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Gonzalo Suárez: “Hoy hay tiempo para opinar, pero no para reflexionar”

El escritor y director de cine, Gonzalo Suárez, lamenta que se haya perdido la reflexión sobre el acontecer y que ya no haya tiempo para las películas que llegaban a mitificarse o para la dedicación a la lectura.
Manuel CarmonaMartes, 26 de febrero de 2019
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De mano de Gonzalo Suárez acercaremos las circunstancias que tiene que torear cualquier joven con vocación hacia la escritura, el cine o la televisión, para recorrer su camino. Pero también escuchándole, vamos a seguir indagando en otras circunstancias cotidianas: la Educación y formación de nuestros jóvenes hoy, y cómo fue la suya y la de su generación.

¿Cómo descubrió el mundo de las tertulias, y qué aporta una buena tertulia a su vida?
—No soy muy amigo de tertulias, he de confesarlo. No acudo a tertulias como antaño toda una generación lo hacía porque era importantísima, recuerdo desde Azcona a Berlanga, que no solo acudían a tertulias, sino que incluso escribían en cafeterías y tenían todo un ambiente que comportaba el encuentro. Soy más de barra de bar que de tertulia.

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Notas que la cultura consiste más en nombrar la marca de la zapatilla que en andar con ella

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¿Qué análisis hace de la vida cultural de España en nuestro tiempo?
—Creo que está muy viva pero desgraciadamente todo lo que es cultura importa cada vez menos. Quizás las redes sociales como Twitter o Facebook, que yo no uso, han desplazado y deshumanizado paradójicamente el contacto. Por un lado, se conoce y se reencuentra más gente a través de ellas, pero, por otro, a mi entender, cada vez menos existe un real interés, no da tiempo. El tiempo de las películas que llegaban a mitificarse, o de los libros que ocupaban tiempo su lectura y a los que se dedicaba tiempo para ser comentados, incluso películas que creaban una moda de vestir, no da tiempo hoy. No estoy ni en contra ni a favor, pero algo se ha perdido de reflexionar sobre el acontecer. Ya lo decía Rilke: “El acontecer lleva la delantera sobre el opinar”. En este momento no sé si el opinar lleva la delantera sobre el acontecer. En cualquier caso hoy, hay tiempo para opinar pero no para reflexionar.

Esto último que me comenta sobre las modas de vestir que creaba el cine clásico, o sobre los libros, me lo apuntaba un joven músico. Hay muchos jóvenes que no escuchan toda la canción, solo oyen los primeros segundos.
—Y aplícalo a los libros, también sucede eso. Incluso hay otro fenómeno, el de la gente da por leído o conocido a un autor por el simple hecho de haber leído una entrevista en un periódico. Lo de menos es conocer su obra o leerla, con poderlo mencionar, ya lo da por conocido. Esto es un fenómeno actual que es flagrante, notas que la cultura consiste más en nombrar la marca de la zapatilla que en conocer el calzado y andar con ella.

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Proliferan los libros y las películas, pero interesan menos o dan menos tiempo a interesarse

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¿Qué echa de menos en la formación y Educación de hoy respecto a la que recibió su generación?
—¡Puf! Es arduo pero me parece evidente que lo que echo de menos es la ausencia de Educación y formación general. Luego, como todo, hay excepciones. Pero me temo mucho que cada vez son más escasas las personas preparadas culturalmente. En cambio tecnológicamente, por un milagro extraño, los niños nacen sabiendo tecnología, enseguida manejan las máquinas y los ordenadores, y es más difícil encontrar jóvenes con cultura literaria o musical, más allá del ruido y de la furia de bailar. No estoy nada en contra de los movimientos sísmicos que conlleva el tiempo, hay que adaptarse, pero me temo que sí se ha perdido la cultura en la enseñanza y en la educación, cada vez la gente se atropella más, muy pocos piden perdón o se excusan, no ceden el asiento… Pero noto que no hay demasiada educación como pueden comprobar los profesores respecto a sus alumnos. Ya no digo que algunos agredan, pero no hay ese respeto anterior. No quiero ser el clásico señor mayor que recuerda con añoranza y se lamenta que en su tiempo las cosas fueron mejor. Pero sí que había tiempo para interesarse por buscar un libro, cuando ahora un libro te lo promocionan y parece que es imposible estar al día de todo lo que se va publicando. Proliferan los libros y las películas, pero interesan menos o dan menos tiempo a interesarse.

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Hoy se puede hacer cine de una manera más espontánea y más libre, emanciparlo de todo

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¿Qué carencias formativas y cívicas tuvieron en aquellos años?
— En mi caso, me dio clases mi padre. Hasta los 10 años no fui al colegio, él perdió la cátedra tras la Guerra Civil –se la quitaron desde el régimen de Franco–. Él a mi hermana Silvia y a mí nos enseñó, él me hacía estudiar con sus horarios, y sobre todo tuve acceso a su biblioteca y leí muchísimo de niño. Esta ha sido la base de mi Educación. Luego cuando mi padre pudo trabajar en el Instituto Francés de bibliotecario, y obtener una beca yo, fui al Liceo Francés. Era como un apartado, no había que someterse a las cuestiones de la Educación franquista: no había predominancia religiosa ni cantar el Cara al sol. El Liceo Francés y mi padre siempre me crearon un mito que no era exclusivamente mío: el ir al extranjero y la meca era París. Era mi obsesión, logré ir a partir de 3º o 4º de Filosofía y Letras.

¿Qué sugerencias hace a los jóvenes que se quieran dedicar al mundo del cine y de la televisión?
—Hoy en día hay más posibilidades de coger una cámara y lanzarte al monte. Por ejemplo, los grandes operadores y las grandes cámaras no son imprescindibles. Se puede hacer cine de una manera más espontánea y más libre, emanciparlo de todo. En ese aspecto veo que hay ventajas y siempre he añorado en cierto sentido que el cine se pareciera a la literatura o a la pintura impresionista, en la que bastaba salir con un lienzo y pintar al aire libre. Ahora podría empezar a parecerse.

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Me encantaría que se recuperara la ilusión que se tenía por encontrar un determinado libro o película

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¿Cuáles son los proyectos cívicos que su generación ha de salvar y compartir con las nuevas generaciones?
—Volviendo otra vez a los aspectos artísticos o culturales, me encantaría que se recuperara la ilusión que se tenía por encontrar un determinado libro o una determinada película, también es verdad que uno estaba estimulado por las prohibiciones, bastaba que prohibieran algo para exacerbar el deseo, como en el sexo. En cuanto a la creación, es diferente. Creo que tenemos un arma infalible: el bolígrafo y el papel. La escritura es la clave. El papel es la pantalla, y el bolígrafo es la cámara, y cualquiera si quiere hacer cine puede empezar por escribir. Y si quiere escribir solo tiene que hacerlo, y preocuparse menos por si lo va a editar o dónde. Ahora, las películas y los libros se valoran por el dinero que dan. Pero yo no estoy para dar consejos porque sigo aprendiendo. No obstante, creo que hay que mantener la ilusión por hacer las cosas independientemente de cualquier cuestionamiento.

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