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¿Móvil para los estudiantes en el centro? No, en estas condiciones, no

Martes, 6 de noviembre de 2018
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El uso del teléfono móvil en las aulas es un tema que genera un debate apasionado en los centros, ¿sí o no?, se plantean los docentes en los claustros. Hay centros donde se prohíbe terminantemente en su Reglamento de Organización y Funcionamiento y, sin embargo, en la práctica se usan sin pudor alguno por parte del alumnado, pues parece que son imposibles de prohibir y su uso apenas conlleva sanciones. Por el contrario, en otros institutos los estudiantes son sancionados severamente por ser haber sido encontrados empleándolo y asumen la sanción, mientras que cada vez vemos que es más frecuente que el caso de niños “enganchados” al móvil, que son capaces de hacer cualquier cosa para no entregarlo cuando se les requiere, cualquier cosa como agredir a un profesor…

En los centros tenemos la sensación de que el tema se nos está escapando de las manos. En pocos años el móvil ha revolucionado la comunicación y la información en nuestro entorno e incluso ha modificado las relaciones entre las personas al dar cabida a la inmediatez, a la ampliación de nuestros contactos y sobre todo por lo que ha supuesto en el cambio de las lindes sociales tradicionales en relación al espacio, tiempo, contextos e intimidad. La comunicación llega ahora a cualquier hora del día y de la noche, se produce de forma inmediata, múltiple y simultánea y hacia-desde prácticamente cualquier lugar del planeta. En definitiva, la tecnología de la información y comunicación nos ha cambiado la vida en forma de ese pequeño objeto que es el móvil y que todos llevamos siempre con nosotros.

Asimismo, esta revolución nos ha llegado tan rápido y de forma tan invasiva (del espacio, tiempo, contexto e intimidad) que no nos ha dado tiempo a digerir el súbito cambio. Móvil llevan encima todas las personas en nuestra sociedad a partir de los 10 años aproximadamente. Desde esta edad en adelante conviven con el teléfono móvil las generaciones con distintas perspectivas pues quienes lo incorporaron a su vida en una etapa adulta y madura han podido plantear una relación más funcional con el revolucionario aparato, lo que es implanteable para los nativos digitales porque el móvil es mucho más para los jóvenes, es mucho más que un objeto, es una prolongación de su cuerpo y de su alma, de su vida y no creo exagerar después de lo visto en un pequeño estudio en el instituto en que trabajo, donde he recogido la opinión de unos 250 estudiantes de edades comprendidas entre 12 y 18 años.

Este estudio ha consistido en la cumplimentación de un cuestionario donde se les preguntaba sobre el uso que hacen del móvil, así como su opinión sobre la prohibición de su uso en los centros educativos a raíz de haberse tomado esta decisión recientemente en Francia.

Contrariamente a lo que los adultos pensaríamos a bote pronto, los estudiantes participantes en el estudio creen mayoritariamente que el móvil debe prohibirse en los centros educativos, especialmente en las aulas, pues interfiere en la dinámica de aula y les genera distracciones. Es curioso que esta sea la opinión tanto de los buenos estudiantes como de los que no estudian. Asimismo, son conscientes de que les entorpece en el estudio en casa y así lo manifiestan. Otro de los grandes riesgos del móvil es que con él pueden verse grabados en vídeo o fotografiados involuntariamente y que de ello puede hacerse un mal uso. Este es un tema que se percibe como peligroso y por el que también prefieren que el móvil no pueda utilizarse en los centros educativos, porque en eso sí hay unanimidad: nadie quiere ser grabado sin su consentimiento y mucho menos expuesto en las redes sociales.

También los adolescentes encuentran ventajas en el móvil y son de tres tipos: la primera se relaciona con lo académico, pues les permite acceso fácil y rápido a una gran cantidad de información. La segunda es la comunicación, pues algunos de ellos se sienten más conectados con sus familias por si tuvieran que recibir algún recado de sus padres en el horario lectivo; y la tercera sería una función de acompañamiento, pues les sirve para ir escuchando música en su camino al centro escolar.

Como vemos, son muchas las ventajas así como los inconvenientes, de modo que es necesario parar “dentro” de esta vorágine (no digo pararla porque es imparable) de cambios, revolución, exceso de información y comunicación para reflexionar en un paréntesis sobre lo que está ocurriendo y argumentar una postura sobre el uso de los móviles en los centros educativos por parte de los estudiantes.

Valorando las ventajas e inconvenientes que suponen los teléfonos móviles en los centros para el alumnado, personalmente voy a optar por ser valiente y comprometida y posicionarme en el “no en las condiciones actuales”. Mientras no sepamos hacer un uso racional y realmente educativo del móvil en los centros, en la actualidad parece que se trata de un “todo o nada” y de este modo, las consecuencias de los inconvenientes son más graves y lesivas que sus ventajas. En otras palabras, no compensa la rapidez para encontrar información en clase con el mal que se provoca a una persona de la que se difunde un vídeo comprometido o una foto donde se le ridiculiza y se pone al servicio del acoso escolar. Tampoco es conveniente favorecer el uso de distractores en el aula, cuando uno de los objetivos que debe conseguirse con la escolarización es que el estudiante sea capaz de concentrarse e implicarse en sus tareas académicas, sería algo así como “meter al enemigo en casa” y no trae cuenta…

Ahora bien, entre la gama de grises que va del blanco al negro, es posible encontrar la tonalidad que más favorezca al estudiante en el sistema educativo, pero tendrán que ser los profesionales de la Educación quienes decidan todo sobre lo concerniente al uso del móvil por parte de los estudiantes en los centros educativos, teniendo como referencia que el uso del aparato contribuya al de-sarrollo de aprendizajes y a la consecución de los objetivos educativos. Tengo esperanza pues creo que es posible que algún día encontremos ese punto racional de equilibrio y pongamos la tecnología al servicio de lo humano antes de que la vorágine nos lleve a la inversa y que en el camino hacia el sentido de lo humano que nos proponía Maturana, nos encontremos con el bache de la tecnología y nos perdamos en la búsqueda del sentido, recordando a Viktor Frankl.

Ana Cobos es orientadora del IES “Ben Gabirol” de Málaga, presidenta de Copoe y profesora de la Universidad de Málaga.

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