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Aldeas Infantiles o qué hacer para que los niños lleven la vida que les corresponde

Los centros de día de Aldeas Infantiles son lugares donde se trabaja la prevención y el fortalecimiento familiar con niños, jóvenes y familias en situación de riesgo y de exclusión social.
Estrella MartínezMartes, 31 de octubre de 2017
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Como explica David López, director del Programa de Centro de Día en el Territorio de Madrid, “lo que Aldeas Infantiles pretende conseguir es que un niño viva en un entorno protector con afecto y cariño. Cuando eso peligra o no está muy definido es que no se están llevando a cabo las competencias parentales adecuadas. Ese niño está en riesgo y no está siendo el niño que debería ser”.

En Aldeas Infantiles el niño es el centro. “Todos los proyectos del centro de día son para darle una atención lo más integral posible y esa intervención se quedaría coja si no involucráramos a la familia porque el niño no está aislado, forma parte de una familia y de un contexto social”, defiende López. De ahí la importancia de trabajar con las familias en el centro de día y en red con los centros educativos, Servicios Sociales, etc.

Los niños que llegan a los centros de día vienen derivados de Servicios Sociales, centros educativos y otros servicios. Estar en el centro de día no es obligatorio, sin embargo pocos niños y familias se van. Como explica López, esto se consigue “con una buena acogida, no empezando a juzgar lo que han hecho. Escuchar y escuchar y hacerle ver hasta que el niño entiende que pase lo que pase el educador le va a escuchar”.

Lo habitual es que los niños vayan al centro de día al salir del colegio o del instituto, por la tarde. Allí estudian, meriendan, juegan y realizan talleres tan variados como afectivo-sexuales, de cocina o informática. Los padres no tienen un horario tan cerrado de asistencia al centro, pero sí una relación constante con él.

Crisis y cambio de perfil
La crisis se ha hecho y se hace notar en Aldeas. En 2008 contaban con 11 centros de día en España y en los últimos cuatro años se han abierto 10 más. Según sus cifras, desde 2008 han doblado el número de niños atendidos en sus programas. Por eso recuerdan cifras como que en España uno de cada tres niños está en riesgo de pobreza. En 2016 los centros de día atendieron a 1.153 niños y a 586 familias.

A estas alturas el mensaje habitual es que España está saliendo de la crisis, sin embargo la inmensa mayoría de niños y familias que van al centro de día tienen en común una economía precaria. En los centros de día de Collado Villalba (Madrid) el perfil mayoritario antes de la crisis era el de familia inmigrante. Con los años de crisis este perfil se ha ido ampliando con nuevas familias que incluyen españolas. “Familias con menores a su cargo que no estaban acostumbradas al sistema de pedir ayudas con lo que todo eso acarrea en las relaciones de pareja” y, por ende, “en las relaciones con los hijos”, denuncia López.

Para paliar estas situaciones los centros de día incluyen también ayuda alimentaria, de material escolar, de ropa, de higiene –hay niños y familias que no pueden ducharse en sus casas. Estas pueden ser desde un garaje a un piso sin agua porque no pueden pagarla–. Magdalena, educadora familiar de uno de los centros de Collado Villalba, pone un ejemplo de los muchos que hay. “Teníamos un chico que a final del curso pasado bajó su rendimiento académico y lo veíamos muy desmotivado. Lo que había de fondo era una situación muy precaria de alimentación. La única comida que hacía al día era al mediodía. Por la mañana se iba a clase con un té o con agua azucarada caliente, y por la noche o había un trocito de pan o no había comida”.

Lo que sí tienen en común todas las familias que acuden a los centros son “carencias en cuanto a las competencias parentales y necesidad de apoyo y orientación en la Educación de sus hijos”, explica López. Cuando la situación económica es tan precaria es relativamente sencillo no cumplir con las competencias parentales, por eso Aldeas ayuda también materialmente a las familias. Cuando unos padres están agobiados porque no tienen para dar tres comidas al día a sus hijos o no tienen para pagar la luz, es difícil decirles que tienen que trabajar con sus hijos aspectos como “la escucha, las normas y límites, el control de que los estudios vayan bien, los derechos y obligaciones que tienen los hijos, etc».

