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“Aunque esté mal visto, un centro no puede funcionar sin autoridad”

Con motivo del lanzamiento de su nuevo libro, La conjura de los ignorantes, Ricardo Moreno ha explicado a MAGISTERIO cómo la situación actual de la Educación encuentra su origen en la Logse y en el papel otorgado a la pedagogía. El autor de Panfleto antipedagógico insiste en que "la pedagogía no es una ciencia".
Laura García RuedaMartes, 31 de mayo de 2016
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Ricardo Moreno.

Ricardo Moreno, autor de Panfleto antipedagógico (2006), acaba de publicar La conjura de los ignorantes, un libro que el propio autor define como “una antología de 20 textos de pedagogos muy conocidos y eminentes que no son más que delirios y extravagancias”. MAGISTERIO ha entrevistado a este licenciado en Matemáticas y doctor en Filosofía especializado en historia de la ciencia para saber más sobre una obra en la que intenta demostrar que “la pedagogía no es una ciencia”.

La conjura de los ignorantes. De cómo los pedagogos han destruido la enseñanza. El título del libro señala un problema, pero también unos culpables, los pedagogos.
Lo digo en un sentido amplio. Psicólogos evolutivos, sociólogos de la Educación, pedagogos… todos han asumido la jerga pedagógica, siendo así cómplices de la destrucción de la enseñanza, y no les interesa rectificar por el papel tan importante que tienen.

Entonces, ¿cuál es el rol que debería desempeñar la pedagogía en la Educación?
Hay muchos textos muy bonitos de filósofos sobre la enseñanza, profesores que hablan de sus experiencias, etc., pero no se puede constituir en una ciencia. También hay muchos filósofos que han escrito sobre el amor y la amistad, pero por mucho que lo leas no vas a ligar mejor. ¿Es bueno reflexionar sobre la amistad y el amor? Claro, porque toda reflexión es buena en sí misma, pero luego, a la hora de la verdad, es cuestión de tener encanto personal, no de bibliografía. Del mismo modo, la pedagogía se puede pensar como una re-
flexión, pero no nos va a dar recetas para enseñar mejor.

Para usted la Educación es el primer problema de España a día de hoy, ¿por qué?
Las personas sin educar tienen un futuro profesional muy limitado, en ellos prenden con mucha facilidad las sectas, los delirios y los populismos, como se ha visto en las últimas elecciones. Nos encontramos con una incultura tal que en las escuelas de ingenieros hay alumnos que no manejan el sistema métrico decimal y en Filología no se les puede hablar de gramática histórica porque no saben nada de latín y griego.

Califica la situación que vivimos como «desastre educativo» y sitúa su origen en la Logse. ¿Qué caracteriza el momento educativo actual y qué se ha perdido?
Ahí es donde empezó todo, en la reforma del año 90. Ahora a los chavales no se les inculca el sentido del esfuerzo y de la responsabilidad, se culpa al sistema y al niño se le ponen psicólogos, pero la vagancia es un defecto, no una enfermedad y tratarla como una enfermedad es como castigar a un niño porque tiene sarampión. Una cosa son los defectos y otra las enfermedades. La vagancia, la grosería y la falta de Educación son defectos y no necesitan psicólogos, sino Educación y autoridad. Aunque esté un poco mal visto, sin autoridad un centro no puede funcionar.

Los chicos se titulan no sabiendo nada, la falta de Educación en los centros ha aumentado y los profesores están más desesperados que nunca. El ambiente se ha enrarecido, la falta de Educación llega a límites inauditos y los resultados son pobrísimos.

¿Esta situación devalúa la figura del profesor?
Para que funcione la escuela, el profesor debe mandar, igual que en la carretera los conductores tenemos que obedecer a los agentes de tráfico. Esto parece decimonónico, pero no se trata de darles a los alumnos latigazos, se trata de que el profesor tiene que mandar porque lo normal es que un niño no quiera aprender.

Además de defender la Educación y la autoridad en la escuela, también apuesta por el aprendizaje de memoria.
Aunque hay cosas que no hay que aprenderse, sí es preciso utilizar la memoria porque tiene un papel en el aprendizaje que no se puede obviar. Los ignorantes de ahora dicen que los contenidos no hacen falta porque están en la red, pero internet es una enciclopedia y antes también las había.

¿Cuál es su opinión sobre los deberes?
Son necesarios porque el aprendizaje tiene un componente de trabajo en soledad y en silencio que es indispensable, pero es cierto que en ocasiones se ponen deberes muy inútiles. Hay que volver a cosas que llevan menos tiempo y son más útiles, aunque sean más tradicionales. Una redacción de diez líneas sobre cualquier tema es mucho más provechosa que un trabajo de cortar y pegar.

¿Se desprecia en nuestra sociedad el saber?
Completamente. Varios de los textos que recojo en el libro aseguran que lo importante no es transmitir saberes, entonces, ¿qué es? Lo importante es el saber como un valor en sí mismo, no el saber utilitario, que es lo que llamamos cultura.

El saber utilitario está muy bien, que un niño sepa que tiene que lavarse los dientes o las manos, pero no es cultura. Esta comienza cuando el niño empieza a interesarse por los dinosaurios, la poesía o las matemáticas. Valores que son un fin en sí mismo y que tienen su origen en Grecia. Si queremos seguir siendo civilizados, tenemos que seguir siendo griegos, lo que significa valorar el saber en sí mismo, independientemente de la utilidad; y luego ya los niños aprenderán una profesión.

Si no es en el saber, ¿en qué se basa la Educación en la actualidad?
Se da mucha importancia a las destrezas y habilidades, pero no hay habilidades o destrezas que no se basen en un saber. Si yo explico matemáticas, esos saberes hay que aplicarlos haciendo problemas.

¿Qué opina de los que señalan que la enseñanza tiene que ser divertida?
Es lo deseable, pero no siempre lo es. Igual que un médico puede tener un caso interesante y otros rutinarios. No hay profesión en la que todo sea divertido, incluso, para llegar a lo divertido hay que hacer una rutinas.

Para leer latín, hay que estudiarse las declinaciones. Es decir, el saber como meta es muy gratificante, pero el camino puede ser muy árido, por eso la enseñanza tiene que ser obligatoria.

Por último, si la Educación es el primer problema de España, ¿qué cambios propone para solucionarlo?
Un Bachillerato de seis años, de los 12 a los 18 y hacer una reválida al final de la enseñanza común, porque no se puede entrar en el Bachillerato sin saber leer correctamente, y otra al final de éste.

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