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Entrevista a Marvin Berkowitz, codirector del Centro para el Carácter

Martes, 28 de junio de 2016
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Motivar a los alumnos para que interioricen el bien y no actúen por recompensas, dándole ejemplo de los valores que queremos que desarrollen. Según Marvin Berkowitz, ese es el ejercicio que debería hacer toda la comunidad educativa para poner en marcha la Educación del carácter. Berkowitz es codirector del Center for Character and Citizenship (EEUU), profesor de la University of Missouri-St. Louis y uno de los mejores expertos en Educación del carácter a nivel mundial. Visitó nuestro país el pasado mes de abril para participar en unas jornadas organizadas por la Universidad de Navarra.

¿Qué importancia tiene la Educación del carácter para un niño?

Es importante no solo para el niño, sino para la sociedad en su conjunto. Es un reto constante; es la forma de preparar a cada próxima generación para que herede el mundo que le legamos de manera que construya un futuro más moral. Todos queremos vivir en comunidades seguras, amables, altruistas y justas. Eso solo es posible si en ellas hay gente tranquila, cuidadosa y desinteresada. La Educación del carácter supone que los centros se organicen para intentar que el niño pueda desarrollarse y llegue a ser la mejor persona posible.

¿Cuál será su uso para el futuro?

No hay diferencias entre el futuro o el pasado en cuanto al propósito y la utilidad de la Educación del carácter. Siempre ha estado allí –al menos durante 2.000 años en la sociedad occidental, y seguramente igual en las sociedades orientales– y siempre lo estará. La verdadera pregunta es si lo hacemos con eficacia. Aristóteles opinaba que todos los adultos que están cerca de los niños afectan a su carácter, ya sea intencionadamente o no. Era cierto entonces, es cierto ahora y siempre será cierto. La Educación del carácter moderno es –o debería ser– un intento de comprender los procesos psicológicos, sociológicos y pedagógicos que se sabe que empíricamente son eficaces en el apoyo a este desarrollo positivo en niños y adolescentes.

¿Cuáles son los beneficios? ¿Y los problemas?

Los beneficios suponen unas mejores y más eficaces escuelas, alumnos más desarrollados de forma integral y comunidades más morales. Los problemas son en realidad desafíos: ¿Cómo conseguimos que la gente se implique en la Educación del carácter? ¿Cómo conseguimos que las escuelas la apliquen de forma efectiva?

¿Cómo debe hacer frente la familia a la Educación del carácter? ¿Y los centros?

Las prácticas que funcionan en las familias y las escuelas suelen estar bastante solapadas. Los niños necesitan amor y una red de relaciones saludables, tener grandes expectativas, necesitan unos modelos a seguir y que sus voces y su propia autonomía sean respetadas. Tienen además que interiorizar los valores que queremos que mantengan –lo que significa evitar los premios y castigos como factores clave de motivación– y necesitan sentirse conectados con todos los miembros de la comunidad educativa que encarnen el carácter que queremos desarrollar en ellos.

¿Qué conocimientos básicos sobre Educación del carácter deben incluirse en los currículos?

En realidad, el currículo es uno de los elementos menos importantes para la Educación del carácter. Para los centros educativos, me gusta un modelo con cinco principios fundamentales. En inglés, lo llamo PRIME, ya que cada letra representa uno de esos principios: La P es para la Priorización, es decir, el desarrollo de la personalidad del alumno tiene que ser el principal objetivo del centro. La R es para las Relaciones. Las escuelas no pueden dar por sentado que todas las relaciones serán efectivas. Deben ser proactivas y fomentar el contacto entre todos los grupos de interés –de profesor a profesor, de profesor a padre, de alumno al resto de personal…–, no solo entre profesores y alumnos. La I es para la Motivación Intrínseca (o Interiorización). Debemos conseguir que los alumnos interioricen valores fundamentales de su ser, de modo que se conviertan en virtudes. Esto significa que los centros tienen que incorporar esos valores y permitir que los alumnos se enfrenten a ellos para poder desarrollarlos; a la vez, tenemos que acaban con esa manía desenfrenada por las motivaciones extrínsecas –premios, reconocimientos públicos, etc.–. La M es para el Modelado. Todos los adultos de un centro educativo –y el propio centro– deben modelar las virtudes que queremos desarrollar en los niños. Y la E es para el Empoderamiento. Todos los seres humanos deben tener un sentido de la autonomía y entender que sus voces deben escucharse. Y en las sociedades democráticas esto es aún más importante, ya que nuestros hijos tienen que prepararse para ser miembros efectivos y responsables para vivir en democracia.

¿Es más partidario de una asignatura concreta o más bien de una materia transversal?

No tengo nada en contra de una asignatura específica, pero la veo relativamente poco importante. La Educación del carácter trata fundamentalmente sobre los valores implícitos de la escuela y los adultos que la forman, y cómo son capaces estos de guiar a los alumnos.

Entonces, ¿cómo se debería tratar en clase?

Una vez que la escuela se compromete con la Educación del carácter, hay que preparar una agenda de valores o virtudes. Estos ofrecen una gran oportunidad para la vinculación de las clases a la iniciativa de Educación del carácter. Pero muchas veces ese propósito de la escuela lo acaba consiguiendo el maestro individual, no la escuela en su conjunto.

¿Qué cambios deben producirse en los docentes para abordarla adecuadamente?

En primer lugar, tienen que saber lo que realmente es la Educación del carácter. Porque, al final, el centro necesita un docente que sea líder en la Educación del carácter. En segundo lugar, los adultos del centro tienen que convertirse en una comunidad profesional de aprendizaje ético. Una vez más, la dirección de esta transformación recae con mayor fuerza en el líder de la escuela. Por último, hay que proporcionar las habilidades necesarias para implementar la Educación del carácter de forma efectiva –por ejemplo, cómo dirigir las reuniones de clase, cómo capacitar a los alumnos, cómo gestionar la disciplina y el desarrollo constructivo, etc.–.

¿Cree que los docentes necesitan más formación en este tema?

Seguro. Toda Educación requiere de desarrollo profesional; y la calidad en la Educación del carácter lo exige aún más, sobre todo si comprobamos que la que la formación docente oficial tiende a ignorarla.

¿Conoce cuál es la situación de la Educación del carácter en los diferentes países?

La cuestión fundamental no varía mucho. Se trata de la socialización de nuestros jóvenes. Sin embargo, hay una variación en la forma en que se entiende y se trata. Las cuestiones que veo a menudo son: ¿Estamos cómodos reconociendo que queremos que nuestros jóvenes tengan una actitud moral? ¿Podemos aceptar que la sociedad –más allá de simplemente los padres o la religión– se interese por esto? ¿Hay una perspectiva religiosa dominante en el país y de qué forma puede influir en la Educación del carácter? ¿Es una sociedad democrática o autoritaria? ¿Cuál es la terminología más cómoda en una determinada sociedad (valores morales, virtud, desarrollo positivo, ciudadanía, etc.)? ¿Es apoyado por la autoridad nacional en materia educativa (por ejemplo, el Ministerio de Educación)?

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