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Enkvist: “La corriente de las competencias es un intento de encontrar un atajo, un engaño”

Desde la investigación y un profundo conocimiento de los sistemas educativos, la experta sueca Inger Enkvist reivindica una mayor exigencia sobre el esfuerzo y sobre el aprendizaje de conocimientos en contra de las tendencias pedagógicas actuales.
Paloma Díaz SoteroJueves, 12 de marzo de 2015
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Pocas veces tenemos la suerte de encontrarnos con tan variado y a la vez profundo conocimiento de la Educación. Con Inger Enkvist, la conversación no tiene fin porque es capaz de abarcar el desarrollo del ser humano desde todas sus aristas: los sistemas educativos, los contextos sociales y culturales internacionales, las tendencias que van y vienen, los organismos supranacionales, la responsabilidad familiar, los centros escolares, la formación docente… hasta la biología humana y la investigación médica. “Si queremos mejorar la Educación, no debemos olvidar lo que somos”, señala en relación con la cantidad de factores ajenos a la escuela que inciden en el desarrollo y el rendimiento de los niños.

¿Qué importancia debe tener la tecnología en la enseñanza?
Cierta importancia, pero no demasiada. Para usarla bien necesitas conocimientos previos y vocabulario. Sin ello, la tecnología no sirve para nada; sólo es distracción en el aula. Acabamos de terminar una investigación en mi universidad: se ha dado clase en un grupo que ha utilizado el ordenador a veces; y ha habido otro que lo ha utilizado para todo. Y el resultado muestra que usar el ordenador no es un plus. El factor más fuerte es el trabajo del profesor y la voluntad del alumno de conseguir un resultado.

Entonces, Inger Enkvist, en la modestia de su voz mínima, pide permiso para extenderse explicando otra investigación estadounidense.
Se hizo en un grupo de adolescentes, como los de la ESO españoles, y se les dio a leer un texto de unas ocho líneas en el que se decía que “los generales Lee y Grant”… luego un espacio vacío, y luego la palabra “negociación”. Los estudiantes tenían que averiguar cuál era el sentido de ese texto. Los más rezagados pensaron que era algo militar. Los más avanzados pensaron: “Ah, Lee y Grant… Debe de ser algo de la Guerra de Secesión. Eso es más o menos 1860. Si se menciona la palabra ‘negociación’, será que el texto se refiere al final de la guerra, en 1965; y las últimas batallas fueron en el estado de Virginia…”. Si los alumnos flojos hubieran tenido un ordenador, habrían buscado Lee y les habrían salido muchos Lee; lo mismo habría ocurrido buscando el apellido Grant. Si hubieran sido más listos, habrían puesto general Lee o general Grant. Pero lo que tenían que buscar es Lee y Grant juntos porque son una pareja de adversarios en la Historia. Claro, eso lo sabemos los que sabemos quiénes son. El grupo avanzado entendía cosas que no estaban en el texto porque tenían conocimientos previos. Y así es casi toda la comprensión lectora; hay cosas que se sobreentienden en un texto porque tenemos conocimiento de ellas. Por ello, eso de que no necesitamos leer porque ahora tenemos internet es falso, falso, falso. A los alumnos rezagados no les sirve de mucho un ordenador. A la tecnología debemos dedicarle el tiempo necesario para saber usarla, pero nada más. La tarea de la escuela es dar a los niños esos conocimientos y ese vocabulario necesarios para la vida adulta… y también para saber usar la tecnología.

Actualmente se enfoca la enseñanza hacia la adquisición de competencias y se han depreciado los conocimientos. Pero también hay corrientes que priorizan los conocimientos como base de las competencias. ¿Usted cómo ve esta dualidad?
Hay que basarlo todo en los conocimientos. Al adquirir conocimientos, las competencias se adquieren casi automáticamente o con muy poco esfuerzo extra. Pero al contrario, si te has entrenado en diversas técnicas y destrezas, ello no te da los conocimientos. La corriente de las competencias es un intento de encontrar un atajo a algo que solía conseguirse antes con unos estudios prolongados y serios. Se intenta ayudar a los alumnos con problemas por la vía rápida y es un engaño.

