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Así nace una película

Olivier Ayache-Vidal ha bebido la cuestión educativa en su entorno familiar, lo que explica por qué quiso abordar el tema en una película. Él mismo explica en las siguientes líneas cómo terminó haciendo El buen maestro.
Martes, 3 de abril de 2018
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El director de cine Olivier Ayache-Vidal.

Debido seguramente a mi entorno familiar, siempre he sentido un gran interés por el sistema educativo y, en particular, por la problemática de la pedagogía y por la igualdad de oportunidades. Así que me pareció natural reflexionar sobre un tema que abordara estas preguntas. Enseguida sentí la necesidad de hablar del enfrentamiento de dos mundos, de dos realidades sociales diferentes.

Inmersión. Como sabía que debía recurrir a algo más que mis recuerdos de juventud, fui a un colegio para meterme en la piel de mi protagonista y conocer de primera mano una realidad más tangible.

Mientras buscaba localizaciones visité muchos institutos de Formación Profesional y me reuní con profesores y asociaciones. Me di cuenta de que los retos más importantes a los que se enfrentaban los niños surgían en la Educación Secundaria Obligatoria, que es el punto de inflexión entre la infancia y la vida de un adulto joven. En esos cuatro años se va a decidir el destino y la orientación hacia estudios generales, técnicos o profesionales de unos adolescentes en constante evolución.

Durante casi dos años conviví con los 500 alumnos y 40 profesores del colegio Maurice Thorez de Stains, una población de la periferia de París. El director del colegio me dio acceso a las aulas, a los consejos escolares, a la sala de profesores, a las reuniones pedagógicas y a todo lo que conforma la vida cotidiana de un establecimiento escolar. Y eso me permitió estar lo más cerca posible de la realidad.

Una sinopsis realista de los colegios de la periferia. Me gusta el realismo, no para que mi cine esté más próximo a un documental, sino para reforzar la ficción. Cuanto más contacto directo tenía con los niños, más me convencía de que eran los únicos que podían trans­cribir sus propias pala­bras y que nadie mejor que ellos podría encarnar a sus per­so­na­jes. Así que solo los per­sonajes adultos del guión están interpretados por actores profesionales.

Quiero que esta película sea un análisis preliminar que no enfrente a los sistemas educativos de las escuelas secundarias de élite con los de la periferia. Mi objetivo es arrojar luz sobre la desigualdad y la inflexibilidad de una pedagogía que ha demostrado ser incapaz de encontrar soluciones eficaces para unas situaciones particulares.

Esta película no pretende emitir un juicio inmutable sobre la capacidad del sistema educativo nacional para dar soluciones a estos colegios ubicados en zonas desfavorecidas. Inspirada en las recientes obras contradictorias de Philippe Meirieu y Liliane Lurçat, prefiero ofrecer una foto documentada de la Educación nacional y fomentar un debate sobre las respuestas que el sistema podría dar a esos alumnos, una tarea casi imposible si se aplica un único modelo pedagógico.

Un profesor expe­ri­men­ta­do cuyas con­vic­ciones se tambalean.François, encarnado por Denis Podalydès, es un profesor experimentado que ya ha trabajado en una prestigiosa escuela Secundaria durante unos años cuando es nombrado para una misión en una zona de Educación prioritaria. Armado de su experiencia y de sus ideas preconcebidas, está convencido de que no le llevará mucho tiempo meter en vereda a esos jóvenes. Le bastará con volver a instaurar la autoridad que se ha perdido al dar demasiada libertad.

Sin embargo, la situación le supera rápidamente, y comprende que el mismo método no produce los mismos efectos en lugares diferentes. Por desgracia, las teorías en las que se basan sus principios educativos son inútiles cuando hay que enfrentarse a situaciones complicadas. Este sentimiento revelador a la vez que aterrador de una búsqueda perpetua para que la pedagogía se adapte a las circunstancias más diversas ha sido el hilo conductor de mi trabajo.

No quiero que este profesor sea un héroe. Es un hombre ingenuo, debe inspirar empatía. Al principio, su objetivo es egoís­ta y presuntuoso: más que ayudar a los niños, intenta demostrar que sus teorías son correctas. Esta actitud arrogante le llevará al fracaso y le obligará a poner en cuestión sus convicciones y a buscar enfoques pedagógicos alternativos.

Tono – interpretación – na­r­ra­ción. Esta historia reúne los ingredientes esenciales de una novela de iniciación a la vida adulta y de realismo social, pero también quería dar a mi película un tono particular con algunos toques de comedia burlesca. Ese tono también es el resultado de mi trabajo con los actores. El rodaje ha durado tres estaciones y arrancó en la primavera de 2016 porque quería contar el desarrollo y la evolución de los alumnos durante el año escolar. Así que necesitaba un calendario de rodaje amplio para que mis aprendices de actor se olvidaran de la cámara y de los equipos de filmación –que quise que fueran lo más sutiles posible–. Mi objetivo era capturar su sinceridad, su frescura, y reproducir con la mayor precisión posible sus palabras y sus actitudes. También he contado con la presencia de actores profesionales así que estaba convencido de que se producirían momentos de gran autenticidad. Estoy totalmente seguro de que la dureza y la fragilidad de los personajes aportan riqueza, profundidad y vitalidad a las relaciones entre ellos.

Olivier Ayache-Vidal,
director de la película El buen maestro

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