La Educación inclusiva o la capacidad de soñar

“Tras un modelo educativo siempre hay uno de sociedad”, dice Entreculturas
Estrella MartínezMartes, 16 de septiembre de 2014
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“La mitad más pobre de la población mundial posee la misma riqueza que las 85 personas más ricas del mundo y 1.200 millones de personas viven con menos de 1,25 dólar al día. La desigualdad tiene consecuencias devastadoras en la Educación: 175 millones de jóvenes de países de ingresos bajos y medio-bajos son incapaces de leer toda una oración o parte de ella”. Con estos datos sobre la mesa, Entreculturas ha presentado por tercer año consecutivo su campaña La silla roja. Este curso la iniciativa se centra en la exclusión educativa, tanto por las mencionadas diferencias económicas como por motivos tan variados como el hecho de ser refugiados, tener una discapacidad, ser mujer, etc. De este modo, no es solo que la “desigualdad genera inequidad en el acceso a la Educación, sino que también ocurre lo contrario, que la ausencia de Educación o una de baja calidad es generadora
de pobreza y desigualdad”, recuerda la organización, por lo que la situación se retroalimenta. Y es que “esta situación de exclusión es el reflejo del mundo en que vivimos, de su desigualdad”, afirma Valeria Méndez de Vigo, responsable de Estudios e Incidencia de Entreculturas. En esta línea, la organización recuerda que “tras un modelo educativo siempre hay un modelo de sociedad, por lo que avanzar en el camino de la Educación inclusiva supone promover una sociedad en la que las desigualdades sean cada vez menores y se respeten las diferencias”.

Valeria Méndez de Vigo recuerda que “una Educación de calidad es siempre gratuita e inclusiva, es la que se adapta a las necesidades de los niños y niñas. Esto, que parece una obviedad, se da al revés, son los niños los que se adaptan”.

Yo soy la silla roja
Ingrid Tatiana Cuero es una joven que define su vida como “ejemplo de lo que refleja la silla roja”. Hija de refugiados colombianos en Ecuador, mujer y afrodescendiente, unas señas de identidad maravillosas para garantizar la excusión educativa. A pesar de las dificultades, con 14 años “empecé a trabajar para pagar mis estudios”. Ingrid es bachiller y sigue estudiando, lo que la lleva a hacer un llamamiento: “Tenemos que luchar también por una Educación Superior y no solo Básica”, ya que ella ahora mismo no tiene acceso a dicha Educación. Sigue estudiando con la esperanza de obtener una beca para ir a un centro universitario, en su pueblo no hay ninguno, donde quiere estudiar contabilidad.

Ingrid tiene dos hijos y reconoce la dureza de condiciones en las que ha estudiado y estudia, aunque “vale la pena luchar por este sueño que tengo”. Un sueño que otras personas ni siquieran se han permitido tener, como la madre de Marta, una indígena de Guatemala. Cuando su hija, que va a la escuela, le dijo que quería ser alcaldesa, ella la miró sintiendo que nunca había tenido siquiera la capacidad de tener ese sueño.

La formación que ha recibido Ingrid y su relación con Entreculturas le ha permitido también dedicar su tiempo a formar en derechos humanos a otras personas. “Nuestra Constitución es garantista en lo que se refiere al tema educativo, por lo que es importante que todos y todas la conozcamos para que así nos hagamos respetar”, explica, para concluir afirmando que “una Educación inclusiva hace que la sociedad te brinde más oportunidades”, como ella misma ha experimentado.

Javier Cortegoso, responsable de Cooperación en América Latina de Entreculturas, recuerda que historias como la de Ingrid o Marta todavía son “excepcionales”. El avance es real, pero falta para hacer realidad el lema: La silla que multiplica oportunidades.

Inclusión real
Ángel Serrano, director del Centro de Formación “Padre Piquer” de Madrid, recuerda que el sistema español es “duro y rígido para la atención a la diversidad”, por eso “aquí intentamos olvidarnos de las leyes de Educación, porque la atención a la diversidad se entiende como exclusión, segregamos en el aula”, cuando “la diversidad es una riqueza para un centro, y aquel que no lo entienda, trabaja en otro mundo”.

Entreculturas eligió el “Padre Piquer” para presentar su campaña porque “es una gran silla roja”, explica Serrano. “Tenemos 27 nacionalidades y el 65% de las familias necesita las ayudas básicas para vivir”, añade.

Para trabajar esa diversidad el centro ha creado “un espacio nuevo donde enseñan a la vez tres y cuatro profesores, potenciamos el aprendizaje cooperativo, las inteligencias múltiples, las multitareas”, concluye.

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