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“Hay que eliminar los conciertos e ir integrando esos centros en una red pública única”

Enrique Díez, responsable federal de Educación de Izquierda Unida (IU), propone conseguir en cuatro años una red única de centros públicos, suprimiendo progresivamente los conciertos educativos.
Adrián ArcosMiércoles, 11 de noviembre de 2015
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Se define católico practicante, pero considera que “los dogmas y creencias son cuestiones personales que no deben formar parte de la Educación formal”. Enrique Javier Díez es coordinador federal de Educación de IU y profesor de la Facultad de Educación en la Universidad de León.

He visto que están trabajando en un acuerdo social y político para conseguir una nueva ley educativa. ¿Cómo surgió la idea?

Surgió hace un año en el debate de la Lomce, ya que la derecha nos echaba en cara que siempre nos oponíamos a sus propuestas, pero no ofrecíamos ninguna alternativa. Así que decidimos iniciar un acuerdo que no tuviera que ver con el planteado en su momento por Gabilondo, ya que nos parecía un pacto de despachos, hecho por arriba y al margen de la comunidad educativa. Así que decidimos trabajar activamente con diversos colectivos, foros de docentes, la marea verde y otros movimientos sociales con el objetivo de alcanzar ese acuerdo que se convirtiera en una nueva ley que diera estabilidad y permanencia al sistema educativo. Por eso proponemos que ese acuerdo sea sometido al referéndum de toda la ciudadanía.

Pero si se quiere dar estabilidad, hay que contar con todas las organizaciones y partidos políticos.

Si queremos que sea una Ley de Estado, la Educación debe conseguir la cohesión social, la atención a la diversidad y el desarrollo de personas, no solo debe pensarse para el mercado. Lógicamente, debe haber una red pública única donde se vayan integrando los centros que están siendo privados financiados públicamente.

Si no se cuenta con la Concertada, es difícil que la ley perdure.

Hay que hacer entender que nosotros no nos preocupamos por que el colegio de mi hijo sea el mejor, sino por que todos los colegios sean los mejores posibles. Y eso no trata sobre un mercado educativo donde haya que elegir, sino que todo centro debe tener la máxima calidad. Y así son los modelos de Finlandia, Suecia o Singapur.

¿Qué hay que hacer entonces con la Concertada?

Suprimirla.

¿Y qué se hace con los alumnos y las personas que allí trabajan?

Nuestra primera propuesta es ampliar la red de centros de titularidad y gestión pública para cubrir todas la necesidades de escolarización en todas las etapas y modalidades educativas, prestando especial atención a 0-3 que nosotros entendemos como una etapa plenamente educativa. Y en segundo lugar, la gratuidad total de la enseñanza pública, desde la primera infancia hasta la universidad, dotándola de recursos suficientes. Teniendo claros estos dos puntos, en los cuatro años de legislatura nosotros planteamos la supresión progresiva de los conciertos hasta su completa desaparición. La idea es que se vayan integrando en esa red única de centros públicos de forma negociada con los sindicatos para ver cómo ese profesorado podría pasar a la Pública sin haber pasado una oposición. Eso en cuatro años, pero desde el minuto 1 suprimiríamos los conciertos con centros que discriminan por sexo o que utilizan mecanismos encubiertos de tipo económico o ideológico para seleccionar al alumnado.

Este planteamiento choca con la libertad de elección de los padres.

Quienes defienden esa libertad de elección, yo creo que no se han leído la Constitución, o tienen abogados o asesores que no han hecho muy buena interpretación. Es el problema que siempre le veo a la Concapa. La Constitución dice que las familias –o cualquier persona– tienen derecho a crear sus propios centros. Y por otra parte, el derecho a la Educación tiene como consecuencia la enseñanza obligatoria, y es el Estado quien debe encargarse de garantizarla y organizarla. El problema es que en España se ha confundido esa libertad de creación de centros por parte de la empresa privada con el hecho de que el Estado esté obligado a financiar opciones privadas. En todo caso, los centros privados podrán ser ayudados por poderes públicos siempre que reúnan los requisitos que la ley establezca. Pero el Estado no está obligado. Es una decisión política que se tomó por parte del PSOE de Felipe González para consagrar los conciertos.

