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La crisis confirma que la falta de empleo afecta más a los jóvenes menos formados

La destrucción de empleo ha afectado principalmente a los jóvenes con bajo nivel educativo, lo que puede conducir a la exclusión no solo laboral, sino también social, defiende Begoña Cueto, profesora titular de Economía Aplicada de la Universidad de Oviedo, en el dosier Paro juvenil y pobreza, ¿un problema estructural? de Obra Social “la Caixa”.
Estrella MartínezMiércoles, 17 de mayo de 2017
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Antes de la crisis, en España las personas menores de 30 años tenían una tasa de empleo superior al 50%, 55,7% en 2007, lo que suponía un porcentaje mayor al de la media europea (50,7%) en la línea de países como Alemania o Suecia. Esta cifra cambió radicalmente con la crisis y en 2015 la tasa de empleo de los menores de 30 años bajó al 33,7%, cuando la media comunitaria estaba en el 47,2%.

Según el dosier, para quienes tienen estudios primarios o menos, la tasa de empleo de los menores de 30 años se ha reducido entre 25 y 30 puntos. Por otro lado, quienes tienen estudios secundarios –obligatorios con orientación general o profesional– han visto reducida su tasa de empleo en unos 20 puntos. Sin embargo, el descenso ha sido menor para los que tienen estudios superiores, aunque la tasa también haya caído.

Por tanto, la crisis ha afectado a los jóvenes “en un momento clave de su trayectoria: la transición de la Educación al empleo”, expone Cueto en el dosier, “lo que puede tener extensas repercusiones en el sentido de no alcanzar las tasas de empleo de generaciones precedentes”. Pero no todo tiene que ver con la crisis, el dosier recoge que en la etapa adulta las personas que alcanzan un nivel de cualificación medio y alto representan tasas de ocupación que llegan casi al 90% en los momentos centrales de la vida, mientras que las personas con bajos niveles de cualificación apenas llegan al 60%. Cueto define este hecho como un “fenómeno arraigado”. Lo preocupante es que los datos no resultan muy alentadores: el 7,2% de los jóvenes de entre 16 y 29 años tiene estudios primarios o menos, mientras que el 35,5% tiene Educación Secundaria Obligatoria. “Vista la trayectoria de generaciones precedentes, podemos señalar que sus tasas de empleo serán bajas y su situación laboral no será buena, lo que tiene consecuencias en cuanto a la probabilidad de riesgo de pobreza y exclusión”, denuncia Cueto.

El dosier incluye otros datos como que el 48,3% de jóvenes menores de 25 años estaba en paro en 2015, mientras que la media europea era del 20,3%. En el mismo año el porcentaje de la población nacional en paro era del 21%, muy por encima también de la media europea: 9,1%.

En 2015 15,8% de mujeres de entre 18 y 24 años abandonaron la Educación y un 24% de hombres, mientras que la media europea estaba en 12,4%. En esta línea, el abandono temprano se situó en el 20%, lejos del objetivo europeo 2020 del 10%.

El dosier resalta que, curiosamente, en relación a otros países, en España hay una proporción elevada de jóvenes-adultos con niveles de Educación Básica (34,4%), pero también de terciaria (41%), por lo que, obviamente, hay un número menor de los que tienen una Educación media (24,6%).

El dosier recoge también la diferencia en el rendimiento entre los alumnos más y menos desfavorecidos durante el año 2015 estableciéndola en 80 puntos en las tres competencias: lectura, ciencia y matemáticas, lo que equivale “a un retraso estimado de dos años de enseñanza”.

Siendo que en este caso las cifras europeas tampoco son muy halagüeñas, en 2015, 4 de cada 10 jóvenes españoles estaban en riesgo de pobreza y exclusión social –un 38,6%–, mientras que la media europea estaba en el 29,1%, una cifra también alta, pero casi 10 puntos inferior a la española. 

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