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Sandra Moneo: El pacto solo será útil si se construye sobre aciertos y se destierran los errores

Viernes, 24 de junio de 2016
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La Educación española es la mejor garantía de futuro para el desarrollo social y económico. Históricamente, las decisiones que se han adoptado en relación al sistema educativo han tenido un impacto considerable, positivo en algunos casos, negativo en otros. No es baladí, por tanto, que busquemos el acierto, porque si erramos en Educación fallaremos en todo lo demás.

Justifica esta breve reflexión el hecho de que la búsqueda de un pacto en una materia tan sensible como es la Educación, parece la solución a todos los problemas que tiene el sistema educativo. Seguramente, lograr un marco estable fundamentado en grandes consensos sería un paso de gigante, más si tenemos en cuenta el terreno de conflicto en el que, desgraciadamente, se ha convertido la Educación española. No obstante, la pregunta clave no es tanto el por qué sino el para qué. Plantear el pacto como fin y no como medio sería un terrible error.

El gran Pacto por la Educación debe aspirar a que España pueda disponer de uno de los mejores sistemas educativos del mundo. No es este un objetivo inalcanzable. El potencial de nuestro país es extraordinario, fundamentalmente porque está basado en lo mejor que tenemos, las personas. Por eso, a pesar de las dificultades, de nuestro alejamiento progresivo de los mejores indicadores de calidad, la historia de la Educación en nuestro país es una historia más de luces que de sombras.

La Educación española ha avanzado en escolarización y en las condiciones de esa escolarización. Pero no ha sabido enfrentar los retos de un mundo en constante cambio, ni ha podido dar respuesta al equilibrio entre formación y Educación. Tampoco puede ser motivo de satisfacción la ruptura del principio de igualdad de oportunidades y la heterogeneidad de resultados.

Solo si se construye sobre la base de los aciertos y se destierran los errores, el pacto tendrá utilidad. Sería una enorme equivocación ignorar las evidencias empíricas igual que resultaría nefasto buscar el acuerdo sobre la ruptura de consensos ya alcanzados. Es mucho más lo que nos une que lo que nos separa. Solo en este convencimiento podremos fundamentar el pacto. Se trata de construir el futuro sobre los consensos posibles a los que hemos llegado, sin perder de vista el pacto constitucional del 78 como garantía de dos derechos básicos: el derecho a la Educación y la libertad de enseñanza.

Todos los alumnos tienen derecho a una Educación de calidad. Todos tienen derecho a que el sistema educativo pueda dar respuesta a sus intereses, aptitudes y necesidades sin que eso signifique una rebaja de la calidad y la exigencia, ni ignorar la enorme diversidad del alumnado.

La libertad es garantía de calidad. Por eso, y porque así queda establecido en el texto constitucional, las familias no pueden permanecer ajenas a la Educación de sus hijos, a elegir el centro de su preferencia y a que estos reciban la Educación conforme a sus propias convicciones.

Alumnos, familias y profesores constituyen los tres pilares sobre los que sustentar el pacto. Los profesores son la mejor garantía de calidad del sistema educativo. Por eso el pacto no será posible sin su inclusión. Muchos de nosotros somos “hijos” de aquel profesor de Matemáticas o Latín que nos hizo desentrañar la importancia de esa disciplina podía en nuestra formación. Las aulas de nuestros colegios, institutos y universidades están llenas de nombres ilustres, desde Gerardo Diego a Miguel de Unamuno; desde Antonio de Nebrija a Giner de los Ríos; y tantos otros.

Sandra Moneo
Portavoz de Educación del PP

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