirmamos que una persona educada es algo más que un “sujeto que resuelve problemas con habilidad”, pues es también un sujeto que se plantea problemas desde una perspectiva abierta y crítica; y que, gracias a su educación, contribuye al desarrollo de la comunidad y de la producción científica y técnica, y a la innovación social. En cualquier caso, sabemos muy poco acerca de cómo aprenden los alumnos.

¿Qué papel han de jugar directores y profesores en la evaluación de centros?
Toda evaluación de la Educación debe ser sistémica y contextualizada. Por lo tanto, la evaluación de los centros ha de realizarse por todos los agentes exteriores implicados en el sistema (administraciones, sociedad civil y familias), pero también por los propios agentes internos (principalmente directores y profesores de los centros). Deben, pues, conjugarse la evaluación externa y la interna; aquélla mira más a los resultados, mientras que ésta debe ser más sensible a las condiciones concretas del entorno de cada centro educativo y de cada aula. Estas condiciones son con frecuencia muy diferentes, por lo que no tiene gran sentido comparar centros educativos a menos que se descuente (que técnicamente se aísle) la contribución de las relaciones entre cada colegio y su contexto.

¿Debe ser evaluado el profesorado por la Administración? ¿De qué manera?
Una de las consecuencias de la evaluación sistémica es que la evaluación en el sistema y en los centros educativos no debe reducirse a la valoración de los alumnos; también los directivos y los profesores deben ser evaluados aun a costa de las consiguientes barreras y riesgos. Aunque llamativo, el rechazo a ser evaluado es perfectamente explicable dada nuestra tradición de atribuir al profesor la causa del bajo rendimiento de sus alumnos: ante el “fracaso escolar” de un alumno no solemos ir mucho más allá de que ello se debe a su “inteligencia” o a que “el profesor no sabe cómo motivarle”. El sistema educativo español tiene mucho que aprender de otros países en los que se practican los principios de la transparencia y de la rendición de cuentas ante la sociedad civil. Sí, pues, a la evaluación externa por parte de las Administraciones. Pero la evaluación de los profesores debe realizarse también principalmente por los directivos de sus centros (según se recoge en la ley) y, no olvidemos, mediante su propia autoevaluación.

¿Cuál es el papel del profesor hoy en día? ¿Qué cualidades esenciales deben serle enseñadas y exigidas?
Es preciso devolverle la escuela a la comunidad y que la escuela sirva a las necesidades comunitarias, actuales y futuras. Para ello, es necesario desplazar el centro de gravedad de la instrucción desde el libro de texto y el maestro hacia el alumno y la comunidad. El profesor no es en exclusiva la fuente de conocimiento, pero sí una fuente principal de conocimiento. A ello ha de añadir unas competencias específicas: estimular e inspirar a los alumnos; ayudarlos a buscar y discriminar el conocimiento más valioso, y aplicarlo a la realidad; y favorecer su sentido crítico y su capacidad de síntesis e innovación. Dentro de su proceso formativo, los futuros profesores han de integrar tres ejes principales: sólida formación cultural, formación en competencias pedagógicas, y ambas basadas en una positiva formación personal (actitudes y valores). Para que ese proceso sea eficaz, debe realizarse una cuidadosa labor diagnóstica de los candidatos a la carrera docente; una buena parte de los mejores universitarios deberían orientarse hacia esa carrera de profundo alcance humanista y científico.

Los estándares de aprendizaje, ¿aliados?, ¿o enemigos?
Existe un acuerdo universal acerca de su necesidad y eficacia. Ahora bien, la existencia de los estándares no condiciona las estrategias y técnicas con las que deben alcanzarse.

¿Qué le parece la Lomce?
La Lomce introduce algunos cambios que, con los de- sarrollos y recursos pertinentes, pueden dar buenos resultados: con carácter general, la orientación hacia el logro de capacidades y la evaluación externa al final de la Primaria y la Secundaria (tanto obligatoria como no obligatoria); más específicamente, los cambios en las condiciones para la promoción curso a curso y la introducción de itinerarios a partir de 3º de la ESO (siempre que no clasifiquen irreversiblemente a los alumnos). El problema sigue radicando en la falta de acuerdo político para que esta ley, como las anteriores, goce de una mínima estabilidad.

Las Claves

-Grupo SI(e)TE
Gonzalo Vázquez forma parte del grupo de pensamiento SI(e)TE, junto a otros seis catedráticos eméritos del área de Teoría de la Educación: Petra Mª Pérez, José Luis Castillejo (ambos de la Universidad de Valencia), Antoni Colom (Universidad de Baleares), Teófilo Neira (Oviedo), José Manuel Touriñán (Santiago) y Jaume Sarramona (UAB).

Crítica y Desmitificación de la Educación Actual
En el libro con este título reflexionan sobre el sistema educativo y la igualdad social, la interculturalidad, la autoridad, la relación con el alumnado, la evaluación, los estándares, las áreas culturales, las familias, la tecnología, el desencanto…

-Algunas afirmaciones
“Los docentes deben conocer y dominar los usos e implicaciones de la tecnología, pero también que información no es conocimiento”. “Ningún profesor puede dedicarse a su actividad sin una fuerte dosis de idealismo”. “La autoridad ética y cognitiva del maestro requiere reconocimiento espontáneo del alumno, sin imposición externa”. “Debe recuperarse la función de la memoria, sea en forma de maestro o de la lectura de los textos clásicos, para que familias y aulas sean verdaderas comunidades intergeneracionales”. “El desencanto brota cuando razón y conocimiento comiezan a despreciarse, a cuestionarse y a generar desinterés”.

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