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Programas de Segunda Oportunidad

Esta semana se está celebrando el IV encuentro nacional de Escuelas de Segunda Oportunidad. Personalmente me entusiasma este concepto aplicado a la Educación en el sentido más holístico.
José Mª de Moya
Director de Magisterio
2 de abril de 2019
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Si algo es la Educación como palanca de construcción de personas es una sucesión de oportunidades. Si algo es la historia de cada uno, de cada alumno y de nosotros mismos, es un cúmulo de oportunidades aprovechadas o no, pero siempre provechosas si uno sabe leerlas con un poco de perspectiva y mucha paciencia.

Déjenme que hoy hable un poco de mi libro. Desde Siena estamos desarrollando desde hace ya cinco años varios programas de Segunda Oportunidad que están rescatando del limbo ni-ni a miles de jóvenes. Lo cuento con orgullo. Me matizaba el director y amigo de un CEPA en las redes sociales que él prefería hablar de “nuevas oportunidades” en lugar de segunda oportunidad. De acuerdo, aunque la experiencia me dice que es recomendable poner objetivos a corto: segundas, terceras, cuartas… las que haga falta, pero siempre una meta asequible, cercana.

Doy fe de que sin esa segunda oportunidad –que todos merecemos– muchos de estos jóvenes serían carne de exclusión social, primero; y delincuencia, después. Lo sabemos: invertir en formación a tiempo es ahorrar en policías y centros penitenciarios después. Me decía un responsable educativo que recuperar a un chaval que abandonó los estudios es más caro que evitar que abandone. Tal vez, pero estaremos de acuerdo que, en todo caso, es mucho más barato que rescatarles cuando ya están perdidos en ambientes de delincuencia y exclusión social: cuando aún son vulnerables.

Doy fe de que sin esa segunda oportunidad –que todos merecemos– muchos de estos jóvenes serían carne de exclusión social, primero; y delincuencia, después

Después de tres años desarrollando programas para colectivos difíciles, podemos aportar los primeros resultados que demuestran que no solo es posible, si se actúa a tiempo, sino muy posible: hemos obtenido una tasa de activación (reinserción en un itinerario formativo o laboral) que supera el 90%. La pieza clave es el coach y el tratamiento personalizado de cada chaval que viene con su mochila: su historia, su entorno, su familia… El coach le diseña un proyecto de vida: un itinerario personal, social y profesional… y le acompaña el primer año. Y a volar.
Y siempre con el aceite de la confianza. Según me cuentan, el principal problema de estos chavales es que vienen con un déficit brutal de confianza. Han decepcionado y se han decepcionado tantas veces que lo primero que hay que hacer es reconstruirles como personas capaces. La cara amable es que son enormemente agradecidos al menor gesto de reconocimiento.

En Educación, como me gusta repetir, no hay fórmulas mágicas ni atajos.

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