Reordenar la Complutense, una larga y ardua tarea
La Universidad Complutense de Madrid (UCM) no fusionará las facultades de Filosofía y Filología, tal como inicialmente había proyectado y ambas facultades solo compartirán una «estructura gerencial». Esta es una de las propuestas del Plan Rector de Ordenación de Estructuras que el rector de la institución, Carlos Andradas, acaba de presentar a su Junta de Gobierno.
Esta decisión, que todavía debe ser debatida y consensuada para su aprobación final –las previsiones apuntan a febrero próximo–, pretende poner fin a la agria polémica que suscitó el proyecto presentado en junio. Entre las críticas destacaron las referidas a la fusión de Filosofía y Filología, porque suponía la desaparición de una facultad emblemática, la de Filosofía, en la que se formaron y dieron clase insignes filósofos. Asimismo, serán objeto de una «estructura gerencial» Biológicas y Geológicas y Medicina y Enfermería, que en el proyecto inicial también quedaban fusionadas.
Entre los argumentos esgrimidos para la fusión de Filosofía y Filología destacaba el de que, especialmente en la primera, no se alcanzaba el número exigido de alumnos para el funcionamiento como centro autónomo. Ahora y pese a que todavía no existe una situación óptima de matriculados, el peso de estos estudios, tradicionales y de presencia casi obligada en las grandes universidades, ha recomendado su mantenimiento.
La propuesta del Rectorado de la UCM –primera universidad presencial de España, con 80.000 alumnos y 5.000 profesores– reduce a 22 el número de facultades, lo que supone cuatro menos de las 26 actuales sin que ello suponga la supresión de ninguna titulación ni la pérdida de puestos de trabajo. El Plan modifica al esbozado el pasado mes de junio, que dejaba en 17 el número de facultades y que provocó malestar y protestas de sectores de la comunidad universitaria que se sentían afectados por los cambios o que sostenían otra forma de racionalizar los centros, y de otros grupos que, lejos de preocuparles la universidad, encontraron en el proyecto un caldo de cultivo ideológico para alentar su oposición a quienes actualmente gobiernan los campus complutenses.
La propuesta presentada al Consejo de Gobierno, que responde a uno de los compromisos electorales del actual rector, lleva a la creación, mediante fusión, de cuatro facultades: Ciencias de la Información y Documentación; Ciencias Matemáticas y Estudios Estadísticos; Ciencias Políticas, Sociología y Trabajo Social y Ciencias Económicas, Empresariales, Comercio y Turismo.
El proyecto inicial de reestructuración dejaba el mapa en las facultades de Ciencias Económicas, Empresariales, Comercio y Turismo; Ciencias de la Información y Documentación; Medicina y Ciencias de la Salud (Medicina, Enfermería, Odontología y Óptica); Ciencias Matemáticas y Estudios Estadísticos; Filología y Filosofía; Ciencias Biológicas y Geológicas; Ciencias Políticas, Sociología y Trabajo Social; Psicología; Derecho; Informática; Educación-CFP; Bellas Artes; Veterinaria; Farmacia; Ciencias Químicas; Ciencias Físicas; Geografía e Historia. Ahora, se suaviza la fusión para pasar de 26 a 22 facultades.
En cuanto a los departamentos, el plan previsto propone una reordenación para situarlos en entre 70 y 80. La propuesta inicial es de 70 departamentos.
Con la reordenación, medida que ya ha sido aplicada en no pocas universidades españolas, la UCM pretende «enriquecer la oferta académica de la Complutense» y sus impulsores asumen «el compromiso» con el empleo, porque esta universidad «necesita incorporar personal y rejuvenecer» sus plantillas de Personal de Administración y Servicios y de Personal Docente e Investigador (PDI), como ya lo está haciendo, según aseguran quienes dirigen la institución.
El Rectorado asegura que la finalidad de la propuesta «es fundamentalmente académica y no económica, aunque también tiene como valor añadido reducir costes estructurales para destinarlos a los fines de docencia, investigación y gestión».
El plan persigue, según el Rectorado, «enriquecer la docencia e investigación creando grupos con mayor masa crítica y atractivo, para fortalecer la interacción académica y la responsabilidad docente transversal».
Otro objetivo es «reconfigurar los servicios administrativos, atendiendo a los cambios que permiten las tecnologías actuales y creando nuevos servicios que respondan a las nuevas necesidades que han aparecido en los últimos años».
El plan propone la creación de cinco áreas de gestión conjunta que aglutinen, tanto por ubicación geográfica como por disciplinas, los servicios de gestión a estudiantes y de personal: Área de Somosaguas, Área de Sociales-Moncloa, Área de Ciencias, Área de Humanidades, Área de Ciencias de la Salud.
Además y dentro del organigrama de cada Facultad se propone la creación de una nueva Unidad de Apoyo a la Docencia e Investigación, para la prestación de servicios especializados y de apoyo, que ahora no existen o son deficitarios.
Con los primeros pasos de la reorganización, surgió la denominada Plataforma para la Reestructuración de Departamentos en la Universidad Complutense, que advirtió del riesgo de una «pérdida de memoria histórica y la raigambre cultural». Ahora, se atribuye el «éxito» de «haber conseguido frenar y reconducir un plan que atacaba gravemente nuestra definición de la calidad académica». Pero sigue vigilante porque no está de acuerdo con la desaparición de las cuatro mencionadas facultades. Sin embargo, con las consideraciones que entienda necesarias y contribuyendo a corregir lo que sea necesario objetivamente, lejos de corporativismos e intereses particulares, sería bueno no frenar más de lo estrictamente imprescindible un proceso necesario para la calidad y la competitividad, porque no hay tiempo que perder. Se trata de administrar cesiones y concesiones y mirar a un horizonte que beneficie a todos.
Con el Plan Director de Reordenación de Estructuras, que salga del debate del documento presentado al Consejo de Dirección de la UCM, se afrontará una mejor coordinación de la oferta de titulaciones, adaptadas a las exigencias de Bolonia, y racionalizar y rentabilizar recursos en una época de crisis, de cara a una mayor calidad docente e investigadora.
La Complutense ha vivido en los últimos años momentos convulsos provocados por la crisis económica, la adaptación a las nuevas carreras, la disminución del número de alumnos y, por qué no decirlo, por una gestión en algún caso deficiente e ineficaz. Por otra parte y en momentos clave, las fricciones ideológicas han invadido los campus y han quebrantado gravemente el prestigio de una institución llamada a ser referente en el concierto universitario mundial.
Ahora es el momento del sentido común, de la responsabilidad y de la generosidad para recuperar el prestigio al menos mancillado y trabajar por un mismo fin. El futuro de una institución centenaria está en juego.