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“Una buena reforma precisa liderazgo, evaluación y personal comprometido”

Le llaman “el padre de los economistas de la Educación españoles”; sus investigaciones sobre la privatización de las escuelas y la relación coste-beneficio para la sociedad de las inversiones en enseñanza son de obligada consulta.

Paloma Díaz SoteroMartes, 6 de mayo de 2014
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Comedido y meticuloso. No encontrarán en el profesor Levin afirmaciones contundentes ni efectistas. Advierte de que parte del problema de la Educación es que es víctima de debates “emocionales” e “ideológicos”. “Pero la Educación es muy importante como para reducirla a eso”, señaló recientemente en Madrid, en una conferencia auspiciada por la Fundación Ramón Areces y la Fundación Europea Sociedad y Educación.

¿Debe un gobierno evaluar a sus profesores?
Debería hacerlo por dos razones. Por un lado, el Gobierno provee los recursos con los que se paga a los profesores y debería evaluar siempre la actuación de sus empleados, para asegurar que los recursos de quienes pagan impuestos se usan prudentemente. Por otro, hay que tener en cuenta que la escolarización es eficaz si reproduce una sociedad que funciona de manera eficaz en sus objetivos últimos de promover una lengua común, un comportamiento cívico y una fuerza de trabajo productiva. Esas son las razones fundamentales de la gran inversión en Educación, y la cuestión es si las escuelas y los profesores producen resultados que se correspondan con dichos objetivos y con esa gran inversión.

¿Cuál sería el mejor modo?
Hay muchas maneras, como la observación directa de su actuación, en términos de prácticas ejemplares; la medición de resultados, en términos de los logros alcanzados por el alumnado, y la evaluación al alumnado sobre la eficacia de sus profesores. Existe un gran consenso en que la combinación de diferentes procedimientos proporciona los resultados más consistentes.

¿Qué opina del pago al profesorado en función de los resultados de sus alumos?
Hay investigaciones que demuestran grandes diferencias en el aprendizaje de los estudiantes cuando se les asigna un profesor determinado. Incluso después de ajustar los resultados por diferencias de clase social, por el estatus de inmigrante y por el estatus lingüístico, las investigaciones demuestran diferencias sustanciales de un profesor a otro en el aprendizaje a lo largo de un año académico. Debería considerarse la posibilidad de ofrecer recompensas económicas a quienes logran un mayor rendimiento de los estudiantes.

¿Deberíamos vincular la remuneración a diversos parámetros de actuación?
Los docentes deberían tener la oportunidad de hacer contribuciones especiales a la escuela más allá de los requerimientos fundamentales de la enseñanza. Los profesores con resultados extraordinarios en los logros de sus alumnos, o quienes muestren una gran productividad en la creación de recursos educativos, o quienes, por ejemplo, dediquen tiempo extra a asistir a nuevos profesores deberían recibir una contraprestación económica más allá de su remuneración normal.

¿Y qué hacemos con aquellos que no consigan hacer mejorar a sus alumnos?
Los profesores con pobres resultados deberían dar un examen detallado para que se pueda determinar si están verdaderamente cualificados para la profesión docente (en el sentido de ser eficaz; no simplemente de poseer un título) y ser tratados en consecuencia. Pueden necesitar entrenamiento y capacitación adicional; o pueden ser aconsejados para de-sempeñar otros trabajos. En el fondo, debemos tener en cuenta que la finalidad de las escuelas es el desarrollo educativo saludable de los estudiantes, y el pago al profesorado debería apoyar ese objetivo.

