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“Sin la motivación del profesorado, cualquier reforma educativa fracasará”

José Luis García Llamas, decano de la Facultad de Ciencias de la Educación de la UNED, advierte que una de las debilidades del sistema educativo es la formación permanente del profesorado. Considera preocupantes los índices de abandono escolar temprano y cree que habría que bajarlos un 10% en cinco años.
Milagros AsenjoMartes, 28 de marzo de 2017
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“El profesorado es el elemento capital del sistema educativo”, afirma José Luis García Llamas, decano de la Facultad de Ciencias de la Educación de la UNED, que ofrece, entre otros, el Grado en Educación Social, Pedagogía y el Máster en Formación del Profesorado de Secundaria.

García Llamas se incorporó a la UNED en 1984 y cumple su segundo mandato como decano. Maestro, licenciado en Filosofía y Ciencias de la Educación y orientador, entiende que el profesorado tiene una buena consideración social, pero reclama una atención preferente a los profesores… Considera “preocupantes” los índices de fracaso y abandono y asegura que sería una “buenas aspiración” bajarlos entre un 8 y un 10% en cinco años.

Aboga también por retomar la Formación Profesional, que es todavía “la hermana pobre” del sistema y aboga por el modelo dual a ejemplo de otros países. Sobre el acoso escolar, asegura que se trata de “casos contados, pero llamativos” y defiende la mediación entre iguales para prevenirlo.

Usted habla del papel insustituible de los profesores en el sistema educativo. ¿Ocupa el profesor el lugar adecuado en las reformas?
Los que hemos sido maestros nos damos cuenta de que, a veces, las reformas educativas no tienen en cuenta suficientemente al profesorado. Y todas las innovaciones y propuestas de nuevos modelos educativos obvian un poco la tarea del profesor en el aula y hacen recaer sobre él cuestiones que se escapan a su propia competencia.

¿Dónde está el fallo?
La debilidad está en la formación permanente, algo que arrastramos desde los años 70. Las facultades de Educación forman a los maestros, pero con unas perspectivas de cinco o seis años, y ocurre que en 15 o 20 años se producen profundos cambios para los que no estamos preparados.

¿Cómo corregir las disfunciones?
Hay que incentivar al profesorado, que necesita tener estímulos para renovarse, posibilidad de realizar cursos presenciales y on line, de salir al extranjero. No basta con decirle a un profesor: vas a tener unos sexenios, sin más explicaciones, hace falta algo más. Esa ha sido un parte problemática dentro de nuestro sistema educativo porque hay una idea falsa del funcionariado acerca de la necesidad de mejorar continuamente, de seguir el ritmo de la escuela, de adaptarse a los nuevos tiempos.

Pero, a veces, las herramientas, especialmente las nuevas tecnologías, no son bien utilizadas y hasta pueden perturbar el proceso educativo…
Ciertamente, la tecnología es la herramienta, no la panacea; se necesita formación porque si se tienen herramientas y no se sabe qué hacer con ellas, de nada sirve. Es preciso articular una fórmula que estimule al profesorado, darle herramientas para que no se quede obsoleto, pero enseñarles a manejarlas. Los profesores tienen que saber vincular el conocimiento científico con las herramientas, para transmitirlo y no olvidar que lo esencial es la persona.

¿A qué lleva esta consideración?
Lo esencial es la formación integral de la persona, todo debe estar ligado a la personalidad del alumno. Y en este sentido es imprescindible saber trabajar en grupo y alentar valores que la escuela tiene que transmitir. Hay que huir de los tópicos porque hemos avanzado en tecnologías mientras que en otros aspectos hemos retrocedido.

¿Está recargado el horario de los docentes?
Así es, fundamentalmente las horas de presencia con los alumnos. No creo que el problema sea la ratio. A un profesor con 37 horas presenciales hay que liberarle varias para que haga cursos de formación.

