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“Hay que abrir la participación para elaborar un PISA de Iberoamérica”

El nuevo secretario general de la OEI, Paulo Speller, cree que PISA no refleja la realidad de muchos países porque se elabora sobre la base de modelos occidentales.
José Mª de MoyaMartes, 27 de enero de 2015
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Paulo Speller (Foto: Jorge Zorrilla)

El brasileño Paulo Speller acaba de tomar posesión como secretario general de la OEI en sustitución de Álvaro Marchesi. Aunque el organismo tiene su sede en España, es una entidad con mucha fuerza en toda América Latina. El programa de Speller pasa por ajustar los objetivos 2021 a la situación actual y abrir la organización a países de África.

¿Cuáles son sus objetivos como secretario general de la OEI?
nRespuesta. El primer objetivo es perseguir las metas educativas 2021. En esas 12 metas tenemos mucha objetividad, que es lo que buscamos para toda Iberoamérica. Hay que respetar las circunstancias de cada región, pero estamos con el rumbo bien definido. En ese contexto tenemos una idea bien clara, que es fomentar la movilidad de científicos, estudiantes y profesores. Por otro lado vamos a trabajar la formación de formadores. Para cada una de las metas necesitas docentes bien preparados, esa es la clave.

Un tema importante es la formación de adultos y la reducción del fracaso escolar.
Hay una necesidad de priorizar la alfabetización de jóvenes y adultos. Este es un problema todavía muy serio en América Latina. No lo queremos trabajar como un fin en sí mismo, sino como una forma de sentar las bases para seguir con una inserción más productiva. Hay otro tema que atraviesa todo lo demás: la incorporación como colaboradores de países africanos y asiáticos. Esto nos pone el gran reto de realizar un programa para ellos.

¿La perspectiva es que los países africanos puedan incorporarse luego en la OEI?
Sí, como miembros efectivos. Ahora son colaboradores. Se planteó en la reunión de Panamá, en septiembre de 2013, cuando se aprobó la incorporación de Guinea Ecuatorial, Guinea-Bisáu, Cabo Verde, Mozambique, Angola, Santo Tomé y Príncipe y Timor Oriental.

Parece que existe un proceso de descentralización. ¿La OEI estaba excesivamente capitalizada por España?
De hecho, la OEI ya está descentralizada. Aparte de la oficina de Madrid, tenemos 16 oficinas más repartidas en América Latina y Caribe. Es una actitud positiva de España querer mantener los vínculos que existen históricamente y apoyarlos. En ese sentido, el Estado español está muy presente. Para un enfoque más operativo necesitamos tener una estructura en las regiones. Ahora, con el caso de África, es posible que se creen más. La oficina central queda en Madrid, pero eso no le quita importancia a las oficinas regionales, que es donde se ve la OEI viva y presente.

En la Asamblea General de agosto en México parece que usted salió elegido a pesar de que el Ministerio español tenía su propio candidato. ¿Es eso cierto?
Esa controversia nunca existió. España propuso su candidato y lo va a tener . Lo que hay son formalidades establecidas por los estatutos que hay que seguir. En México hubo acuerdo. El presidente le tocó al ministro mexicano, el secretario general a Brasil y el secretario general adjunto a España, que lo va a formalizar. Una posibilidad es que sea el director general de Universidades [Jorge Sainz]. Ahora hay una perfecta sintonía con el ministro español.

También mencionó que quería abrir un debate sobre las metas 2021. ¿Piensa que habría que retocar algo en este sentido?
No, más bien actualizarlas y definir las prioridades. Las metas son muy amplias y cada país tiene su propia realidad. Cada país tiene que definir sus prioridades para los próximos cuatro años. Las metas están muy bien planteadas y es una idea fantástica que queremos mantener.

¿Cómo puede adaptarse un mismo programa a realidades políticas e ideológicas tan distintas?
La prioridad en la Educación es un consenso en Iberoamérica y es estratégica para cualquier proyecto nacional de cara a otros países. En ese sentido no hay controversia, lo que sí hay es una visión diferenciada en el sentido de buscar lo más importante en cada país.

¿Cómo valora usted la reforma educativa en España?
Es lo mismo que te decía en relación a las metas. Siempre tenemos que tener la mente abierta para la actualización; para tener en cuenta otras realidades, porque la implementación misma de la reforma nos trae datos muy importantes que antes no teníamos en cuenta. La reforma tiene que ser viva, no estática. La idea de reforma es muy positiva y tiene resultados muy interesantes y nuevos retos. Esto mismo pasa en Iberoamérica. Los problemas son muy semejantes: la valorización de la carrera docente, las condiciones de trabajo del profesorado, el rol que tiene la coordinación pedagógica, la autonomía relativa de la escuela… En España la realidad es distinta, en el sentido de que no es un país de unidad nacional, en cuanto a las autonomías o la lengua. Es un reto mucho más fuerte que, por ejemplo, en Brasil, donde se habla la misma lengua y no hay comunidades autónomas. Pensar una reforma educativa para un país que es bilingüe en varias de sus regiones representa un desafío.

