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Marcando los nuevos retos educativos

Martes, 7 de febrero de 2017
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Celebrar 150 años de un medio de comunicación no es algo frecuente, aún menos si lo es de una publicación especializada como El Magisterio Español. Este medio, que nació con el subtítulo de “Revista General de Enseñanza” en 1866 es, desde su nacimiento, un referente en la prensa educativa y una tribuna para mostrar la situación de la Educación en nuestro país, el trabajo de nuestros maestros y profesores, y acercarnos a la realidad educativa de otros países.

La comunicación y la Educación son grandes aliados a la hora de informar y formar a los ciudadanos, y ambas parten además de un mismo paradigma, la libertad. Para dar a conocer a los ciudadanos la evolución de la Educación en nuestro país desde la labor realizada por la prensa, el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte ofrece acceso, a través de su web, a las cabeceras de prensa histórica, una labor que hemos realizado en colaboración con las bibliotecas públicas y otras instituciones públicas y privadas, entre las que se encuentra El Magisterio Español.

Conocer esta evolución a través de la prensa especializada nos permite, además, interpretar mejor el porqué de los cambios educativos y cómo funciona actualmente la Educación en España, lo que constituye una indudable base de conocimiento necesaria para los importantes cambios que tenemos por delante.

Vivimos en un entorno global que no afecta solo a la economía, sino que afecta profundamente a las sociedades. La cuarta revolución industrial en la que nos encontramos inmersos tiene importantes consecuencias que afectan también al ámbito educativo, y no podemos permanecer ajenos a ellas.

Estos nuevos retos, como el aprendizaje de lenguas extranjeras, la mayor conexión entre la escuela y el mundo laboral, o la Educación digital exigen, más que nunca, un marco estable de funcionamiento que permita desarrollar políticas eficaces a medio y largo plazo. Una idea que se encuentra en la base del futuro Pacto de Estado social y político para la Educación que estamos impulsando desde el Gobierno en colaboración con los grupos parlamentarios, los centros, profesores, familias, alumnos y la sociedad en general.

Estos retos exigen dar el paso definitivo para el establecimiento de un modelo educativo cohesionado, consensuado y estable que, sobre la base de las medidas que ya funcionan, permita acometer las reformas necesarias para mejorar la formación de nuestros alumnos.

Uno de estos mayores retos es precisamente la revolución tecnológica, que trae consigo la necesidad de replantearse los currículos en profundidad para otorgar el lugar que les corresponde a los conocimientos pero, especialmente, para introducir nuevos contenidos, sobre todo prácticos, referidos a la programación, la robótica o el uso de internet.

Las competencias son ya el eje en torno al cual se articula el aprendizaje de los contenidos. Ya no importa solo la transmisión de contenidos, sino que es igualmente importante –y la Educación digital es su mejor ejemplo– la adquisición de destrezas y habilidades que permitan a nuestros alumnos analizar y comprender realidades complejas.

Pero en este mundo, en el que la tecnología sustituye cada vez más la fuerza humana, los ritmos se aceleran y la comunicación cambia, la Educación en salud se convierte también en una necesidad, y la Educación emocional y en convivencia en instrumento indispensable de la formación, para que los alumnos no sean meros receptores de conocimientos sino individuos responsables y capaces de integrarse de forma activa y solidaria en las sociedades actuales.

Estos cambios no afectan únicamente al qué enseñamos, a los currículos, sino que apelan también a la necesidad de modificar la forma en la que lo hacemos. Por ello, una de las claves de la transformación de los sistemas educativos, sin duda alguna, es el profesorado. Fomentar las vocaciones docentes desde la escuela, para que los mejores quieran ser los maestros del futuro: apoyar su trabajo prestando atención a su formación a lo largo de toda su carrera o la recuperación del prestigio de la función docente son hoy aspectos fundamentales que hemos de reforzar, siendo conscientes de que en sus manos está la formación de nuestros estudiantes e, incluso, del futuro del país.

Todos los que nos preocupamos por la Educación sabemos que hoy nos encontramos ante una realidad compleja que implica no solo el conocimiento sino la comprensión del proceso de aprendizaje; la integración de la diversidad de alumnos; el uso de las TIC; y, en definitiva, la formación integral de los estudiantes como futuros ciudadanos.

Estos retos exigen integración de conocimientos y actuación conjunta de una notable variedad de profesionales, que hacen que el profesor no sea el único protagonista. Hablamos también de especialistas en inclusión educativa, orientadores o servicios auxiliares. Esta integración profesional solo puede conseguirse a través de los centros educativos, unidades en contacto con las necesidades cambiantes y variadas de las comunidades educativas a las que atienden.

Este acercamiento del servicio público educativo a familias y alumnado, a través de los centros educativos, supone una triple exigencia. Una exigencia de autonomía para que la adaptación sea posible; una exigencia de liderazgo pedagógico para coordinar de forma eficaz las actuaciones de los diferentes profesionales docentes en cada centro educativo, y una exigencia de transparencia, ya que quien ejerce la autonomía debe rendir cuentas de los resultados de la misma.

Las administraciones educativas y las fuerzas políticas somos conscientes de esta nueva realidad y hemos de ser capaces de construir un consenso en torno la Educación, pues el principal activo de una sociedad es el capital humano, fuente y garantía del bienestar de todo país. Y el único instrumento para mejorar y acrecentar el capital humano es la Educación. El reto de las administraciones educativas está en dotar a los sistemas educativos de las características que posibiliten una Educación de calidad, es decir, un sistema educativo equitativo que atienda a las necesidades de todo el alumnado y posibilite a todos desarrollar al máximo sus potencialidades.

Uno de los grandes pedagogos españoles, Bartolomé Cossío, sostenía que el maestro ha de “educar antes que instruir; hacer del niño, en vez de un almacén, un campo cultivable”. En ese campo caben todos los retos enunciados, de los que espero se siga haciendo eco muchos años más El Magisterio Español.

Íñigo Méndez de Vigo
Ministro de Educación, Cultura y Deporte

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