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“Para salir de la pobreza son necesarias habilidades que se van a necesitar en el futuro”

ProFuturo no solo aporta tecnología para reducir la “brecha digital” en países pobres, sino que también forma en habilidades necesarias para el futuro. Hablamos con Sofía Fernández de Mesa, directora general de este proyecto.
José Mª de MoyaMartes, 6 de febrero de 2018
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La directora general de ProFuturo, el proyecto de las fundaciones Telefónica y “la Caixa” para reducir la brecha digital en el mundo, explica en esta entrevista los detalles de la expansión de la Educación digital a todo el mundo a través de esta iniciativa inspirada por el papa Francisco pero sin vocación confesional. ProFuturo llega a todas las culturas y religiones y se apoya en socios locales, ya sean congregaciones religiosas, ONG y otras instituciones. Este año prevén llegar a 7,7 millones de niños. Además de América Latina, donde se inició el proyecto y donde Telefónica ya trabajaba, el papa quiso que se extendiera a Asia y África subsahariana.

¿Cuál es el origen del proyecto ProFuturo y su vinculación con el papa Francisco?
El origen es el acuerdo con grandes fundaciones corporativas, que son “la Caixa” y Fundación Telefónica, las dos comprometidas con la Educación de calidad. El papel que jugó el papa Francisco fue fundamental, desde el punto de vista de la inspiración del proyecto. En una conversación entre el papa Francisco y César Alierta [presidente de ProFuturo y de la Fundación Telefónica], el papa expresó su preocupación sobre el futuro de la infancia que no tenía acceso a una Educación. La reacción a esa preocupación fue ProFuturo, una solución de Educación digital de calidad para las zonas más vulnerables de África subsahariana, Asia y, por supuesto, América Latina, donde Telefónica ya estaba, y que es el origen de ProFuturo.

En algunas ocasiones estos proyectos de fundaciones se ven como un refuerzo al negocio o como un complemento al negocio, ¿es así en este caso en las zonas donde Telefónica no trabaja?
La razón por la que estamos en esas zonas es porque hace falta, porque las tecnologías dan respuesta a una necesidad urgente. Hay una desvinculación absoluta con los intereses de negocio, hasta donde yo sé. Ni estamos ni hay proyectos a corto.

El papa Francisco estuvo en el origen del proyecto, ¿sigue tutelándolo?
Realmente no. Sigue con muchísimo interés el resultado del proyecto y tenemos conversaciones periódicas con él para mostrarle lo que estamos haciendo, dónde estamos yendo, qué tipo de problemáticas nos estamos encontrando…, pero él quiere que haya diversidad, que lleguemos a distintas culturas, a distintas confesiones, o incluso a algunas donde no se cree en nada, al sector público, al sector privado, de las ONG, etc. En realidad, no miremos a quién, sino en ultima instancia a qué colectivos estamos ayudando.

¿Pero en muchas ocasiones colaboran con instituciones de la Iglesia católica?
En casi todos los países hay contactos con las las diócesis porque ellas tutelan escuelas.

¿Qué lleva ProFuturo a esos países?
ProFuturo es, en su conjunto, una propuesta única porque los atributos que reúne la hacen distinta a otras propuestas similares en el mercado. ¿Qué quiero decir con esto? Es una propuesta modulable en el sentido de que si es necesario el equipamiento lo aportamos. En otros sitios estamos instalando el software, la plataforma de Educación digital y sus contenidos en el equipamiento que previamente ha instalado, por ejemplo, un gobierno.

¿En qué porcentaje de lugares tienen que llevar hardware y en cuáles no?
Hoy por hoy los lugares a los que estamos yendo en África y Asia en el 100% de los casos requieren equipamiento. En el caso de América Latina, un 60% no requiere y un 40% sí. Lo que aprecian en todos los casos, por cierto, no es que llevemos maletas, sino que les damos contenidos e inteligencia a esos equipamientos y que formamos al profesor en el uso de herramientas, y de estas herramientas en particular. En algunos casos en África hay que empezar por encender el ordenador.