Usted suele decir que la competencia más básica es la de pensar…
Sí. Y cómo puedes pensar si no conoces bien la materia sobre la que vas a pensar. Es de sentido común. Y hay numerosas investigaciones que demuestran que pensamos relativamente bien en las áreas que conocemos. Si no, cometemos errores.

¿Cómo evitar que los alumnos con altas capacidades se nos vayan del sistema por aburrimiento o se rindan a la mediocridad? ¿Cómo de-sarrollamos su potencial?
Se puede exigir mucho más en clase. Los jóvenes y, en general, los humanos, tendemos a adaptarnos al ambiente por instinto. Si nos piden hacer algo, la mayoría trataremos de hacerlo. Si en un curso les pedimos más, la mayoría de los alumnos podrá hacerlo. Habrá quien no pueda, pero no perderá nada por que avancen los demás y, quizá, se elevará un poco. Los finlandeses salen muy bien en PISA porque han elevado el grupo entero: los más flojos están en un nivel más alto que los flojos de otros países y los buenos están en un nivel más alto. Esa idea que circula por ahí de que pedir más perjudica a los flojos es falsa. Y lo peor: es autodestructiva. Exigir más mejora la situación de todos y eso beneficia al país entero. Hay ejemplos que lo demuestran: Finlandia, Singapur, Corea, Letonia…

Usted es crítica con el igualitarismo permisivo, con dejar que los niños pasen de curso sin alcanzar los objetivos para que no se frustren o para evitar llamar la atención de la Inspección. Por otro lado, la OCDE ve mal que haya tantos repetidores en España. ¿Qué hacemos mal?
Primero, el igualitarismo es un valor para muchos, pero puede hacerse como los asiáticos: allí imponen un programa a todos los alumnos y la responsabilidad de cumplirlo la tienen el alumno y la familia; ponen mucho énfasis en la responsabilidad. Y si un niño no saca buenos resultados, el profesor y la familia creen que no se ha esforzado suficiente. Por el contrario, en los países occidentales somos igualitarios y no exigentes. Lo que quiere la OCDE es el igualitarismo permisivo, que dé resultados iguales. En París [sede de la OCDE] son contradictorios: ellos querrían que todos tuvieran buenos resultados sin esforzarse y no les gustan que los asiáticos obtengan tan buenos resultados porque lo hacen con esfuerzo. Luego, para justificar que hasta los niños de entornos pobres sacan buenos resultados hablan de “resiliencia”, una fuerza especial para sobreponerse a la adversidad. Lo que deberían decir es que estos niños se han esforzado enormemente y probablemente sus profesores también. Tener la idea china del esfuerzo lleva a un mejor resultado a los que tienen bajo nivel.

Así que es imposible competir con los asiáticos debido al factor sociocultural…
Debemos ponernos serios de una vez: mantener los resultados y subirlos. Invertimos en un alumno mediocre mucho más que China en su mejor alumno; tenemos profesores bien formados y tenemos tradición de Educación… Seamos serios… Hay que hacer lo que decimos que hay que hacer. No se trata tanto de ser exigentes como de ser consecuentes.

¿Cómo podríamos mejorar nuestro sistema de acceso a la docencia?
En el Magisterio de España se acepta a todos y debería restringirse la entrada para mejorar la calidad. En Finlandia, los futuros profesores han tenido que superar varias pruebas de selección y eso les hace sentirse orgullosos; saben que tienen muy buen nivel y pasan tres o cuatro años junto a gente de muy buen nivel. Eso, en sí, ya es Educación… Si España quiere elevar el nivel del profesorado, debe fomentar la idea de que es atractivo estar en las aulas y, a la vez, restringir la entrada para dar prestigio a la selección. También debe aumentar el contenido intelectual en la formación.

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