Pero lo que está claro es que los padres demandan la escuela concertada, muchos por el ideario católico.

Lo que dicen las investigaciones –yo doy clases de Sociología de la Educación– es que las familias que mayoritariamente eligen centros determinados no lo hacen por la confesionalidad o porque se imparta Religión o no, ya que pueden ir a catequesis. Las familias tienen derecho a que sus hijos reciban formación religiosa o moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones. Pero no hay obligación de que esa formación religiosa tenga que garantizarse desde la Educación formal, ya que puede desarrollarse desde la no formal o desde la informal, porque pertenece al ámbito privado de la familia. Lo que nos ha venido demostrando la sociología en los últimos 20 años, es que la mayor parte de las familias elige esos centros porque en ellos no están determinados sectores de la población, ya que piensan que eso les dará una ventaja competitiva a sus hijos de cara el futuro mercado laboral. Fíjate qué contradicción con los planteamientos de cohesión social, igualdad de oportunidades y convivencia entre toda la ciudadanía.

Lo que veo es que IU va a tener en contra a un sector importante de la comunidad educativa.

Es una parte minoritaria de la comunidad educativa con la que hay que hacer una labor pedagógica de explicar que lo importante no es tu hijo, sino los hijos de todos, y que por el hecho de haber nacido en una casa un niño no tiene más derechos ni más posibilidades que otro que haya nacido en la casa del al lado. Porque los niños tienen derechos sustanciales por ser niños, no por ser hijos de quien son.

Sobre la Lomce, ¿hay algo que os guste?

Nada.

¿Qué le parecen las evaluaciones externas?

Si un niño a los 4 años tiene curiosidad por aprender, ¿qué hacemos para que a los 14 años ya no quiera saber nada de lo que le contamos? En vez de plantearnos qué estamos haciendo los adultos para no conseguir apasionar a los niños por ese aprendizaje con el que viene todo ser humano, al final terminamos convirtiendo a las víctimas en culpables y decimos que ellos no trabajan ni se esfuerzan lo suficiente. Por eso les ponemos esas carreras de obstáculos que hasta los propios profesores me dicen: “En 2º de Bachillerato nos dejamos de tonterías, nos dedicamos a preparar el examen”. ¿Pero no decíamos que la Educación obligatoria era para que los chicos se desarrollaran, para que aprendieran a aprender, para que fueran felices, para que supieran cómo participar de una ciudadanía y transformar una sociedad futura más justa y mejor?

¿No cree que hay que preparar a los alumnos para el mundo laboral?

Al revés, hay que preparar el mundo laboral para los chicos y chicas, porque nos encaminamos a un mundo laboral de semiesclavitud, donde se aceptan salarios que no sacan de la pobreza. A mí me gustaría formar a gente para un mundo laboral digno, porque yo no quiero que mi hijo esté en un mundo precario, rotacional y temporal. Pero al final tenemos un modelo que quiere preparar a los niños cuanto antes para ese mercado competitivo, no para desarrollarse como personas, sino para que sean mano de obra barata.

¿Qué le parece entonces el adelanto de itinerarios?

Se ha demostrado que los itinerarios no conducen a reducir el abandono y el fracaso escolar, aunque siempre nos digan que sirven para eso, sino que tienen como objetivo eliminar progresivamente la igualdad de oportunidades y la formación común durante la etapa obligatoria. Se utiliza la excusa de aumentar la empleabilidad para segregar cuanto antes al alumnado, y prácticamente vamos a poner a niños en determinados itinerarios. Se olvida que necesitamos, además, una estructura empresarial de la que ahora carecemos.

Supongo que ya le habrán preguntando qué hacemos con los niños que con 13-14 años no quieren estar en clase.

Hay profesores de Secundaria que me preguntan: ¿Qué hago con los objetores escolares? Y utilizan ese término. La pregunta es qué hacemos con un sistema educativo y un profesorado que no es capaz de apasionar a esos niños por el aprendizaje. Niños que fracasan en Inglés, pero que les das un videojuego que tiene las instrucciones en inglés y se saben todos los trucos al cabo de tres días.

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