Utilizan la plataforma We Class, que es una plataforma de Telefónica. ¿Esa plataforma es adaptable a los currículos de los lugares a donde van?
Claro, porque permite que el profesor suba sus contenidos e incluso diseñe la estructura de la clase. Otra cosa distintiva que hacemos es la medición del impacto.

¿Siempre buscáis un socio local o una congregación religiosa?
El modelo es bien distinto en América Latina, donde existen fundaciones de Telefónica, que tienen un recorrido de años de despliegue de Educación digital. Si nos vamos a África, allí empezamos de cero con otras grandes organizaciones que tienen años de historia y prestigio local, como Cruz Roja o Save the Children, no solo con diócesis o escuelas católicas.

Por tanto, llegan a un acuerdo con ese socio local y ahí se valora la necesidad de llevar o no el equipamiento y luego hacen un seguimiento…
El proceso es bastante estándar. En primer lugar se hace un diagnóstico sobre el papel para constatar si es idóneo o no el proyecto a través de estos socios. Con esa información, se hace una visita sobre el terreno y se confirma que se ha entendido bien lo que estamos intentando levantar con la información; y confirmado esto se dimensiona la necesidad de equipamiento. Todo eso se recoge contractualmente. Luego se forma a los coordinadores, que son el alma del proyecto, etc.

¿A qué países están llegando?
Aparte de los 14 en los que esta Telefónica, estamos en África (Angola, Tanzania, Kenia, Uganda, Madagascar, Etiopía y Camerún) y también estamos en Líbano y Filipinas. La idea este año es ampliar hasta 28 países.

¿Les han preguntado por qué llevan tecnología en lugar de alimentos, por ejemplo?
Esa pregunta es lógica y nos la han hecho muchas veces. Creo que la necesidad que estamos cubriendo es, por definición fundamental. Es necesaria una alimentación básica porque si no no se rinde en clase, pero no es suficiente. Para salir de ese círculo de pobreza hace falta formación, y no una formación en las clásicas asignaturas que impartimos en Occidente sino unas habilidades que se van a necesitar en el futuro y que tienen que ver con la autonomía, el trabajo en equipo, al aprender a aprender, la creatividad, el saber utilizar tecnologías e incluso unos valores que sin ellos tampoco construyes comunidad.

Están yendo fuera pero, ¿han abandonado España?
Buena pregunta. No es que hayamos abandonado España. No es comparable la situación de escolarización, de fracaso escolar, de absentismo, de calidad del profesorado… No se pueden comparar estos países respecto a España, por eso no estamos aquí. De hecho, las fundaciones siguen su trabajo educativo en estos países, pero este es un proyecto muy específico.

Quizás aquí en Occidente el problema podría ser el contrario. ¿No nos estaremos pasando con esto de la tecnología? ¿Qué opina?
El buen uso de la tecnología es un campo inmenso para debatir. Los riesgos del mal uso de la tecnología están ya identificados pero nosotros estamos yendo a sitios donde hay una brecha económica y social, añádele a eso una brecha digital y educativa…

Ahora parece que cada niño tiene que tener una tablet, un móvil en clase, etc, y nada de libros…
Creo que la tecnología es un medio y que cada uno saque las conclusiones que quiera: hasta qué punto ese medio es útil o no y para qué tipo de enseñanza. No debe confundirse con el fin en sí mismo. Estoy segura de que hay que llevar a cabo una corrección o adaptación probada con resultados de un nivel de uso para cada tipo de aprendizaje.

El fundador de Facebook dice: “Solo Dios sabe lo que estamos haciendo en los cerebros de nuestros jóvenes”. ¿Qué te sugiere?
El docente debe dejar tiempo a los alumnos para pensar, no anticiparse a las respuestas de los alumnos y aceptar todas las ideas que aporten. 

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