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Pertenecer al AMPA no mejora las notas en Primaria ni en ESO

La influencia positiva del AMPA sí se nota en Infantil y mejora el clima del centro. Así lo demuestran las conclusiones del estudio La participación de las familias en la Educación escolar, elaborado por el Consejo Escolar del Estado (CEE).
Adrián ArcosMartes, 25 de noviembre de 2014
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Una de las autoras del estudio, junto al presidente del CEE. (Foto: Jorge Zorrilla)

El sentimiento de pertenencia de la familia al centro es, sin duda, el factor que influye más positivamente en la mejora del rendimiento de los alumnos. En esta misma línea, opera la sensación de un clima educativo familiar supervisado y la ayuda en casa con las tareas escolares, así como las aspiraciones académicas de las familias sobre el rendimiento de sus hijos. Estas afirmaciones, que a priori pueden parecer evidentes, presentan después más complejidades según se analizan el grado con el que se aplican o las etapas educativas en las que se encuentra el alumno. Así lo demuestra el estudio La participación de las familias en la Educación escolar, elaborado por el Consejo Escolar del Estado (CEE).

El estudio refleja que muchas de estas implicaciones parentales, que en principio podría pensarse que conllevan un mayor éxito académico de los hijos, finalmente no producen ninguna mejora e incluso pueden generar una bajada del desempeño escolar. Buen ejemplo de ello tiene que ver con la participación reglada de las familias a través del AMPA o de las elecciones a consejos escolares de los centros.

Según María Castro, de la Universidad Complutense de Madrid (UCM) y una de las investigadoras del informe, “la pertenencia de los padres al AMPA o a los consejos escolares tiene menos importancia en Primaria y ESO –no en Infantil– que otros elementos de participación que se podían considerar más informales”. De hecho, ella indica que “tiene más peso esa supervisión orientada a la tarea de aprender que una participación directa de los órganos de toma de decisiones del centro”.

De hecho, el estudio pone de manifiesto que los perfiles de padres con niveles más altos de pertenencia al AMPA y participación en el Consejo Escolar, se corresponden con aquellos que muestran un menor sentimiento de pertenencia al centro, una comunicación menos fluida con sus hijos acerca de su actividad académica y niveles inferiores en la realización de actividades culturales en apoyo a los objetivos del centro. Según el estudio, esto se debe a que se trata de una participación de tipo meramente formal, definida por aquellas familias que presentan un menor nivel de estudios, que poseen un nivel económico más bajo y que destinan menos recursos a la Educación de sus hijos.

Por otro lado, las familias que muestran una alta implicación y ejercen una participación efectiva mantienen una comunicación frecuente y satisfactoria con el centro, sin tener que pasar por el AMPA; participan activamente en las actividades desarrolladas por el centro; presentan un mayor sentido de pertenencia y de identificación con el mismo; y muestran un mayor interés en la información sobre sus hijos, enriqueciendo el entorno familiar a través de la realización de actividades culturales.

De hecho, la implicación indirecta de las familias en los centros a través de su participación en el Consejo Escolar, es muy escasa en las distintas etapas educativas. Destaca la baja participación de las familias en las elecciones en el Consejo Escolar y su falta de disponibilidad para ser candidato, lo que denota, en la práctica, un reducido sentido de identificación con este órgano de participación del centro.

No obstante, el presidente del Consejo Escolar del Estado, Francisco López Rupérez, sí que apuntó que “la pertenencia al AMPA  aparece en los primeros lugares de las variables de impacto cuando se investiga sobre la relación entre la implicación parental y clima escolar”, de manera que aquellos centros en los que una mayoría de padres entra a formar parte del AMPA, gozan de un mejor clima escolar.

La supervisión de tareas
Sin embargo, como señalaba María Castro, el apoyo y la supervisión de la actividad escolar de los hijos sí que resulta fundamental para lograr niveles positivos de desempeño académico. Aunque también en este caso puede generar efectos paradójicos. María Castro habla de una supervisión “difusa” de las actividades de los hijos, que significa no estar todo el día encima para no producir efectos negativos. “Se da una relación curvilínea –explica Castro–, en la que se llega a un punto máximo que sería el óptimo, y a partir del cual ese nivel de desempeño baja”.

En el ítem de PISA sobre hablar con los hijos de su bienestar en la escuela, cuando no se habla nunca, la media de rendimiento es de 490; cuando se habla una o dos veces al año 542; una o dos veces al mes 547; una o dos veces a la semana, 542; y todos los días, 520. Según la investigadora, “a partir de un punto ese rendimiento disminuye, no por efecto de la intervención paterna, sino porque suele mostrar una preocupación frente a una dificultad del hijo, ya sea de aprendizaje, de comportamiento, etc.”.

Lo mismo ocurre con la asistencia a las reuniones del centro. A cuantas más se asiste, más desciende el rendimiento, ya que esa situación paradójica es otra ilustración de que existe un síntoma de alguna dificultad académica extra o de problemas de disciplina, asistencia e implicación escolar del alumno.

Lo que refleja el estudio es que parece claro que la modalidad de participación familiar que realmente “funciona” –y con los mejores resultados en rendimiento– es aquella que, en su conjunto, está orientada a la labor de acompañamiento y supervisión de la tarea propia de los hijos que, en su faceta de alumnos, es la de estudiar y aprender.

Conversar y comer con los hijos mejora su rendimiento

  • En el estudio, los investigadores han utilizado los datos del Informe PISA 2012 para ver los factores parentales que, de forma consistente en los países analizados, tienen una influencia fuerte y positiva sobre el rendimiento en matemáticas. Los que más influencia tienen son el apoyo educativo a los hijos en esta materia y la realización de actividades en familia, en particular, dedicar casi todos los días tiempo a conversar –no sobre temas escolares– y realizar juntos habitualmente la comida principal –que puede ser la cena–.
  • El presidente del Consejo Escolar del Estado (CEE), Francisco López Rupérez, detalló el incremento en el rendimiento que producen estas dos variables. Cuando las familias “nunca o casi nunca” se dedican a conversar con los hijos, el dato de rendimiento en matemáticas a los 15 años es de 474,3. Cuando conversan “todos los días o casi todos los días”, ese dato de rendimiento se eleva a 532,7, “lo que equivale aproximadamente a dos cursos de escolaridad”, según especificaba López Rupérez.
  • En lo que se refiere a la actividad en familia que supone realizar la comida principal juntos, los que “nunca o casi nunca” la realizan obtienen un resultado en matemáticas de 485,7. Los que sí que realizan esa comida principal juntos “todos los días o casi todos”, obtienen rendimiento de 530,9, lo que supone un diferencial de 45 puntos PISA, que “equivale aproximadamente a 1,5 años de escolaridad”, según el presidente del CEE.
  • Estos hábitos familiares tienen la ventaja de que no dependen necesariamente del nivel socioeconómico o cultural y, sin embargo,

resultan efectivos. Por ello, el Consejo Escolar del Estado recomienda a las familias que no descuiden este tipo de actividades sencillas y de bajo coste.

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