Nuevo alegato desmedido contra la nueva Educación

José Mª de Moya
Director de Magisterio
5 de abril de 2016
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Se acaba de publicar Contra la nueva Educación, de Alberto Royo. Se trata del enésimo alegato contra la revolución educativa a la que estamos asistiendo desde hace una década con más intensidad y en la línea de Inger Enkvist, Ricardo Moreno, etc. Desde fuera de la pedagogía otros intelectuales como Muñoz Molina o Pérez-Reverte también han cargado con fuerza, basta recordar el mítico “Permitidme tutearos, imbéciles”.

Nada que objetar al diagnóstico de la situación manifiestamente mejorable de nuestra escuela –particularmente de la escuela pública– y a la rotundidad de muchas de las propuestas. Como muestra, destaco estas perlas de la entrevista que publicamos con el autor: “Innovar por innovar es un poco estúpido”, “No tiene sentido igualar siempre por abajo pretendiendo una equidad que es imposible”, “Tenemos muy pocos alumnos excelentes y muchos mediocres”, “Se pide al profesor muchas tareas que no tienen que ver con enseñar conocimientos”, “La concentración, el silencio o la disciplina no están de moda, pero sí la empatía, la felicidad o el coaching”, etc. Insisto en que muchas de las afirmaciones son aprovechables y certeras pero me vuelven melancólico y no me gusta.

Detrás de estos movimientos contrarreformistas cargados de razones también se esconde un cóctel de nostalgia, despecho, frustración, academicismo, altanería, indignación y cabreo generalizado. Probablemente venderá menos libros pero muchas de las sentencias merecerían ser matizadas. Ni siquiera Ken Robinson, sobre el que no he ahorrado críticas, se merece ser calificado como “charlatán” o “personaje que vende la felicidad en píldoras y detrás de los que no hay absolutamente nada”.

Toca buscar equilibrios. Toca descubrir innovaciones que mejoren los resultados, buscar una excelencia bien entendida que saque lo mejor de cada uno y no elitista, recuperar el valor del conocimiento pero sin enfrentarlo a la adquisición de competencias o a una formación integral de la persona. Enseñanza o Educación, conocimientos o competencias, razón o emoción, etc. Cuatro siglos después la conversación entre Alonso Quijano y Sancho continúa.

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