¿Qué opina sobre la publicación de los resultados escolares de las evaluaciones?
La publicación de resultados es considerado, generalmente, algo positivo porque muestra los resultados de una inversión pública que los contribuyentes y las familias de los alumnos tienen derecho a conocer. Sin embargo, es muy importante cómo se midan los resultados. Sabemos que las escuelas con altos porcentajes de alumnos cuyos padres tienen estudios más allá de la Secundaria alcanzarán logros más altos que aquéllos cuyos padres tienen menor nivel educativo o el estatus de inmigrantes. Pero la cuestión es cómo se ajusta el logro alcanzado a esas diferencias. Los resultados sin más presentados como indicadores del éxito escolar son engañosos. Por esa razón, en EEUU ha habido un movimiento hacia lo que denominamos “valor añadido”, que mide los resultados de los estudiantes con ajustes estadísticos relacionados con el contexto familiar. El “valor añadido” informa de cuánto han aprendido los estudiantes en un año académico más que mostrar el nivel de su actuación en términos absolutos.

¿Es más eficaz la escuela privada?
Hay muchas escuelas públicas y muchas privadas que trabajan muy bien, y otras muchas, en ambos sectores, que no. Parte del problema es que no entendemos muy bien qué es un buen colegio y qué no lo es. Caracterizamos a las escuelas de una manera muy superficial. Nadie sabe lo que ocurre dentro de ellas. Vemos una escuela donde las familias ricas envían a sus hijos y pensamos que es buena, pero nadie mira dentro. Y pensamos que es mala si está llena de inmigrantes… ¿Cómo saberlo? Quizá allí los profesores son sobresalientes. Si la enseñanza privada es buena o mala es una cuestión emocional a la que la gente responde emocionalmente. La cuestión no es si Pública o Privada, sino qué objetivos queremos alcanzar y cuál es la mejor organización para conseguir esos resultados. Me preocupa que no estamos mirando dónde están los problemas. Tenemos que saber mucho más sobre por qué los niños no aprenden.

¿Qué tipo de inversión puede resultar más fructífera?
No hay reforma educativa que “garantice el éxito” porque cualquier reforma puede ser aplicada de manera pobre. Si el tamaño de la clase se reduce pero el profesor hace lo mismo que antes, es probable que no se produzca ninguna mejora sustancial y las ventajas de tener una clase más pequeña se habrán perdido. Es una combinación de reforma educativa y de implementación excelente de la misma lo que produce mejores resultados. Y una buena implementación requiere un liderazgo excelente, evaluaciones regulares y personal comprometido y de calidad.

¿Fomentar la competencia entre centros mejoraría la Educación?
Si la gente no conoce la calidad en Educación, ¿cómo puedes fomentar la competencia? A los padres les gustan los colegios concertados porque tienen más opciones donde elegir, pero la cuestión es si esas escuelas están compitiendo en calidad realmente; y la respuesta es que no lo sabemos. Suecia es un ejemplo de cómo la competencia no mejora los resultados. Hace 22 años se implantó el cheque escolar y hoy la mitad de los chicos acude a escuelas privadas financiadas públicamente con esos cheques. Pero en PISA y en Timss han ido cayendo sus resultados.

-Economía y Educación
Henry M. Levin es profesor de Economía y Educación de la Universidad de Columbia (Nueva York). Dirige el Centro Nacional para el Estudio de la Privatización en Educación (www.ncspe.org) y codirige el Centro de Estudios sobre el Coste-Beneficio en Educación (www.cbcse.org). Ha publicado 20 libros y 300 artículos.

-Investigaciones en curso
En la actualidad investiga sobre reformas educativas, privatización, cheque escolar, eficacia del gasto y coste social de una Educación fallida.

-”Bien público y privado”
Dedicó su reciente conferencia en Madrid a las tensiones creadas en la Educación por su dimensión pública (sirve a la sociedad) y su dimensión privada (es para las personas). Para lograr un equilibrio, dijo, el sistema debe garantizar la libertad de elección, la cohesión social, la equidad y la eficiencia de los recursos.

-¿Qué es un buen colegio?
“Debe ser capaz de involucrar a los estudiantes, de hacer que quieran estar allí y se interesen”. Y añade: “La disciplina es clave para aprender”.

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