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Gabilondo: “No hay que pactar todo, pero sí al menos el modelo y las reglas de juego”

Ángel Gabilondo recordó el documento que presentó durante su etapa al frente del Ministerio y que llegó a consensuar 157 puntos tanto con partidos políticos como con otros sectores de la comunidad educativa.
Adrián ArcosMartes, 15 de marzo de 2016
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“La primera actitud que posibilita un pacto es hablar. ¿Por qué no quedamos para hablar?”. Así empezaba el exministro de Educación, Ángel Gabilondo, su intervención en la XXX Semana de la Educación celebrada la semana pasada por la Fundación Santillana. “La Educación es un derecho y un bien público; solo con esa frase podríamos empezar a hablar. No es un producto ni un bien de consumo, ni las familias son clientes”, continuaba Gabilondo.

El exministro aseguró sentirse legitimado –por su experiencia propia– para considerar que “tenemos el deber de encontrar, ya no digo un gran pacto, pero sí los máximos acuerdos educativos posibles, que no hace falta que acaben en una foto, sino que acaben mejorando la Educación”. Y también desde su propia experiencia recordó la dificultad para alcanzarlo. Por eso recomendó que “no hay que pactar todo, pero sí al menos el modelo y las reglas de juego”. Gabilondo puso como ejemplo el documento que presentó durante su etapa como ministro y que llegó a consensuar 157 puntos tanto con partidos políticos como con otros sectores”.

Establecer unos mínimos
Para la filósofa Victoria Camps, que también intervino en las jornadas, “habría que alcanzar un pacto de estabilidad que consiga acabar con las continuas reformas educativas y por esa fiebre por legislar, y en el que se establezcan unos mínimos que desarrollen las comunidades autónomas y los centros”. Gabilondo también aseguró creer en la estabilidad: “Las continuas reformas siembran de incertidumbre preocupante lo que debería de ser el ejercicio efectivo del derecho a la Educación”. Por eso apostó por un “sistema estable, basado en la equidad y orientado a la excelencia”.

Por su parte, el presidente del Consejo Escolar del Estado, Francisco López Rupérez, manifestó que “los contenidos del pacto deben plantearse, no a partir del análisis de las confrontaciones históricas izquierda-derecha que han caracterizado las últimas décadas, sino que se trata de construir ese pacto a partir de los elementos que ya tenemos en común”. Por eso tachó de improcedente que “en el nuevo marco del pacto entráramos en conflicto con lo ya acordado anteriormente, como son el derecho a la Educación y la libertad de enseñanza contenidos en la Constitución”, y que consideró como “los dos pilares característicos de las sociedades avanzadas y de los sistemas democráticos liberales”.

Dos asuntos de cuña
También intervino en la Semana de la Educación el economista Luis Garicano, que advirtió sobre “un sistema anquilosado, con un debate político muy partisano centrado en dos asuntos de cuña que han impedido el pacto: la Religión, Ciudadanía y la Concertada de un lado, y los temas lingüísticos y culturales de otro”. Garicano cree que “cualquier punto de partida debe tener en cuenta que no compartimos esos asuntos”. Sin embargo, señaló que “hay elementos que empiezan a ser compartidos”, entre ellos la compatibilidad de equidad y excelencia; la necesidad de un sistema con más información para padres y mayor transparencia; la rendición de cuentas de los centros y su mayor autonomía; y la necesidad de una carrera docente.

Para Victoria Camps, “el pacto debería recuperar el sentido originario de la Educación”. Educar –del latín educere– significa etimológicamente extraer de la persona lo mejor que lleva dentro. Por eso, la filósofa considera que “el educador debe hacer una función de guía, de orientador, de autoridad para extraer lo mejor y evitar que salga lo peor”. “Educar, en ese sentido, es hacer personas autónomas capaces de acabar pensando por sí mismas, tomar sus propias decisiones y orientar su vida de acuerdo con unos parámetros éticos que son los que establece la Constitución”.

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