En ese trabajo en equipo, de algún modo deben estar los padres…
Buscar la calidad entre todos sí es un objetivo, pero los padres no se implican en una tarea que es compartida, y deben hacerlo. Es un punto a tener en consideración para mejorar. De hecho, las regiones con mejores resultados en PISA son aquellas en las que los padres se han preocupado más por la Educación de sus hijos.

Hablemos del reconocimiento de la autoridad del profesor…
Varias comunidades autónomas ya lo han hecho. El profesor no puede estar desamparado y, a veces, fomentamos ese desamparo. Un profesor no es un colega como un padre tampoco es un amigo. El trato no puede denigrarse. El profesor debe ganarse día a día el reconocimiento de su autoridad y la Administración respaldar esa autoridad. El líder no nace, se hace. El apoyo de los padres es también fundamental.

Usted afirma que los padres no se implican demasiado en la Educación de sus hijos. Por el contrario, ¿se sienten acosados por ellos los docentes?
Son pocos los casos de acoso hacia el profesor pero llamativos y con los padres como protagonistas. Los padres oyen lo que les cuentan los niños, incluso los muy pequeños, y sin contrastar nada siempre tienden a culpar a alguien. Si los padres no se implican de forma activa y no cuestionan lo que les cuentan los chicos, mal vamos. Puede ser un chico muy caprichoso. Y al final el comportamiento en el colegio es el de la familia. Y si los padres no son críticos…no es fácil. Y ahora, se suman los grupos de WhatsApp de padres, que hacen mucho daño porque los padres mandan mensajes contra el profesor sin contrastar lo que les dicen los niños. Los centros están tomado medidas preventivas pero no encuentran respuesta en los padres.

Debido a la falta de la nota exigida para acceder a la carrera deseada, muchos alumnos han llegado a Magisterio por exclusión, es decir, sin vocación. ¿Qué efectos tiene este fenómeno?
Con la selectividad, se pedían notas de corte muy altas en determinados estudios y muy bajas en Magisterio. Por tanto, venía gente sin vocación y eso es un hándicap que conduce al abandono, porque las personas que eligen por exclusión fracasan y se alarga el periodo de permanencia en la universidad, con los consiguientes perjuicios. Ahora, en determinadas especialidades como Infantil y Primaria bilingüe se exigen notas de acceso muy altas y es bueno porque formar al profesorado bilingüe no vale con un cursillo.

¿Cómo influye el aumento de la duración de los estudios de Magisterio?
Ha sido positivo, ya que permite en ese cuarto y último año buscar menciones en un campo concreto. No obstante, sus efectos en la escuela se advertirán de forma muy lenta. No hay que olvidar que acaban de salir las primeras promociones y no han llegado todavía al mercado de trabajo porque el sistema de interinidad es por acumulación de puntos. En cualquier caso, se notará en la formación inicial, pero sigo insistiendo en la formación permanente.

¿Cuál es para usted el modelo de formación del profesorado?
En Finlandia se cuida mucho la formación inicial del docente. Tiene un sistema de acceso muy exigente y un modelo de formación más práctico que el nuestro. Conceden una gran importancia a la práctica y cuando van al colegio ya tienen un conocimiento bastante importante del funcionamiento de las aulas. Y desde luego, la implicación de los padres es muy importante, máxima.

¿Qué opina de MIR educativo?
Es un debate todavía abierto. Como idea puede estar bien pero ahora las personas que acceden a la función docente, el primer año es como de prácticas. EL MIR no es fácil, no se puede comparar con Medicina. Es una idea sin articular, está todavía muy verde.

¿Se sienten bien pagados los profesores?
Creo que está bien dentro del nivel general, un poquito por encima de la media. No es el mismo 1.000 euros en España que en Alemania o en países similares. En ellos, se cuida la implicación del profesorado que no se limita a dar clases, y debe demostrarlo. Es la evaluación, que lleva asociada una compensación.

¿Qué opina de los deberes?
No hay que demonizar ni una cosa ni la otra. No es de recibo que las niñas y los niños tengan tres horas de deberes, el tema depende de la edad. Se trata de cimentar los aprendizajes y el ritmo de los alumnos es distinto.

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