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Ni Arte Ni Educación: activismo, pedagogía y cesión ciudadana

No titubearon los alumnos del Instituto madrileño “Corazón de las Águilas” cuando, en una de las salas del Matadero de Madrid, les preguntaron por el concepto de arte. “Es una forma de expresión”, dijo uno. Una compañera suya quiso ir más allá: “Todo lo que hacemos es arte porque todo lo que construimos sale de nuestros sentimientos”.
Gonzalo BlancoMiércoles, 13 de enero de 2016
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Son alumnos de Dibujo Técnico de 4º de la ESO, 1º y 2º de Bachillerato, sus clases son demasiado reducidas y se ven obligados a compartir las excursiones; pero no se aprecia entre ellos grandes diferencias generacionales, al menos en su capacidad de abstracción.

Es precisamente la capacidad que, desde Pedagogías Invisibles –asociación cordinadora del proyecto–, se pretende potenciar y dar sentido dentro del sistema educativo, encomendado a las necesidades de un modelo de producción que anda por otros derroteros. Y así, esta asociación busca explotar ese limbo entre el arte y la Educación porque, Ni Arte Ni Educación –proyecto que trasciende el concepto de exposición y que estará presente en el Matadero hasta mediados de enero–, se articula en torno a su renovación y el poder de la cultura como elemento transformador de la sociedad.

Por medio de una serie de trabajos que conforman el núcleo de su iniciativa, como instalaciones, talleres, actuaciones o incluso fiestas, dan forma a este experimento, espacio vivo y cambiante en donde cada propuesta parte de un problema educativo para ofrecer una reflexión sobre la relación arte-Educación. Haciendo gala del Matadero como centro de creación contemporánea, este conjunto de exposiciones –por denominarlas de alguna manera– encuentran en la pedagogía el elemento aglutinador que necesita lo artístico y lo educativo para confluir en su valor formativo.

Buscando esas analogías entre dos campos que encuentran en el diálogo su mayor potencia renovadora, esta asociación sin ánimo de lucro –junto con el Grupo de Educación Disruptiva– consigue dar sentido a las tres ideas que fundamentan su propuesta: el activismo social como herramienta pedagógica, entendido como la participación activa en la potenciación de las inquietudes sociales y culturales; su uso como herramienta que devuelva el poder de actuación y decisión a la sociedad civil; y la posibilidad de inculcar el respeto a la diversidad en las comunidades urbanas.

Respeto que Angélica Dass –artista participante en este conjunto de exposiciones– busca proyectar desde Humanae, una suerte de inventario cromático en el que, a partir de las gamas de Pantone –lo que todos conocemos por color carne–, hace un repaso de la evolución del color de nuestra piel, un conjunto de retratos que desmonta nuestra concepción de lo que es el color carne, pasando por multitud de etnias. “Desde pequeños nos identifican el Pantone como color carne, y ese no es el color de la carne. Si tal de nuestra piel, pero ni eso”, nos cuenta Eva Morales, arteducadora –como
a ellos les gusta denominarse– encargada de dirigir la excursión del IES “Corazón de las Águilas”.

La Brecha
Morales es otra de las participantes con su proyecto La Brecha, diatriba del actual sistema educativo en lo que se refiere a su relación con el arte contemporáneo, profundamente alejado tanto para alumnos como docentes. Es una investigación –cristalizada en una cartografía– en la que participan alumnos del Grado de Educación Infantil, profesores en activo, arteducadores y artistas para reflexionar sobre este problema y aportar soluciones prácticas a este rechazo frontal del sistema educativo hacia el arte contemporáneo. Rechazo que también se da en la sociedad en su conjunto, sumida en la incomprensión del arte de su tiempo, infravalorado en relación con el arte anterior, siempre exquisito para las generaciones futuras.

Invitados los escolares a participar en dicha introspección, no dudan en el papel que la Educación juega en toda sociedad moderna. “Es un engranaje que se une a otros sistemas”, aseguró uno en cuanto el tema salió a la palestra. Conscientes de la relación que guarda con el arte contemporáneo, no se cierran a la reflexión que Eva Morales les plantea. ¿Es la Educación un simple sistema que sirve para ampliar nuestros conocimientos? ¿O es algo más? Los alumnos del “Corazón de las Águilas” no dudan: “La Educación sirve para formarnos como personas”.

Es la misma motivación que ha impulsado la cesión ciudadana del espacio del Matadero con el fin de potenciar la participación de la sociedad civil en este proceso artístico-educativo. Porque puede que un alumno quiera ser profesor fuera del aula, o que un padre quiera darle a sus hijos una fiesta de cumpleaños diferente, por ello, el Grupo de Eduación Disruptiva abrió este espacio por un tiempo –hasta el 14 de diciembre– a todo los interesados en participar en esta iniciativa.

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