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Cómo afectan los conflictos por cotrolar los recursos naturales a la Educación

Un año más la ONGD de la Compañía de Jesús Entreculturas inicia el curso con su programa La silla roja, con el que año tras año recuerda a todos los niños y niñas del mundo que no van al colegio.
Estrella MartínezMartes, 19 de septiembre de 2017
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Cifra que actualmente se cifra en 264 millones de menores que no van al colegio en todo el mundo.

Este año la campaña de (no) vuelta al cole se llama Escuelas en peligro de extinción y vincula estrechamente la Educación a las zonas de conflicto provocados por los recursos naturales porque, como explicó Valeria Méndez de Vigo, responsable de Estudios e Incidencia de Entreculturas, “la explotación de recursos genera violencia e impacta en el derecho a la Educación”. Sirve de ejemplo República Democrática del Congo, un país rico en recursos naturales donde los conflictos no cesan. Desde 2013 se han destruido en el país más de 500 escuelas, lo que ha afectado a la Educación de más de 200.000 niños y niñas. Y no hay que olvidar que los conflictos provocados por el control de los recursos naturales han aumentado durante los últimos años, como recordó Méndez de Vigo.

Aprovechando el lanzamiento de la campaña, Entreculturas presentó también el informe Educación en tierra de conflicto. Claves para la paz y el desarrollo sostenible. Entreculturas defiende que la presión sobre “los recursos minerales, fósiles, pesqueros, forestales, agrícolas o hídricos y la lucha por su control generan, además de degradación ambiental, tensión, conflictos, violencia y desplazamientos forzosos”, lo que afecta directamente al acceso a la Educación y a la calidad de la misma. Desde la organización no solo defienden este derecho inalienable de todos los seres humanos, sino que añaden que sin Educación no podrá haber una “adecuada gestión de los recursos naturales, una prevención y cuidado del medio ambiente”, así como no será posible “la construcción de la paz y el cumplimiento de los demás derechos humanos”.

Entreculturas parte de la premisa de que la mayoría de los países que son ricos en recursos naturales tienen los índices de pobreza más altos, los niveles educativos más bajos y el mayor número de conflictos violentos.

Caso de Masisi, Congo
Una de las muchas consecuencias que provocan los conflictos por el control de los recursos, y que van más allá de las puramente medioambientales, es el desplazamiento forzoso de la población. Según Acnur, “los niños refugiados y desplazados tienen cinco veces menos posibilidades de ir a la escuela”. Por lo que el desplazamiento de la población supone otro ataque al derecho a la Educación.

En el caso de la República Democrática del Congo, “tienen muchísimos recursos naturales y esa es su maldición”, sentenció Elisa Orbañanos, directora de Proyectos del Servicio Jesuita a Refugiados en Grandes Lagos. Congo tiene cobalto, cobre, diamantes, coltan, oro. En los Grandes Lagos “los grupos armados dominan todo, solo en el este del país hay hasta 70”, añadió Orbañanos, que recordó que “Congo es el país del mundo con más desplazados internos, 3,8 millones de personas”.

Orbañanos reconoció que no tienen la solución al conflicto que desde hace años azota Congo, pero sí respuestas a lo que debería ser “el acceso a la Educación”. Por eso recordó que desde el Servicio Jesuita a Refugiados hacen formación del profesorado, pagan la mitad del costo de la escolarización de distintas familias, incluso llegan a pagar a los profesores que trabajan en las escuelas. También realizan una importante formación para el empleo centrada especialmente en las mujeres, que son “las responsables de la economía familiar y de la comunidad. Así que les enseñamos aquellos oficios que generan beneficios y que favorecen también a la comunidad”, como la carpintería o la costura.

Mujeres y niños son los principales perjudicados en situaciones de conflicto. En Congo concretamente, la violación de mujeres se ha convertido desde hace años en un arma de guerra.

Hombeline Bahati, coordinadora de las Actividades de Medios de Vida del Servicio Jesuita a Refugiados en Masisi, Congo, también tuvo que huir de su casa con su familia siendo una niña, así que ella es una más de los millones de desplazados del país. A pesar de que no fue fácil por la huida, pudo estudiar gracias a una escuela marista española que encontró y tras 10 años ahorrando mientras trabajaba, pudo ir después a la universidad. Ahora es enfermera y con el trabajo que desempeña con la comunidad de desplazados tiene claro que “invertir en Educación es invertir en la vida”. Además de hacer ayuda psicosocial y ofrecer a los más pequeños apoyo en la escolarización, el importante programa que realizan con mujeres resulta básico para alcanzar el objetivo de “mejorar las condiciones de vida y los ingresos de las familias más vulnerables”. Con la formación para el empleo que ofrecen a las mujeres, las empoderan. Como dijo Bahati, ves “la sed que tienen estas mujeres de poder acceder a una Educación y a una vida mejor”.

El apoyo a niñas y mujeres es básico. En Congo lo normal es que los padres no inviertan en la Educación de sus hijas porque piensan que cuando se casen pasarán a formar parte de la familia del marido y nunca retornará a ellos esa inversión educativa realizada. De ahí que la escolarización de los niños sea prioritaria.

El año pasado unas 330 personas, la gran mayoría de ellas mujeres, accedieron al proyecto de Bahati. “Se ve que hay un renacimiento, que las cosas tienen impacto”, un impacto que se ve “en la dignidad de las personas”.

Una de las peticiones de Entreculturas para combatir esta realidad es que la cooperación española aumente la financiación destinada a Educación en situaciones de emergencia y conflicto cumpliendo con el objetivo mínimo de destinar el 4% de la cantidad dirigida a ayuda humanitaria a Educación en emergencias. Cifra que todavía queda lejos del 6% que dedica la Unión Europea.

Algunos datos
­­­-Hay 75 millones de niños y jóvenes de entre 3 y 18 años que viven en 35 países en conflicto.

  • De los 15 países considerados por el Global Peace Index como los más violentos del mundo, en al menos ocho de ellos los recursos naturales han desempeñado un papel relevante en la activación o prolongación del conflicto.
  • Dos tercios de los niños y niñas sin escolarizar –175 millones– viven en países ricos en recursos naturales cuyos presupuestos públicos destinados a la Educación son inferiores al 3%.
  • 10 de los países con indicadores educativos más bajos son ricos en recursos naturales y ocho de ellos están siendo o han sido asolados por conflictos.
  • De los 40 conflictos acontecidos entre los años 1999 y 2013 que han supuesto ataques recurrentes a la Educación, más de la mitad han estado vinculados a los recursos naturales.
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