¿Cómo valoran desde la óptica de un país centralista el modelo de las autonomías?
Siempre hay que tener en cuenta la historia, no solo de España, sino de todos los países europeos, que es similar. Mi padre es luxemburgués, un país más pequeño que Madrid, y ahí se hablan tres idiomas. Yo tengo dos nietas catalanas y convivo con esa realidad. Ellas entienden catalán porque su padre es catalán y hablan español y portugués porque su madre habla portugués. Eso es natural. La cultura hay que tenerla en cuenta. En el caso de Paraguay, el guaraní es un idioma que se habla en todo el país…

Desde el punto de vista de la pura eficiencia, ¿qué modelo educativo le parece más adecuado?
Un modelo descentralizado, que dé autonomía relativa a las regiones y a la misma escuela. Tienes que establecer una base común nacional, pero más allá de esa base el entorno es importante.

¿Le parece que el modelo Logse debe ser superado?
Lo que se busca es la convivencia de dos realidades. Por una parte, hay que fijar una base común nacional, que es lo que estamos trabajando en Brasil. Por otro lado, es totalmente distinto si estás en una gran ciudad o en medio del Amazonas. Por eso hablo de una autonomía relativa de la escuela y la región para que se puedan tener en cuenta esas dos realidades. Hay una convivencia entre la base común y la autonomía para construir un currículo que responda a la realidad donde está construida la escuela.

¿Y en cuanto a la autonomía del propio centro?
Tiene que existir una flexibilidad por la diversidad cultural y lingüística, que depende del país. Pero hay que tener en cuenta que no podemos pasar por esa base común nacional que da las mismas oportunidades a todos, a la vez que exige a todos. Hay que crear las condiciones para que tenga acceso a la información y el conocimiento.

¿En qué orden colocaría usted estas tres palabras de las que se habla mucho en España: calidad, igualdad y libertad?
Yo creo que es difícil porque son igualmente importantes. Hay que entender cómo se relacionan porque si tiene patrones de calidad, estos se refieren a la norma, que es la base nacional común. A la vez, la libertad es necesaria para la relativa autonomía de las regiones y los centros. Son tres conceptos que se relacionan e interactúan.

Otro debate muy común en España es el de la enseñanza pública, privada o concertada. ¿Qué opina de ello?
En Brasil no se aplica el concepto de concertada. Los colegios religiosos son privados. La Constitución de la mayoría de los países iberoamericanos abre esa posibilidad, pero la mayoría de las escuelas son públicas, el 85%. Hay una serie de normas que deben cumplir todas la enseñanzas y por eso conviven muy bien. La responsabilidad más grande está en manos del Estado, que debe garantizar el acceso a una Educación de buena calidad, con relativa autonomía para tomar en cuenta su propia realidad.

La Concertada se justifica porque si para elegir la privada hay que pagar, no existe un verdadero derecho a la libertad de elección, ¿qué opina sobre ello?
Hay que analizar cada país. No puedo dar un diagnóstico sobre el modelo español. Entiendo la lógica. En Brasil se ha intentado, pero no ha funcionado porque se volvieron un negocio.

En España se ven con cierto temor los modelos chavistas. ¿Cómo valora la Educación en estos países bajo estos regímenes políticos?
El caso de Cuba es un punto fuera de la curva porque son los mejores indicadores de toda América Latina. La escuela cubana es extraordinaria. Su énfasis y prioridad es la Educación y por eso es de tan buena calidad. Cuba tiene muchos problemas económicos, pero tiene la gente muy bien preparada, es su riqueza más grande. La Educación es para todos y de buena calidad. El 100% de las escuelas son públicas, es su alternativa.

¿Qué es lo que espera de estos años como secretario general de la OEI?
La OEI es una asociación iberoamericana que se establece en Madrid en 1949 y que tiene la Educación como su tema principal. En ese sentido, cuando establecimos las metas 2021, la cuestión primera que se puso de relieve fue la importancia estratégica que tiene la Educación. A pesar de que sea un consenso, las políticas son diferentes. Lo que tenemos que tener claro es que la Educación es estratégica y ese es nuestro objetivo. Cuando uno habla de crisis, el valor más fuerte es la Educación.

¿Cómo valora las evaluaciones internacionales que se han puesto tan de moda como, por ejemplo, PISA?
Son resultados importantes que hay que tener en cuenta. Aun así, si lo convertimos en un examen mundial, hay que abrirlo a la participación de todos. Una cosa es que la OCDE lo prepare según sus valores y otra es que se incluyan países de Iberoamérica o asiáticos. Hay que tener en cuenta la realidad de esos países y esto no se hace. Hay que tener en cuenta quién participa de estos exámenes. Cuando uno ve los datos de China, que no son de China, son de Shangái, eso es una parte de la realidad de aquel país. Yo creo que la misma elaboración de los exámenes tiene que tener en cuenta la realidad de todos. El contexto puede ser importante. ­­­

¿Le parece que hay un excesivo sesgo occidental?
Claro que lo hay y no es beneficioso. Establece bases para un análisis que no es verdadero. Hay que abrir más la participación para que se elabore un PISA, por ejemplo, de Iberoamérica. Es otro contexto. Vamos a ver la realidad que tenemos compartida entre la Península Ibérica, América Latina y el Caribe.

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