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Pero, ¿cómo se puede medir la felicidad?

Por José Mª de Moya
Martes, 26 de mayo de 2015
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Recuerdo una animada entrevista al responsable de los sindicatos de profesores de Europa. Trataba yo de convencerle de las bondades de evaluar los sistemas, medir resultados, etc. cuando me espetó: “Pero, ¿cómo se puede medir la felicidad?”. Vi claro que por allí no íbamos bien y pasé a otro tema.

En aquella época –uno evoluciona– no pensaba yo que fuera misión de la escuela la felicidad de las criaturas. Al contrario, planteamientos como el de aquel sindicalista me parecían angelicales, ingenuos… Ese infantilismo al que la izquierda nos tiene tan acostumbrados. ¿Ha dicho felicidad? A la escuela se viene a aprender, de modo que un buen maestro es fundamentalmente un buen enseñante, etc., etc. El tiempo –tal vez, la edad– me ha hecho atemperar mis implacables posiciones y ahora reclamo una formación más holística, equilibrada e integral de los alumnos que les forme intelectual, humana y espiritualmente. Sin apartarme ni un ápice de la importancia primordial de lo cognitivo y sin volver a posiciones buenistas del pasado, estamos obligados como educadores a procurar que nuestros alumnos sean sabios, buenos y felices. ¿También en Secundaria? También.

La buena noticia es que la provocativa pregunta del sindicalista –¿cómo se puede medir la felicidad?– ahora tiene respuesta. El profesor Fernández Berrocal, director del Laboratorio de Emociones de la Universidad de Málaga, acaba de presentar, bajo el auspicio de la Fundación Botín, un revolucionario e innovador test de evaluación de la Inteligencia Emocional en la infancia y en la adolescencia. Tiempo habrá de valorar este nuevo instrumento y su efectividad, pero sin duda supone un cambio de paradigma en orden a medir dimensiones ocultas de la persona. De este modo, trágicos episodios como el de la joven de Usera se habrían detectado en toda su magnitud y, tal vez, evitado. Y sin necesidad de acudir a casos tan extremos, como recalca el profesor Fernández Berrocal, “muchas investigaciones demuestran que nuestras emociones intervienen en aspectos como la toma de decisiones o la creatividad”. Buena cosa será que a la corriente de evaluación de conocimientos se sume la de la evaluación de las emociones.

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