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¿Dónde queda la cultura de la evaluación?

José Mª de Moya
Director de Magisterio
13 de diciembre de 2016
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Muchos esperábamos que el Ministerio modificase las “reválidas” suprimiendo su valor académico y desvinculándolas de la obtención del título. Esto había sido una demanda generalizada por parte de la comunidad educativa e, incluso, por buena parte de los responsables educativos del propio Partido Popular. Esperábamos que el Gobierno retrocediera unos pasos, lo que no imaginábamos es que volviera a la casilla de salida renunciando a establecer una verdadera cultura de la evaluación en los centros. Al renunciar a que las pruebas de Primaria y de la ESO sean censales, ya no puede hablarse con propiedad de una evaluación sino más bien de un estudio de mercado, encuesta, test… Se ha renunciado al primordial papel de estímulo sobre centros, profesores, alumnos y familias que tienen las evaluaciones y que tan buenos resultados han producido dentro y fuera de nuestro país. A nadie se le oculta que la espectacular mejora de Portugal en resultados PISA y en reducción del abandono se debe, en buena parte, a las evaluaciones nacionales que establecieron.

Sé que a esta hora algunos estarán con eso de que los alumnos no deben estudiar para superar exámenes sino para aprender, etc. etc. Hay mucho escrito sobre las diferentes motivaciones del ser humano. ¿Tú por qué trabajas? Por dinero, por el horario, por tus alumnos, por el proyecto educativo, por tu familia, por mejorar este mundo… El management clasifica todas estas motivaciones en extrínsecas, intrínsecas y trascendentes. Todas son buenas y se complementan unas a otras. Probablemente algunos que me estén leyendo estudiaran con 12 años por la pasión de aprender, yo lo hacía por sacar buena notas y porque mis padres se sintieran orgullosos. El hambre de aprender y saber cosas me vino bastante más tarde, casi en la universidad. Está bien que las evaluaciones sirvan para diagnosticar el sistema educativo. Pero si a lo que aspiramos es a mejorar las cosas habrá que intervenir con políticas de estímulo sobre la comunidad educativa y con propuestas realistas que se han demostrado eficaces en otras latitudes.

Como no quiero terminar este último artículo del año con mal sabor de boca me felicito porque estemos más cerca del ansiado pacto. Ojalá no haya que pagar un precio muy alto. Feliz Navidad.

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