Mercedes es una madre que acude con su hijo de 14 años a uno de los centros de Collado Villalba y forma parte del proyecto de intervención familiar. “Yo vengo al centro para recibir la ayuda y me siento muy apoyada y acogida. Aquí tengo apoyo económico, laboral y psicológico, que es el más importante”, relata. “Al centro venimos a escuchar, a aprender, a llenarse de las cosas que uno no sabe ni que existían”.

No todo es dinero
Cierto es que aunque el tema de precariedad económica esté presente en la gran mayoría de las situaciones, también hay excepciones, como es el caso de Dani. Él vivía la siempre presente carencia de competencias parentales y también problemas de integración. Dani es tartamudo.

Comenzó a ir a uno de los centros de Collado Villalba en Primaria y no dejó de hacerlo hasta que cumplió los 18 años, cuando tienes que abandonar los programas. Por este motivo Aldeas puso en marcha una iniciativa de apoyo a jóvenes tras haber cumplido la mayoría de edad. Dani forma parte de ella y va al centro una vez a la semana. Estudia un Grado Medio de Informática.

Gracias al trabajo que ha realizado y sigue realizando con Aldeas, Dani tiene dos deseos: ser diseñador de videojuegos y dejar de tartamudear. Para el segundo es evidente que tiene estrategias y herramientas proporcionadas por Aldeas, lo complicado es ponerlas en práctica. “Es un tema fácil de explicar, pero que si te metes en mis carnes, no es tan fácil. Quieres hablar, pero se te pone un muro delante y no puedes. Tienes que buscar la forma de esquivarlo”.

En definitiva, el papel de los centros de día se resume en “atender al niño en su papel de niño, de estar protegido, de ser feliz, de ser querido. Que esas situaciones de desventaja que viven esos niños no les condicionen su futuro, tienen que tener las mismas oportunidades que el resto de niños”, concluye David López.

‘Espacio de cambio’: para los menores expulsados de los centros escolares

  • Los centros de día ofrecen un programa llamado Espacio de cambio para los alumnos que han sido expulsados de los centros educativos. Con ellos se hace “un trabajo individual diario”, explica Mª José Arriba, educadora de Espacio de cambio en un centro de día de Collado Villalba. “Lo primero que se hace es una acogida con un pequeño análisis con él de la situación, por qué está aquí. Le explicamos qué y cómo se va a trabajar”. Es habitual que estos chavales lleguen al centro con cierto temor, “ya tienen una etiqueta dentro del sistema escolar”.
  • Una vez que se contextualiza la situación del alumno, se trabaja para que “siga su ritmo escolar en la medida de lo posible”, explica Arriba, aunque esto “no es lo más importante, sino poder trabajar con él a nivel reflexivo, que empiece a analizar sus conductas, qué situación se ha dado para que esté aquí, que pueda pensar sobre sí mismo y empiece a conocerse. Es muy importante escuchar a los chavales y saber cómo se han sentido y por qué se han sentido así”. Entonces empieza a “adquirir habilidades por sí mismo para poder encontrar su sitio en el ámbito escolar, para continuar reforzando la persona que es y para resolver conflictos de una manera positiva”, prosigue Arriba, que hace hincapié en la importancia de “trabajar la autoestima, siempre, siempre, siempre lo positivo. Yo creo mucho en ellos y en lo que pueden hacer”.
  • En esta labor la tarea colaborativa del centro educativo y Aldeas es imprescindible. Los resultados se notan, como explica Lola Gutiérrez, del Departamento de Orientación del IES “Jaime Ferrán” de Collado Villalba: “Son chavales que vuelven con otra actitud al insti, vas viendo la progresión. Tenemos chavales que eran muy conflictivos hace dos años y ahora mismo están estudiando”.
  • Y, cómo no, en estos casos también es requisito imprescindible el trabajo con las familias de los alumnos del programa.
  • Los datos no discuten su forma de trabajar: entre el 75% y el 80% de alumnos que pasa por el programa Espacio de cambio no repite sanción. “El objetivo es conseguir que los chavales consigan unas habilidades para poder vivir como chavales normales, que es lo que son”, concluye la educadora.
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