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“Muchos profesores abandonan tras cinco años de ejercicio”

Según Peter Birch, coordinador de Política Educativa en la Comisión Europea y autor de Carreras Docentes en Europa, varios países europeos tienen dificultades para cubrir las vacantes que deja una profesión con escaso reconocimiento por parte de la sociedad.
Rodrigo SantodomingoMartes, 17 de abril de 2018
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Máximo responsable de la obra colectiva Carreras Docentes en Europa, Peter Birch desgrana en esta entrevista algunas de las principales conclusiones del informe. Birch insiste en distinguir los hallazgos objetivos del estudio de sus posibles implicaciones. También aclara cuando enuncia apreciaciones personales como experto educativo.

¿Es la docencia una profesión cada vez menos atractiva?
Lo que sabemos con certeza es que varios países reconocen sufrir escasez de profesores, sobre todo en áreas rurales (aunque también ocurre en algunas ciudades) o en asignaturas concretas. Hay asimismo estados con una población docente envejecida y dificultades para reponer las plazas que van quedando disponibles.

¿Qué papel juega en esta escasez la crisis de autoridad que vive la enseñanza?
No podemos negar que el estatus del profesor, o su percepción social, ha caído. Nuestro informe no analiza las causas de este fenómeno, que van más allá del ámbito educativo, pero sí las políticas que ayudan a mejorar el atractivo de la profesión: mayor diversidad de roles y experiencias, apoyo profesional y personal, más formación inicial y continua, etc. El trabajo en el aula se antoja cada vez más difícil y las demandas de la sociedad a la escuela más contundentes. Al mismo tiempo, el profesor no está recibiendo todo el reconocimiento que debiera. Otro problema que hemos detectado es la creciente tasa de docentes que abandonan la profesión durante sus cinco primeros años de ejercicio.

¿Resaltaría algún sistema con escasez de profesores que ha sabido resolver el problema?
Le puedo hablar de soluciones a las que están recurriendo algunos países. Una es la exploración de caminos alternativos para formar y cualificar a nuevos docentes sin que estos tengan que realizar obligatoriamente la formación inicial prevista. No es la panacea, y por supuesto hemos de asegurarnos de que la calidad formativa se mantiene. Otra opción pasa por aumentar el apoyo que recibe el profesor novato por parte de un tutor, sus compañeros, el equipo directivo o mediante actividades específicas de desarrollo profesional.

¿Hemos de normalizar también el apoyo psicológico en una profesión tan exigente?
La pregunta va más allá del alcance de nuestro estudio, de nuevo le puedo dar mi opinión personal…, y ésta es que todo apoyo al profesor será bienvenido. El mundo está cambiando y los desafíos del aula son cada vez mayores. Sirva como ejemplo el cambio de paradigma del docente que posee y transfiere el conocimiento a otro en el que los alumnos pueden poner en cuestión permanentemente lo que enseña el profesor. Ahora la misión esencial del profesor tiene más que ver con estimular y hacer pensar críticamente a sus alumnos, con enseñar a reconocer una información válida de una falsa, saber qué hacer con esa información, cómo utilizarla, su significado, su contexto. Cualquier ayuda es poca en este proceso de cambio.

Casi tres cuartos de los países europeos tienen esquemas de contratación abiertos: es el centro o la autoridad local quien tiene la última palabra. ¿Tendemos hacia la desaparición de modelos de selección centralizados?
El estudio no se fija en tendencias, aunque sí podemos decir que no parece que vaya a desaparecer el papel de las autoridades públicas. Es cierto que hay sistemas muy abiertos en los que el candidato solo tiene que acreditar una formación inicial y luego es el propio mercado quien regula el proceso: son las escuelas las que seleccionan directamente a los docentes. Pero estos conviven con otros en los que para acceder a un puesto hay que pasar algún tipo de examen u oposición. Dentro de este segundo grupo, en la elección directa para puestos concretos varía mucho el nivel autonomía de los centros.

En la mayoría de países, los centros participan en la definición de sus necesidades de formación continua. ¿Otra prueba de una mayor autonomía de las escuelas europeas?

La tendencia es claramente hacia dar más autonomía a los centros al tiempo que se aumenta su rendición de cuentas, aunque he de insistir en que esto escapa al alcance de nuestra investigación. En ésta sí se pone de manifiesto que la formación continua ofrece un panorama muy fragmentado a nivel continental. Cada país tiene su propio enfoque, lo que dificulta un análisis conjunto. Estonia, por ejemplo, ha centralizado su oferta en los últimos años, algo que, unido a otros factores, le ha permitido mejorar sus resultados en PISA. Un problema habitual que detectamos en otro informe nuestro (La Profesión Docente en Europa, 2015) es el desajuste entre oferta formativa y necesidades más habitualmente planteadas por los profesores, por ejemplo en cuanto al desafío que supone un aula con alumnos de diferentes perfiles lingüísticos o culturales.

La diversidad parece ser también la nota dominante en cuanto a la evaluación docente. ¿Sabemos realmente cómo evaluar el trabajo de un profesor? En especial en este momento histórico, cuando existen tantas dudas sobre la propia evaluación del alumno.
Es éste un asunto siempre complejo. Lo que hemos observado al respecto son básicamente dos modelos diferenciados, ambos válidos aunque no siempre los países encuentran el equilibrio entre ambos. Para algunos, la evaluación del profesor tiene un carácter sumativo: sirve para poner nota, promocionar, mejorar el salario, etc. Para otros, destaca el carácter formativo, el cual se centra en reconocer éxitos y analizar el porqué de los fracasos. Y aquí se derivan preguntas como: ¿es el feedback que obtiene el profesor suficientemente útil?, ¿sirve para identificar nuevas necesidades de reciclaje profesional? Hemos de ser capaces de responder a este tipo de cuestiones.

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