Más y mejor ayuda para educar a los más necesitados
La semana pasada el informe de Unicef Subsanar la promesa incumplida de la Educación para todos. Conclusiones de la iniciativa global por los niños fuera de la escuela ocupó esta página. Rescatamos datos como que 121 millones de niños, niñas y adolescentes no están escolarizados en todo el mundo. Así como que los avances en materia educativa que se han producido en los últimos años en muchos países no han sido equitativos y hablábamos de los marginados dentro de los marginados.
Esta semana un informe de Unicef vuelve a ser el protagonista de esta página: El argumento en favor de la inversión en la Educación y la equidad. Este nuevo informe comienza con el Artículo 26 de la Declaración Universal de Derechos Humanos: “Toda persona tiene derecho a la Educación. La Educación debe ser gratuita, al menos en lo concerniente a la instrucción elemental y fundamental”. Como ya mencionábamos en el número anterior, este informe señala también que “los niños excluidos de la Educación pertenecen mayoritariamente a los sectores más vulnerables y marginados de la sociedad”. El informe concluye que “en muchas ocasiones esto se debe a que los fondos para la Educación son limitados, se distribuyen de manera desigual o se emplean de forma ineficaz”. Por este motivo, Unicef hace un llamamiento para “invertir más” y hacerlo de “manera equitativa y eficaz”.
Este informe se centra en los países en desarrollo, aunque reconoce que “la marginación y la exclusión son cuestiones que atañen a todos los países”, recordando que “en las naciones desarrolladas hay unos 2,6 millones de niños en edad escolar Primaria que no asisten a las clases”.
Apoyo dentro y fuera
“En muchos países los recursos asignados a la Educación son muy insuficientes” y “la proporción del PIB que comprende el presupuesto gubernamental de cada país es un importante factor determinante de los recursos disponibles”. Así, “a nivel internacional se considera que para lograr los Objetivos de Desarrollo del Milenio es necesario que por lo menos un 20% del PIB de cada país se destine al presupuesto nacional, pero en algunos países como Afganistán, Etiopía y Sierra Leona, la proporción del PIB que corresponde al presupuesto no supera el 20%”.
La inversión desde dentro no llega, pero tampoco la de fuera. “Los países donantes han aportado mucha menos asistencia oficial para el desarrollo que el 0,7% del PIB”. Según la Unesco, “con respecto al logro de la Educación básica universal, el déficit de los recursos para la Educación ronda los 26.000 millones de dólares anuales”.
La conclusión es inmediata, cuando la ayuda exterior y “el gasto público por estudiante es bajo, las familias deben hacerse cargo de una parte considerable de los gatos educativos de sus hijos, lo que con frecuencia tiene consecuencias negativas para las familias pobres o en situación de desventaja”.
Sin embargo, ya se ha mencionado que no todo se reduce a la fórmula de más dinero. Este tiene que emplearse con criterio para poder alcanzar una Educación universal. “El simple aumento del número de oportunidades, la ‘oferta’ de Educación, puede no ser suficiente para lograr la matriculación de los estudiantes más marginados, ya que estos también enfrentan desafíos en sus propios ámbitos”: cuestiones de seguridad y género, consideraciones religiosas, la posibilidad de perder el salario que les proporciona el ser niños que trabajan, tener una discapacidad, vivir en un lugar víctima de un conflicto violento, etc. Por todo ello “determinar cuáles son los obstáculos a la Educación constituye un excelente paso inicial que ayudará a abrir caminos para que más niños asistan a clase”.
Gasto eficaz
El informe pone como ejemplo de gasto eficaz para garantizar la equidad educativa a Bangladesh, donde “se ha instituido una política de discriminación positiva y ha asignado más recursos públicos por estudiante en las zonas más pobres que en las regiones más ricas, probando de esta manera que aún en los contextos más difíciles es posible lograr las metas de la equidad”.
Siguiendo esta estela, Unicef defiende que “cuando los recursos disponibles son significativamente limitados, la mejor manera de garantizar que las soluciones de compromiso a las que se llegue serán favorables a la equidad consistente en invertir las prácticas actuales. Es decir, comenzar a suministrar más recursos a las regiones más pobres y a asignar un número mayor de maestros que estén más capacitados para enseñar los grados iniciales”, ya que lo habitual en distintos países en desarrollo es que los profesores más cualificados estén en los niveles superiores educativos, justo donde menos estudiantes hay, pues la mayoría o no han estudiado nunca o han abandonado sus estudios. Hablamos nuevamente de ofrecer una Educación de calidad.
El informe defiende también como conclusión la importancia de rendir cuentas. Hay que contar con “mecanismos estrictos de rendición de cuentas a fin de mejorar los procesos que transforman los recursos en aprendizaje”.
