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El modo de valorar el rendimiento perjudica a los varones

La pedagogía y la forma de evaluar más comunes en la escuela de hoy priorizan los puntos fuertes de las chicas, que son los flacos de los chicos, según un artículo de Enrico Gnaulati en la revista The Atlantic.
RedacciónMartes, 4 de noviembre de 2014
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(Foto: Shutterstock)

Que el mundo educativo actual es un territorio más apto para las chicas que para los chicos es algo ya conocido. Un reciente metaanálisis de 369 estudios –en total cubren a una población de un millón de estudiantes, de 30 países diferentes– no deja lugar a dudas: ellas obtienen mejoras notas en todas las asignaturas.

Esto tiene una consecuencia clara en la titulación. Como muestran los principales informes internacionales, la tasa de abandono escolar temprano ha experimentado un cambio en las generaciones más jóvenes: si entre los adultos de más de 45 años son más las mujeres que no han continuado más allá de la Secundaria Obligatoria, entre los de 25 a 34 años la proporción es mayor entre los hombres. Además, de los que actualmente terminan la Secundaria Superior, la matriculación en estudios universitarios o similares es también mayor en las mujeres que en los hombres.

Sin embargo, estas tendencias contrastan con otras que se refieren a las destrezas. Resulta interesante comparar los resultados en PISA con los de la prueba a adultos (Piaac). En la parte referida a las “destrezas numéricas” se observa una continuidad entre ambas evaluaciones: en el segmento más joven del Piaac (25 a 34 años) hay una proporción mayor de hombres que de mujeres en los niveles más altos de competencia, y la diferencia se ha mantenido estable con respecto a la generación anterior (45 a 54 años).

En cambio, en la de “destreza lectora” sorprende comprobar que también hay más hombres que mujeres en los niveles superiores. Se trata, aproximadamente, de la misma generación que realizó la prueba PISA en el año 2000 (y que por tanto hoy tiene 28-29 años). Entonces obtuvo de media 32 puntos menos que sus compañeras; en cambio, en el examen ya siendo adultos están por encima.

No es fácil explicar cómo puede invertirse la tendencia en un tiempo tan corto, y más si se tiene en cuenta que la proporción de mujeres que continúan sus estudios más allá de la etapa obligatoria es mayor que la de los hombres, por lo que la diferencia en Piaac debería ser mayor que la observada en PISA. Parece como si el ambiente escolar ejerciera algún tipo de efecto negativo en los chicos.

También es interesante comparar las notas dadas por los profesores con los resultados en los exámenes externos internacionales. En la última prueba PISA (en la que se evalúa a estudiantes de 15 años), las chicas solo sobrepasaron a los chicos –eso sí, por una diferencia abultada– en la parte de lectura; en ciencias estaban equiparados, y en matemáticas y “resolución creativa de problemas” ellos estaban por encima. Mientras que la brecha a favor de las chicas en lectura ha aumentado significativamente desde 2000, en los campos favorables a los chicos no ha habido cambios significativos.

Un artículo publicado en The Atlantic por Enrico Gnaulati, un psicólogo especializado en trastornos infantiles, trata de explicar por qué las capacidades no se corresponden con las notas entre los chicos en edad escolar. Según el autor, sus bajas calificaciones tienen que ver con los criterios seguidos por los profesores para evaluar a los alumnos y las capacidades innatas de cada sexo en lo referido a los estudios.

Planificar y organizar
Las chicas tienen más capacidad para planificar y organizar sus tareas a medio y largo plazo. Esto las hace más aptas para el cumplimiento puntual de los deberes. Además, también gozan de un mayor autocontrol. En un experimento realizado a estudiantes de 5 y 6 años, en el que se les pedía que obedecieran a órdenes para las que debían mantenerse atentos (por ejemplo, tenían que señalarse la cabeza cuando se les indicara “señálate el pie”, y así con otras instrucciones contradictorias), la superioridad de las niñas respecto a los niños equivalía a casi un curso académico.

Gnaulati sostiene que la pedagogía y la forma de evaluar más comunes en la escuela de hoy priorizan los puntos fuertes de las chicas, que son los flacos de los chicos: entregar los deberes a tiempo, organizarse el propio trabajo, mantener la atención en largas explicaciones o enunciados, controlarse para levantar la mano antes de hablar, o mantenerse bien sentado. “Es lógico que los chicos se sientan extraños en un ambiente en que las tareas y las capacidades organizativas tienen tanto peso en la nota final”. En cambio, señala el autor, los exámenes estimulan el afán competitivo, que es más fuerte en los chicos, y les ayuda a desarrollar todo su potencial, mientras que pueden producir un efecto estresante en las chicas que les lleve a obtener notas por debajo de sus capacidades.

De acuerdo con Gnaulati, la solución no es sencilla, pero pasa en primer lugar por reconocer las diferentes capacidades y maneras de aprender de chicos y chicas, un tema delicado que no todos se atreven a aceptar.

APROVECHAR AL MÁXIMO EL POTENCIAL DE CADA SEXO
El diagnóstico actual sobre Educación muestra que las chicas están obteniendo mejores resultados académicos que los chicos. Sin embargo, para Linda Sax, profesora de la Universidad de Los Ángeles y experta en la llamada “brecha de género educativa”, la realidad no es tan simple.

Si se reduce la cuestión a un asunto de notas o de porcentajes de alumnos graduados, es cierto que las alumnas superan a sus compañeros desde la Primaria hasta la universidad. Pero esta atención exclusiva a la parte más medible de la experiencia académica provoca que frecuentemente se pierdan de vista otros aspectos en que los hombres aún adelantan a las mujeres; y no solo en lo referido a las matemáticas, también en cuestiones como la confianza en las propias habilidades intelectuales, o para hablar en público o cuestionar las ideas del profesor.

Sax participó recientemente en la XIX edición de los Diálogos de Educación organizados por Cofapa. Allí expuesto los resultados de sus investigaciones sobre la diferente influencia en chicos y chicas de varios factores educativos.

En un trabajo publicado en 2009, Sax analizó el efecto en unos y otras de distintos factores asociados a la vida académica. El estudio observa una asociación entre autonomía familiar y confianza de los estudiantes en sus habilidades intelectuales.

En cuanto a la interacción con los profesores, ellas son más sensibles, para bien y para mal; además, se sienten menos cómodas al cuestionar las ideas del profesor, lo que desincentiva su espíritu crítico. En cuando a la organización del tiempo, no es tan determinante en chicas como en chicos.

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