Políticamente incorrecto
En Blinklearning nos dedicamos a la tecnología aplicada a la Educación pero tenemos claro que nuestro papel es un papel secundario y que estamos al servicio del alumno y del profesor. La tecnología es un instrumento al igual que pueden ser una u otra metodología y es el profesor el que puede utilizar de esas nuevas herramientas bien o mal. Tenemos claro que el factor clave para mejorar la Educación es primero tener a los mejores profesores y que estos estén incentivados y motivados.
Esta semana tuve la oportunidad de asistir a un coloquio organizado por la revista MAGISTERIO sobre el Libro Blanco del docente. Aunque parece haber un consenso muy alto en el diagnóstico y en muchas de las medidas a adoptar creo que el debate se ha instalado en lo políticamente correcto. Reconocer que hay tanto buenos como malos profesores, como hizo Carmen Pellicer en el coloquio, no debería de ser un acto de valentía sino de simple sentido común. Hay buenos y malos profesores como ocurre en cualquier otra profesión porque es algo inherente a la propia condición humana, igual que hay buenas y malas personas. De hecho, el coste social y el impacto de un mal profesor sobre sus alumnos no debería de ser tolerado por la sociedad. Este coste, aunque no sea tangible o medible o sus efectos sean a muy largo plazo, es de unas consecuencias muy graves.
La sociedad debería de valorar el tremendo trabajo que hace un buen profesor. Tenemos la urgencia de atraer a los mejores, motivarlos, incentivarlos y reconocerles su trabajo pero al mismo tiempo deberíamos establecer cómo identificar a esos buenos profesores. No hay nada mas desmotivador e injusto que un buen profesor sea tratado igual que uno malo o que el único incentivo económico sea llevar más tiempo dando clases.
Se habla mucho de la sanidad española como el modelo a seguir. Si nadie se plantea que un mal médico no debe operar, no ha de tolerarse en la Educación. El hecho de que sea una profesión muy vocacional no exime, en mi opinión, de esta responsabilidad. El futuro de este país está en manos de los profesores. Es hora de valorarlos como se merecen, pero también de exigerles.