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La clase invertida y otras utopías

Por José Mª de Moya
Martes, 2 de junio de 2015
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La Educación es muy dada a la utopía y puede estar bien siempre y cuando no perdamos el contacto con la realidad. Si quieres arar recto debes atar el arado a una estrella; bien, pero cuidando con no sacarlo de la tierra haciendo, como un imbécil, surcos en el aire.

Vengo con estas porque intuyo sobredosis de utopía detrás de algunas de las innovaciones educativas que se despachan en congresos, jornadas y publicaciones especializas como esta. Sin ir más lejos, esta semana publicamos un espléndido reportaje sobre la flipped classroom, traducido al español como clase invertida o inversa, como prefiere denominarla el profesor Raúl Santiago, uno de sus principales impulsores en nuestro país. Se trata de alterar el orden: los conocimientos se adquieren en casa y los ejercicios prácticos y competencias se trabajan en clase. Además, como explica en la entrevista, de este modo se libera al profesor de cometidos para los que es perfectamente prescindible como, por ejemplo, dictar una lección. Para eso hay vídeos, podcast, píldoras de conocimientos e infinidad de recursos en la red.

No tan rápido. Las píldoras ahí están y ahí se quedarán si alguien no las introduce, paciente y hábilmente, por el gaznate del enfermo. Resulta un tanto utópico y alejado de la tiza pensar que el alumno va a adquirir por su cuenta los conocimientos sin el impulso, la motivación, el ejemplo, los matices, los cambios de ritmo, las pausas, las miradas, las inflexiones en la voz, los gestos e, incluso, la sola presencia de su fiel y afectuoso maestro. También suena a utopía pretender derivar más actividades del colegio a casa, cuando en otros foros se alerta contra la sobrecarga de tareas escolares y se aboga por suprimirlas totalmente. Pero la mayor de las utopías es la que nos presenta a ese superprofesor que cada mañana se inventa actividades colaborativas que ponen en práctica lo aprendido por el alumno la tarde anterior en su casa… Y dos huevos duros.

Desde luego que hay que apostar por la innovación y la mejora continua, pero sin esnobismos, siempre orientados a los resultados y preguntando a los que cada mañana se la juegan en el aula. Ojo con las propuestas de departamento universitario que por ahí ya hemos pasado.

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